Sentimientos no permitidos

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Volví a Veracruz después de 10 años volví con todos los recuerdos a mi espalda, estaba frente a ese mar, donde ame por primera vez y donde volví amar por última vez, en este mar deje mis sueños, deje mis iluciones deje el amor que sentía por todos los que siempre me causaban dolor, volví,  tan solo a reencontrarme con el hombre que marcó mi vida, con el hombre que seguía en mi piel en mis sueños y que día tras días era culpable de mis insomnios, no entendia como después de estar en Paris por 10 años siempre volvía a el, a pensar en el.

Altagracia Sandoval - mencionaron
Volteó y justo ahí estaba saul, frente a mí, después de 10 años, después de tantas lágrimas, de tanto dolor, de tanto desprecio y tantos odios.

Saúl Aguirre - menciono mirándolo directamente a los ojos.
en realidad Saúl no había cambiado nada, era el mismo hombre, que no veía hace tanto tiempo.
Saúl se dirige a mí y de inmediato me abraza, correspondo a su abrazo, para mi era imposible no hacerlo, era imposible no dejarme llevar por sus manos, nos separamos.

-Estas acá, eres real, nunca en mi vida pensé que te pudiera volver a ver, después de esa llamada hace 10 años, pensé que nunca te volvería a ver y cuando me volviste a llamar hace un mes para que nos viéramos pensé que era un sueño, que eras un sueño, pero ahora que te tengo aqui, se que eres real, que sigues a mi lado. - una lágrima caía por su mejilla.

- No Saúl, no vuelvo a tu lado, no vuelvo a ti, solo quería verte, no se porque siempre vuelvo a ti, siempre mis sueños, mi vida me lleva a ti, eres como un maldito hilo que está amarrado a mí y nunca se rompe.
Nos mirábamos fijamente, Saúl tomo mi mano, de inmediato la quite, agachó su mirada.
- quiero que me digas la verdad ¿por que me llamaste?

- porque mi cuerpo te necesitaba, mi cuerpo pide a gritos que estés con migo y me lo negué por mucho tiempo, pero mi corazón ganó una vez más. - Saúl se acercó a mí, besando mis labios, me hacía tanta falta esto, besarlo, estar al lado de el sintiendo que éramos uno solo, de inmediato lo separé de mi.
- no Saúl, espera, antes de que hagamos cualquier cosa, quiero que sepas que esto solo será una semana, viviremos una semana de solo tú y yo, sin interrupciones, sin preguntas, sin respuestas, sin te amos, sin te extraño, solo tú y yo, nuestros besos y nuestro cuerpo uniéndose, después de esta semana cada uno volverá a su vida, tú no me volverás a buscar, tú no volverás a saber de mí, ni yo volveré a saber de ti, tampoco podrás contar nada de lo que pase en esta semana, aceptas o si no, inmediatamente me iré de este lugar.
Saúl solo me miraba, estaba totalmente sorprendido por las palabras que salían de mi boca.
- está bien Altagracia, acepto, acepto cada una de tus condiciones, y ¿Donde nos quedaremos? A dónde nos iremos a pasar, nuestra semana de pasión.
sonrió.
Sonreí al saber que el aceptaba cada una de mis condiciones, que aceptaba todo, muy dentro de mi sabia que el solo aceptaba porque también me necesitaba, también necesitaba de mis besos, de mi cuerpo.
- tengo una casa a unos kilómetros de este lugar, tú decides si vamos ya o volverás al D.F, por la ropa o algunas cosas que necesites.
Saul se acercó a mí, quedo justo en mi oído, de inmediato mi cuerpo empezó a temblar, creo que lo necesitaba como nunca necesite de alguien.
- para una semana junto a ti creo que lo que menos necesitaré será ropa, aparte me da miedo que te puedas arrepentir.
Sonrió.
Muerdo mis labios y cierro mis ojos, en realidad si tenía muchas ansias de tener su cuerpo junto al mío.
