Capitulo 8

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Los dolores dejaron de suceder desde que Angelina tomo por primera vez de mi sangre, pero todo fue peor.

—Que haces aquí?—dijo Ayato—
—Ayato, hijo mío, volverás a matarme?—dijo el corazón de Cordelia—

Cordelia estaba en mi cuerpo, yo trataba de expulsarla pero era en vano.

—Vaya, vaya pensé que te encontraría en el infierno —dijo Laito—
—Lamentó no cumplir tus expectativas —sonreí—
—No puede ser verdad —dijo Kanato—
—Mi pequeño canario, cantame esa hermosa canción que cantabas cuando eras niño —dije dándole un orden a mi hijo—

Todos los chicos estaban reunidos, incluso los hijos de Beatrix y Christa, pero me faltaban dos de ellos, Ayato y mi pequeña bailarina.

—Donde está mi pequeña bailarina?—dije sonriendo— parece que han excluido a la única persona que los ha tratado bien —reí— que niños más tontos

Podía ver la cara de seriedad de cada uno de ellos, gracias a que está chica llegó, mi hija a sido despreciada y odiada por sus hermanos.

Narra Angelina.

—No puedo, no puedo

Susurre una y mil veces, lágrimas resbalaban en mi rostro, Cordelia había despertado tengo miedo, no quiero que ella cuente las muchas cosas que tuve que pasar, no quiero que mi relación con ellos cambie, no puedo encontrar significado a mi vida, las únicas personas a las que amo, me odian.
Cubrí mi bica tratando de aguantar mis sollozos, porque no maté a Yui? Sabía perfectamente que el corazón de Cordelia iba a ser puesto en el cuerpo de una humana, la única que lo sabía era yo.. Yui fue la única novia que llegó aquí y se preocupó, no puedo dejar que esa perra se quede en el cuerpo de Yui.

—Eres débil, eres débil.. —susurre—

No podía dejar que me vieran así, sabía que aquella mujer estaba aquí en este mismo lugar, pero no era lo suficientemente valiente para verla.

—Los chicos la quieren —susurre— entonces... tengo que tener en valor de hablar con esa mujer, hacer algo para sacarla del cuerpo de Yui...

Me quede unos minutos, tenía miedo, pero en verdad quería matar nuevamente a Cordelia y hacer que desaparezca... por el resto de la eternidad.

—Mi pequeña bailarina —susurro aquella mujer con la daga de plata de Subaru—

Todos dieron la mirada a mi, debes ser fuerte, me susurre una y mil veces.

—Sabía que el tío tenía una visita, jamás creí que fueras tú —susurre sonriendo— me alegro de verte... madre
—Siempre tan linda como siempre, me hubiera encantado estar siempre aún lado de ti para escuchar las bellas cosas que me dices —sonrío Cordelia—
—Tu siempre caes muy bien madre —sonreí—
—Por lo visto siempre te diste cuenta de eso —sonrío—
—Pero por el balcón —dije sería— recordarte cayendo pidiendo ayuda —comenze a reír— ¿esperabas que Laito o yo te ayudáramos? No seas estupida —solté a carcajadas—

Los chicos me seguían viendo serias, Cordelia me miraba sería y molesta.

—Dime madre, no me has olvidado cierto?—sonreí apareciendo enfrente de ella—

Los Hijos de Cordelia; Diabolik LoversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora