Todo lo que veo me parece hermoso, los colores de las flores son muy vistosos y todo parece llevar un orden. La distancia entre unos árboles y otros es la misma, como si estuviese calculada al milímetro. Es como si todo hubiese sido diseñado de ante mano.
Camino por un pequeño sendero rodeado de flores azules y amarillas. Nunca he estado en esta parte de la isla, pero parece ser tranquila. Miro al suelo en busca de huellas de animales, pero no encuentro ninguna. Sigo avanzando hasta que me salgo del sendero. Cuando me doy cuenta ya lo he perdido de vista. Esta zona está llena de árboles altos con copa ancha. Vuelvo la vista atrás en busca del sendero pero estoy demasiado lejos para verlo. He andado en línea recta, así que no me resultará muy difícil volver. Giro a la derecha en busca de alimento, quizá aquí encuentre algo mejor. Empiezo a buscar y cuando llevo una hora, me doy cuenta de que me he alejado demasiado. Estoy solo en mitad de la jungla con un pequeño cuchillo para defenderme de cualquier animal que intente atacarme y sin saber cómo regresar.
Doy vueltas en círculo intentando recordar cómo he llegado hasta aquí. Estoy muy nervioso y eso me impide pensar con claridad. Después de lo que me parece una hora decido que debo moverme. Comienzo a andar en la dirección que mejor me parece, solo puedo desear que sea el camino correcto.
Cuanto más ando más cansado me siento y más perdido, tengo la piel pegajosa, como si me hubiese llenado de resina. Tengo sueño y me cuesta mantener los ojos abiertos. Tengo que encontrar el campamento antes de que me ocurra algo. Me detengo junto a un árbol a descansar y cuando estoy a punto de ponerme a andar oigo un rugido que viene de detrás de mí. Me giro bruscamente y veo un animal enorme. Mide tres metros y me observa con la boca abierta y los colmillos prominentes apuntando en mi dirección. Tiene la piel negra y brillante y los ojos negros. Es la pantera más grande que he visto hasta ahora. Me quedo quieto paralizado por el miedo. Sigue quieta mirándome ferozmente. Si no echo a correr se abalanzará sobre mí y entonces moriré. Empiezo a correr y noto que la pantera no me sigue. Respiro hondo y sigo avanzando.
A mi alrededor todo se tiñe de color azul y verde, los árboles se mueven y sus ramas caen al suelo. Me tropiezo con una de ellas y me doy de bruces contra el suelo. Pierdo las gafas y siento que me arde la rodilla. Me incorporo con cuidado y busco las gafas. Las encuentro junto al tronco de un árbol, este no se mueve así que me estiro para cogerlas. Al ponérmelas veo que los árboles y las flores ya nos son azules, sino que son amarillas y el suelo naranja. Intento ponerme en pie pero me duele el tobillo.
Mi respiración se acelera y siento que todo da vueltas a mi alrededor. Intento tranquilizarme pero no puedo pensar con claridad. Me sudan las palmas de las manos y me resbalo cuando intento ponerme en pie.
-Parker.
Levanto la cabeza de golpe, me ha parecido oír la voz de una mujer que pronunciaba mi nombre.
-Parker.
La voz es ahora de un hombre. Busco con la mirada el lugar del que proceden las voces pero no veo nada. Solo hay árboles que se mueven y giran.
-No podemos enviarlo ahí.
-Tenemos que hacerlo, es la única opción.
Las voces suenan cada vez más cerca, tanto que me mareo al pensar que pueden estar detrás de mí.
-Parker.
-Parker.
Cierro los ojos esperando a que termine esta pesadilla. Quiero gritar pero solo emito un simple gruñido. Siento que me ahogo y que no puedo moverme. Mi final está cerca.
-Parker.
-Parker.
Me tumbo en el suelo con los ojos cerrados aceptando que voy a morir asfixiado por los árboles o por los colmillos de la feroz pantera. Algo me roza el hombro y de zarandea. El roce de su mano me resulta familiar y lejano, como si me encontrase a cientos de kilómetros.
-¡Parker!-su voz suena fuerte y cerca de mi oído-¡Parker, despierta!
Abro un ojo con cuidado temiendo ver a la pantera. La persona que está delante de mí no tiene un aspecto feroz, los gestos de su cara están contraídos por el miedo y la angustia.
-Parker, mírame-su voz suena dulce.
Me sujeta por los hombros y me endereza. Me agarra con fuerza como si temiese que fuese a caerme.