- ¿Vamos? - pregunto-
Accedí
El intento tomar mi mano, pero me negué, no quería que fuéramos una pareja normal, porque no lo éramos, solo quería que fuéramos Saúl y Altagracia, tan solo eso.
Mientras caminaba ninguno de los dos mencionó palabra, creo que nos sentíamos un poco raros.
- llegamos, entremos. - mencione y al entrar a la casa se encontraba justo como la recordaba, cálida, la había comprado cuando era la doña, esa doña que no se dejaba de nada ni de nadie, pero ahora no era esa Altagracia.
Al entrar Saúl observaba todo el lugar, yo de inmediato subí a la habitación, al fin y al cabo a eso veníamos.
Al entrar a la habitación Saúl y yo nos miramos fijamente frente a la cama, veía su mirada de deseo y de pasión hacia mi, se acercó y me beso de inmediato empecé a morder su labio, el sonrió, me encantaba su sonrisa.
-Primero tengo que quitarte ese vestido tan fabuloso.
Le brillan los ojos de  amor y de algo más oscuro, algo que me encanta y que despierta todo lo que siento dentro. Empiezo a quedarme  sin aliento.
-Vuélvete. – menciona, su voz es baja, autoritaria y tremendamente sexy.
¿Cómo puede una palabra encerrar tantas promesas?
Obedezco de buen grado y sus manos suben hasta mi pelo, me va quitando las horquillas, una tras otra. Sus dedos expertos acaban con la tarea en un santiamén. El pelo me cae sobre los hombros, rizo tras rizo, cubriéndome la espalda y sobre los pechos. Intento quedarme muy quieta, pero deseo con todas mis fuerzas su contacto.
-Tienes un pelo precioso, Altagracia.
Saul tiene la boca junto a mi oído y siento su aliento aunque no me toca con los labios.
-Eres mía –suspira. Me tira del lóbulo de la oreja con los dientes
Yo dejo escapar un gemido
-Silencio-me ordena.
Me aparta el pelo y, siguiendo con un dedo el borde de encaje del vestido, recorre la parte alta de mi espalda de un hombro a otro. Me estremezco por la anticipación. Me da un beso tierno en la espalda justo encima del primer botón del vestido.
-Eres tan bella…-dice mientras me desabrocha con destreza el primer botón.
-Hoy me has hecho el hombre más feliz del mundo.
Con una lentitud infinita me va desabrochando los botones uno a uno, bajando por toda la espalda.
-Te quiero muchísimo.
Baja encadenando besos desde mi nuca hasta el extremo del hombro. Después de cada beso murmura una palabra.
- Te. Deseo. Mucho. Quiero. Estar. Dentro. De. Ti. Eres. Mía.
Las palabras me resultaban embriagadoras, cierro los ojos y ladeó el cuello para facilitarle el acceso y voy cayendo cada vez más profundamente bajo el hechizo de Saúl Aguirre.
-Mía – repite en un susurro.
Me va deslizando el vestido por los brazos hasta que cae a mis pies en una nube de seda marfil y encaje.
- Vuélvete. me pide de nuevo con la voz ronca.
Lo hago y él me da un respingo.
Llevo puesto un corsé ajustado de seda de un tono rosáceo con liguero, bragas de encaje a juego.
Los ojos de Saúl me recorren el cuerpo ávidamente, pero no dice nada, se limita a mirarme con los ojos muy abiertos por el deseo.
-¿Te gusta?.
le pregunto en un susurro, consciente del tímido rubor que me está apareciendo en las mejillas.
-Más que eso. Estás sensacional. Ven.
Me tiende la mano para ayudar a desprenderme del vestido.
- No te muevas.
murmura y sin apartar sus ojos de los míos recorre con el dedo corazón la línea del corsé que bordea mis pechos, ese dedo travieso está provocándome escalofríos por toda la espalda. Se detiene y gira el dedo índice en el aire indicándome que me dé una vuelta, ahora mismo haría cualquier cosa que me pidiera.
