Un mes. Solo un mes para que se casara, un mes para estar junto a la persona que ama por toda su vida.
"Parece que esta urgido, ¿qué no puede esperar?".
Eso lo había hecho pensar: ¿por qué ahora? No lo sabía y tenía miedo de averiguarlo.
Se sentía mal por su amigo, al rubio solo le importó su felicidad, no le había prestado atención a su alrededor, no se había dado cuenta del momento en el que varias cajas comenzaron a aparecer en la pequeña habitación.
El rubio estaba sentado en el suelo, recargando su espalda y cabeza sobre la orilla de la cama. Veía hacia la puerta, esperando a que su amigo entrará.
En cierto tiempo el pelirrojo entró con otra caja en manos, ni siquiera se había dado cuenta de que el rubio lo estaba viendo.
—Sasori...— le llamó.
—¿Mh...?
—¿Podemos hablar, Sasori?
—Estamos hablando...— dijo como si fuera obvio.
El rubio se levantó un poco del suelo y giró su rostro hacia donde estaba el pelirrojo y vio que este seguía metiendo cosas a aquella caja.
—Trato de decir que hablemos sin estar haciendo otras cosas, que hablemos frente a frente.
—Da lo mismo si te veo o no...
—Sasori, por favor...— dijo en un susurro, suplicándole. —Danna...— dijo al no recibir respuesta.
Sasori decidió dejar de la lado lo de empacar sus cosas y se dirigió hacia el rubio, sentándose junto a este.
Deidara se sentó nuevamente ya que se encontraba hincado, giró su vista hacia el pelirrojo.
—¿Por qué te vas?
—Porque quiero ir de vacaciones.
—Cuando alguien se va de vacaciones no guarda todas como si se fuera a mudar de casa.
—Voy a ir a la universidad, no voy a dejar todas mis cosas aquí.
—¿Por qué no me dijiste que ibas a ir a la universidad?
—Te lo iba a decir el día que me dijiste lo de tu compromiso.
—Me vas a dejar solo...
—Tendrás a Sasuke, no te dejo solo.
—Pero no va a ser lo mismo...
—Lo sé...— se levantó del piso y posó una mano sobre el cabello del rubio y lo despeino un poco. —Tengo que acabar de empacar...— y se fue a terminar de meter las cosas dentro de las cajas.
Era cierto, aquel día, Sasori había hecho una cena, él no sabía la razón pero tampoco había preguntado.
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El rubio regresaba a su casa, era un poco tarde, pero todo el día se lo había pasado con su nuevo prometido. Sí, Sasuke le había pedido matrimonio.
Al entrar, pudo ver como en la mesa estaba servida varia comida, lo extraño, según él, era que Sasori no estaba.
Subió a la habitación y vio al pelirrojo sentado en el suelo con una hoja en mano, la cual guardó en una pequeña cajita de madera al escucharlo entrar, para después girar su rostro hacia el rubio.