-Parker, soy yo, mírame.
Quiero mirarla a los ojos pero no puedo, mis ojos miran en todas las direcciones en busca de la pantera.
Sus manos trepan hasta mi cara y me obliga a mirarla a los ojos. Kaya está frente a mí con el ceño fruncido. Me mira preocupada, como si temiese por mi vida.
Al mirarla a los ojos mi respiración se relaja y siento que los árboles dejan de girar y que los colores vuelven a ser los mismo de siempre.
-Parker, ¿estás bien? ¿Qué ha ocurrido?
Pongo mis manos sobre las suyas, me relajo al instante de rozar su piel. Todo vuelve a la normalidad y me permito mirar a mi alrededor. Los árboles no se mueven y no hay rastro de la pantera.
-Mi tobillo-consigo decir con voz ronca.
Se separa de mí y se acerca a mi pierna. Al parecer he tropezado con una rama del suelo y ello me ha hecho caer. No hay restos de sangre en el suelo, así que no ha sido nada grave.
-Tenemos que irnos.
Me coge de la mano y tira de mí para que me ponga en pie. Al principio noto todos los músculos pesados pero después consigo ponerme en pie. El tobillo derecho me arde y no puedo apoyarlo. Kaya se pasa uno de mis brazos por los hombros y se abraza a mí para intentar ayudarme a caminar. Soy mucho más alto que ella, pero de esta forma conseguimos avanzar. Mientras caminamos me doy cuenta de que todo lo que había visto antes no era real, los árboles no se mueven y el color del cielo no es amarillo. Paramos varias veces a descansar. Cuando llegamos al campamento está atardeciendo, he debido de alejarme varios kilómetros.
Todos están sentados junto a la hoguera a excepción de Robin que está atado al árbol con la cabeza caída a un lado y la nariz ensangrentada. Maï se pone en pie al verme y se acerca para ayudarme. Me obliga a sentarme sobre un tronco partido para que pueda examinarme mejor.
-¿Qué es lo que ha pasado?
-Estaba caminando por el sendero y sin darme cuenta me he salido de él. Cuando quise volver ya era demasiado tarde y empecé a encontrarme mal. De repente apareció una pantera gigante, los árboles empezaron a moverse y los colores eran distintos.
Maï y Kaya cruzan una mirada de preocupación y al instante vuelven a mirarme.
-¿Estás seguro de lo que has visto?
-Sí y escuché una voz. Realmente era una conversación entre un hombre y una mujer, sus voces me resultaron muy familiares.
-Tenía las pupilas dilatadas cuando lo encontré.
Kaya se marcha y Maï comienza a vendarme el tobillo. Sigo abrumado por lo sucedido en la jungla. Esas voces las he escuchado en otra parte, me resultan muy familiares, como si las hubiese estado escuchando todos los días de mi vida.
-Ella fue la primera en darse cuenta de que algo no iba bien-tardo unos instantes en darme cuenta de que habla de Kaya-Oímos un grito y no tardó ni un segundo en ir a buscarte.
Oír eso hace que me reconforte y que se me enciendan las mejillas. A pesar de lo sucedido por la noche ha ido a buscarme. Intento ponerme serio para ocultar el rubor. Mis sentimientos hacia ella siguen siendo fuertes, los mismos que antes de llegar a esta isla.
-¿Qué le ha pasado a Robin?
Tengo moratones y arañazos de la pelea que tuvimos, pero la sangre de su cara es reciente.
-Kaya y él se pelearon poco después de que te fueras. Robin empezó a hablar de...
Se queda callada y me mira con compasión. Robin ha vuelto a insistir en que yo la acosaba. Eso no es cierto, pero sí estoy enamorado de ella. Mis sentimientos hacia Kaya son los mismos que tenía antes de venir aquí y no puedo hacer que desaparezcan, no por el momento. Pensaba que ella preferiría estar alejada de mí, pero después de lo ocurrido no sé qué pensar. Seguramente ha ido en mi ayuda de la misma forma en la que hubiese ido si hubiese sido Maï o Nathasa, como compañeros que deben sobrevivir juntos.
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La Isla de los Cinco
PertualanganCinco chicos. Una isla. Cero recuerdos. Kaya solo recuerda su nombre. Nathasa tiene un extraño tatuaje. Parker está encerrado. Robin tiene una herida de bala. Maï está perdida en mitad de la isla. Los cinco tendrán que unirse para sobrevivir a los m...