-Para. - menciona y estoy de espaldas a él, mirando la cama. Me rodea la cintura con el brazo, apretándome contra él y me acaricia el cuello. Muy suavemente me cubre los pechos con las manos y juguetea con ellos mientras hace círculos sobre mis pezones con los pulgares hasta que logra que presionen y tensen la tela del corsé.
- Mía. Susurra.
-Tuya. jadeo.
Abandona mis pechos y recorre con las manos  mi estómago, mi vientre y después sigue bajando por los muslos y pasa casi rozándome el sexo, ahogo un gemido, mete los dedos por debajo de las tiras del liguero y  con su destreza habitual suelta las dos medias a la vez.
-Altagracia. -jadea. - Mi Altagracia.
sus labios se unen con los míos, su lengua es invasivamente persuasiva
-Tú ropa. -susurro.
Nuestras respiraciones se mezclan mientras tiro del chaleco. A él le cuesta quitárselo, así que tiene que liberarme un momento, se detiene y me mira con los ojos muy abiertos, llenos de deseo.
-Déjame, por favor. –Mi voz suave y sensual. - Quiero desnudarte.
Se sienta sobre los talones y yo me acerco para cogerle la corbata, suelto el nudo lentamente y se la quitó. Levanta la barbilla para dejarme desabrochar el botón superior de la camisa blanca. Cuando lo consigo, paso a los gemelos. Cuando se los quito, me los coge de la mano y se los guarda en los bolsillos de los pantalones.
Le cojo la mano y le miro a través de las pestañas mientras le doy un beso. Gime y cierra los ojos.
-Altagracia. -susurra y mi nombre es como una oración.
Alzo las manos para ocuparme del resto de los botones y le doy suavemente besos en el pecho.
Vuelve a gemir y en un movimiento rapidísimo me agarra por la cintura y me sube a la cama, el me acompaña un segundo después, sus labios encuentran los míos y me rodea la cara con las manos para mantenerme quieta mientras nuestras lenguas se regodean la una a la otra.
-Te quiero desnuda. - murmura y me suelta el corsé, cuando la prenda queda plana sobre la cama debajo de mi cuerpo, él desliza la lengua por toda la longitud de mi espalda.
-Saúl, por favor
- ¿Qué quieres? Sus palabras son dulces y las oigo muy cerca de mi oído, está casi tumbado sobre mí, puedo sentir su erección contra mí.
- A ti.
- Y yo a ti – me susurra, y antes de darme cuenta se coloca de pie rápidamente y en un movimiento de lo más eficiente se quita a la vez los pantalones y los bóxer y se queda gloriosamente desnudo, cediéndose sobre mí, listo para lo que va venir , su deseo y su necesidad de tenerme. Se inclina y me quita las bragas, después me mira.
Él me sonríe; una sonrisa lasciva, perversa y tentadora. Una sonrisa muy propia de Saúl.
Va recorriendo mi pierna derecha esta vez, llenándola de besos... Hasta que llega al vértice entre mis muslos. Me abre bien las piernas.
-Ah ....Altagracia. - susurra antes de poner la boca sobre mi piel. Cierro los ojos y me rindo a esa lengua mucho mas que hábil, le agarro él pelo con las manos mientras mis caderas oscilan y se balancean, me las sujeta para que me quede quieta, pero no detiene esa deliciosa tortura. Estoy cerca, muy cerca.
-Saùl ....- gimo con fuerza.
- todavía no. - jadea y asciende por mi cuerpo para hundirme la lengua en él ombligo.
- ¡No! ¡Maldita sea!. Siento su sonrisa contra mi vientre pero no interrumpe su viaje al norte.
- Que impaciente.- me va besando reverencilmente los pechos. Me coge él pezón izquierdo entre los labios y tira de el.
No deja de mirarme, mientras me martiriza y sus ojos están tan oscuros como una tormenta tropical.
- Te deseo, Saùl, por favor.
