—¿Quién?— preguntó el rubio.
—Uchiha Fugaku... Todas mueren por él.
—La verdad, jamás había escuchado su nombre hasta ahora...— se excusó con una sonrisa.
—Sí, ya me di cuenta...
—Bueno, ¿qué tiene de especial ese...?— se quedó en silencio. —¿Cómo dijiste que se llamaba, Kizashi...?
—Uchiha Fugaku, préstame más atención cuando te hablo...
—¿Qué tiene de especial ese tal Uchiha Fugaku?
—Se dice que es el futuro dueño de la gran empresa Uchiha, fundada por Uchiha Madara...— contestó molesto.
—Se ve que lo investigaste muy bien...— dijo en tono divertido. —¿Para qué me dices esto? ¿Quién de todas las chicas que te gustan han caído por él?
—Fue... Mebuki, quiero que hagas que se enamore de ti, como los chicos y alguna que otra chica...— suplicó.
—¿Mebuki...?— soltó una pequeña sonrisa. —A ella jamás le hará caso, creó. Y yo no lo haré, los tiempos donde yo hacia eso se acabaron...— tomó con sus palillos una porción de su ramen y se lo llevó a la boca.
—Por favor, Minato...— se quedó callado viendo al rubio, quien estaba a punto de acabarse su almuerzo. —De acuerdo...— suspiró —Pensé que te interesaría, es que, tu mejor amiga también esta detrás de él, pero bueno...— dijo con supuesta lastima.
—¿Kushina...?— se quedó pensando. —Esta bien, pero sólo por Kushina...— se comió el naruto que sobraba en su plato y se levantó. —Enseñame al Uchiha...
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—¿Es ese?— fruncio el ceño.
—Sí. ¿Qué tiene?
—Esta feo...— dijo con el ceño levemente fruncido
—Sí, lo sé— ambos se quedaron en silencio. —Oye, mira...— señalo hacia el Uchiha.
—Esa es ¿Mikoto...?
Al ver como la azabache era rechazada por el chico, ambos supieron que si Minato quería enamorar al Uchiha, tendría que hacer algún tipo de ritual satánico para que eso pasara, pues le sería imposible hacerlo.
Cuando vieron que la chica se había alejado, el rubio se adentró al salón y se sentó encima del escritorio de Fugaku y este apartó su vista del libro que estaba leyendo.
—Hola...— le sonrío
—¿Qué quieres?— contestó causándole escalofríos al rubio.
—Solo te quería... Hablar.
—Entonces... Ya te vas, ¿no?
—Soy Namikase Minato, ¿y tú?— dijo ignorando su pregunta.
—Si te lo digo, ¿te irás y me dejarás en paz?
—No, la verdad ya se tu nombre, Uchiha Fugaku, ¿no?— dijo con inquietud mientras sonreía coqueto. —¿Qué se siente ser uno de los chicos más deseados del instituto?
—Adiós...— se levantó de su asiento y salió del salón, dejando al rubio desconcertado.
A los pocos minutos entró Kizashi y por la expresión del rubio, se pudo imaginar lo que había pasado.
—¿Estás bien?
—¿Ese idiota tiene corazón de piedra o es un maldito robot...?
—¿Por qué lo dices?
—Ni siquiera me prestó atención...— dijo dolido.
—Bueno, gracias por tratar de ayudarme...
—Ah no, ahora ese maldito Uchiha se va a enamorar de mí... Cueste lo que cueste.
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—Dejame en paz por favor— rogó el azabache.
—Pe-pero, ¿por qué?
Los dos chicos iban caminando por el estacionamiento, un rubio detrás de un azabache, el ojiazul corriendo tratando de alcanzar al ojinegro.
—No estoy interesado en ello...
—Pe-pero...
El azabache se detuvo frente a la puerta del conductor de un auto negro, la abrió y lanzó su mochila hacia la parte trasera y luego volteó a ver al rubio que respiraba con dificultad.
El Uchiha suspiró, tomó la mochila del Namikase y se la quitó del hombro para luego lanzarla también a los asientos traseros.
—Sube al auto...— bufo incómodo.
—¿Eh...?— el rubio desconcertado por la repentina actitud del rubio, no supo que decir.
—Sube al auto, ahora...— el azabache se subió y al rubio se le apareció una sonrisa en su rostro
—De acuerdo...— rodeó el auto y se subió al asiento del copiloto.
El azabache arrancó el auto, sería un camino largo.
Había pasado una semana desde que hablaron por primera vez, y toda esta, el rubio se la había pasado detrás del azabache, tratando de llamar su atención.