Se coloca sobre mí, cubriéndome con su cuerpo y descansando él cuerpo con los codos. Me acaricia la nariz con la suya y yo recorro con las manos su espalda fuerte y flexible.
-Altagracia, estoy aquí para complacerla.
me roza con los labios.
- Abre los ojos. Quiero verte.
- Saúl...ah ....- grito cuando entra lentamente en mi interior.
- Altagracia , oh....- jadea Saúl y empieza a moverse .
- Te  necesito - gruñe con la voz baja y ronca. Me roza la mandíbula con los dientes, mordiendo, succionando y después me besa otra vez con brusquedad, le rodeo con las piernas y los brazos, apretándolo contra mí.
Gimo en voz alta y jadeo, la necesidad que tenemos él uno hacia él otro es tremendamente erótica. Estoy llegandobY él me esta llevando más allá, abrumándome, arrastrándome con el, esto es lo que quiero.
- Correte conmigo -jadea y se eleva un poco de forma que tengo que soltarle.
- Abre los ojos - necesito verte.
Parpadeo para abrir los ojos un momento y lo veo sobre mi: la cara tensa por la pasión, los ojos salvajes y brillantes, su pasión y su amor son mi liberación y cuando veo la señal dejo que me embargue él orgasmo, echó atrás la cabeza y mi cuerpo late a su alrededor .
- Oh , Altagracia!- grita y se une a mí clímax, empujando hacia mi interior. Después se queda quieto y cae sobre mí. Rueda hacia un lado para que yo quede encima, cuando los efectos del orgasmo remiten y mi cuerpo se calma, él sale de mí interior, me abraza fuerte. Le doy un beso en él pecho y me acomodo de tal forma que estoy a un costado de él , veo como va callendo en un sueño profundo, mientras yo lo observaba.
Observaba sus labios, su cuerpo, no podía creer que estaba aquí, que estaba con el, que volvía a tener sus besos tan solo para mí, no podía dormir, el insomnio como era habitual durante estos 10 años no me dejaba dormir, por mi cabeza rondaban miles de preguntas.
¿Habrás hecho bien altagracia?
Te haras más daño, prepárate.
- El no es tuyo, nunca lo fue.
¿Que tal si te encuentra?
¿Vas acabar con todo lo que construiste solo por el, de verdad lo vas hacer?
Las preguntas agobiaban mi cabeza, decidí pararme de la cama, salgo de la habitación y me siento en una de las sillas de afuera de la casa, solo miraba el mar, mi querido mar de Veracruz, Veracruz, donde ocurrieron las cosas que acabaron con esa inocente niña, esa niña que no pudo terminar de vivir su adolescencia, de igual forma aca habia dejado mi pasado, la doña, todo su dolor. Veo que estaba empezando amanecer y decido subir a la habitación a intentar que el insomnio me permitiera dormir, al final mis ojos me pesaron tanto que terminó por ganar el sueño.
La luz del día empieza a molestar en mis ojos, me despierto poco a poco, volteo y veo que Saúl no se encontraba en cama, se me hacía un poco raro que no estuviera, antes siempre era yo la primera que me levantaba.
Busque mi ropa y me di una pequeña ducha, al bajar de la habitación vi a Saúl cocinando.
- que rico huele. Menciono acercándome a el.
- Todo para mí Doña. - menciona.
- no me vuelvas a decir doña y mucho menos mi, no soy de ti ni de nadie. - respondo.
- está bien Altagracia, discúlpame.
Saúl se apartó y empieza a servir el desayuno, poniéndolo en la mesa, me siento y él se sienta a mi lado, tomando mi mano y besando mis nudillos, sonrio.
- qué lindo estar así - menciona.
Solo accedí.
- qué hora es - pregunto.
- Son las 12:00
- ¿Que? Dormi tanto. Creo que el insomnio estaba haciendo que durmiera más de lo que debía.
- si, pero si nos la vamos a pasar acá, creo que no tiene nada de malo. menciona.
- donde esta mi celular, debo hacer una llamada.
- está allá, pero a quien vas a llamar.
- nada de preguntas Saúl. 
me paro de la silla, tomando mi celular y llamando de inmediato, solo veía como Saúl se asomaba por la ventana, me imagino la intriga que debe tener, pero me encantaba tenerlo así, termine mi llamada y solo entro a la casa.
- ¿que haremos hoy? - menciona Saúl.
- que te parece caminar por la playa.
- me parece perfecto.
Saúl y yo solo terminamos de desayunar, al terminar salimos de la casa, caminamos por toda la playa, cada uno iba totalmente en silencio, mirando a su alrededor, que hermoso era Veracruz, nos sentamos al lado de una palmera, buscando un poco de sombra.
- sabes Saúl, te concedere tres preguntas, pero solo yo decidiré si las respondo.
- está bien, primera pregunta, ¿Aún me amas?
sonrio.
- que predecible eres, imaginé que esa sería su primera pregunta, claro que sí Saúl, aún te amo.
Para que lo iba a negar, si de igual forma, con mis actos lo demostraba.
- ¿Eres feliz? -menciono.
- sí Saúl, relativamente tengo todo lo que soñé.
Me sorprendia que Saúl aún preguntara si era feliz, pensé que después de tanto dolor no le importaría.
- ¿Con quién vives?
- con una amiga.
- ¿Donde vives?
- ya no más preguntas Saúl, perdiste tu oportunidad.
Saúl solo me miraba, miraba mis labios, de un momento a otro empezó a sonar su celular, contesta poniéndose de pie y alejándose de mi. Observo el mar, me traía tanta nostalgia, tantas ganas de volver a el.
- me tengo que ir. Menciona Saúl sacándome de mis pensamientos.
- ¿Que?. Solo me puse de pie
- monica llamo y me dijo que me necesitaba.
- claro Saúl, otra vez Mónica metiéndose  en mi maldita vida, siempre una maldita excusa, te di una oportunidad, una sola y mira, mira con la que me sales, vete para donde quieras, ya no importa.
- Altagracia.
- ¿Que?Saúl, ¿Que? Vete con ella como antes, solo vete.
- espérame
- no saul, te lo advertí.
- no entiendo porque en la cama eres tan dulce y sumisa y fuera de ella solo eres una mujer fria.
- solo vete Saúl, no quiero una palabra más, vete.
Saúl solo salió y se fue, mis lágrimas empezaron a caer, viste Altagracia, otra vez estás llorando por ese maldito imbecil eres una estúpida, ella siempre será primera para el, me quedé un largo rato viendo el mar, pero la verdad sólo estaba esperando que Saúl se fuera para no tener que volver a verle la cara, al llegar a la casa no estaba, se había ido, creo que era lo mejor, vi un papel en una mesita, solo decia: te amo Altagracia.
- me amas tanto que me volviste a dejar sola, maldito cobarde. - menciono.
Subo de inmediato a la habitación empacando mis cosas, compre un boleto de avión, solo quería volver a mi casa, olvidar este maldito día, olvidar ese maldito hombre y estar con las personas que amo, mis lágrimas caían mientras me repetía una y otra vez, que estúpida eres Altagracia, que estúpida eres.
- pasajeros del vuelo 061429 - se escucho-
Me puse de pie, me monte al avión, el vuelo era bastante largo, solo me puse cómoda y inmediatamente me quedé dormida, era raro, por primera vez después de 10 años no tuve insomnio, creo que era el coraje que tenía en mi alma y el agotamiento de este día tan miserable, solo quería llegar, al despertarme estábamos a punto de llegar, solo me empecé a organizar y tome las cosas de mi bolso, por fin volvía a mi casa, cuando llegue a la puerta de mi casa solo escuché un algo quebrandose y sonreí, volvía a mi verdadero mundo.
Abrí la puerta y solo escuché
- mamá estás acá- mencionó lucía corriendo abrazarme.

Historia hecha por :
Danii franco
Camila Núñez
Dani Pérez

Insomnios en tu cuerpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora