Capitulo 23

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Salí de mi habitación aburrida, encontrándome con ese chico, con el primer chico del que me había enamorado, el primer y último amor. Llevaba consigo una gran charola con vajillas cuando se escucho un ruido muy horrible, solté una risa baja para mí misma, me acerqué a el y solté un suspiro.

—Me pregunto porque Reiji confió en ti para tener sus vajillas —conteste sería.

—S-señorita Angelina —me observo.

Pude ver la venda que tenía en su ojo, abajo de ella tenía una muy grande gaza, fruncí un poco el ceño al verlo así, ahora no podía ver sus ojos azules.

—No me llames por mi nombre como si me tuvieras mucha confianza —conteste de la misma forma. —¿Sabes que podría hacerte Reiji si se entera que has roto una de sus juegos? Me gustaría saberlo

—Señorita, por favor ayúdeme —susurro tomando los vidrios, como resultado encajándose unas partes.

—¿Porque tendría que ayudarte? Yo no fui la entupida que se tropezó rompiendo este juego del idiota con lentes, has tu vida miserable tú mismo —Me di la vuelta.

—¡Por favor espere! ¡Haré todo lo que usted me pida, pero por favor ayúdeme si no el joven Reiji me va a matar!—Tomo mi pierna llenándola de su sangre.

Con sorpresa en mi rostro, solté una patada en su cara alejándolo de mi podía ver lo asustado que se veía, me preocupaba pero no dejaría que  me viera débil, demostraría el odio que sentía hacia el.

—¡Por favor ayúdeme!—comenzó a llorar altamente.

Nunca había sentido esa sensación, ¿me daba lastima? Veía la sangre salir de su boca a causa de mi patada, su ojo azul se veía tan triste. Cruce los brazos y me agaché.

—No tengo intenciones de ayudarte —susurre tomando su rostro. —Pero está es una de las vajillas favoritas de Reiji, vamos pon la mínima parte de este juego en la charola, incluyendo las que están en sus manos clavadas —dije mientras recogía los pedazos.

—Gracias, señorita —susurro aspirando sus mocos y rápidamente poniendo con cuidado los pedazos.

Lo observe con una mirada triste, se muy bien que si Reiji supiera que el a roto este juego de vajilla no le importaría, no tendría caso arreglarlo porque para él perdería su valor, pero verlo tan desesperado me hizo sentir mal, ser la causa de todas las cosas que le han sucedido desde que llegó aquí, ver su rostro cortado a causa mía.

—Primera déjame curarte tus manos —dije sería.

—No es necesario que un simple mayordomo como yo reciba atención de mi ama —sonrío. —Es un honor para mí que mi ama se fije por primera vez en mis heridas —Tomo mis manos.

Guarde silencio y lo observe a los ojos, quien imaginaria que el chico del que estuve enamorada llegaría como si nada, tal vez me este desquitando o tal vez no, en realidad desde que llegó sentí una pulsación en mi pecho queriendo herirlo como el lo hizo desde aquel dia, con mi madre, no, Cordelia.
Pude escuchar un gemido haciéndome salir de mis pensamientos, observe que mis manos estaban en el cuello de Kyrei, lo que más me sorprendió fue que el me sonreía.

—Idiota.. Porque me lastimaste.. Porque me heriste.. Porque me decepcionaste de esa forma.. hubiera aceptado con cualquier chica pero.. ¡PORQUE CON LA MALDITA PUTA DE MI MADRE! —grite aguantando las lágrimas.

El con dificultad tomo mi rostro limpiando mis lágrimas, su sangre había quedado en mi rostro.

Kyrei y yo estábamos en el bosque tomando un helado juntos, estaba feliz, feliz de estar juntos.

—Espera, tienes algo aquí —susurro acercándose y besando el costado de mi labio.

Solté una risa nerviosa a su tacto y observe sonrojada el piso.

—Gracias —susurre.

—Angelina, quiero darte algo.. —dijo mientras sacaba algo de su bolsillo del pantalón.

—¿Que?—dije sorprendida soltando el helado.

—¿Quisieras ser mi esposa?—dijo tomando mi mano.

Con una sorpresa aun en mi rostro no podía responder nada, el me hacía feliz, el me hacía sonreír. Tomo sus manos y lo acerqué a mi besándolo.

—¡Claro que si!—grite abrazándolo.

El tomo mi mejilla acariciandola, su tacto me hacía sentir segura. Ese mismo día, donde todo había sido felicidad, ese mismo día esa felicidad había terminado, ese día fue el más feliz pero el más detestable.

Observe a ese chico, el seguía acariciando mi rostro, lo está haciendo con tanta ternura como ese día..

—Por favor... mátame... mátame... —susurró.

—No digas estupideces —susurre.

—Quiero... quiero que la mujer de la que me enamore... de la que ocasione que me odiara.. también quiero que sea l que me mate... la que se lleve mi alma.. ¿lo harías?—susurró.

Inmediatamente solté su cuello haciendo que el cayera al suelo, con la respiración alterada, con tantos nervios, el me sonreía a pesar de el daño que yo le estaba ocasionando.

(..)

—¿Donde está el mayordomo?—dijo Reiji viendo su reloj de bolsillo.

—Debe de estar limpiando en algún lugar de la mansión —dijo Ayato.

—Si, debe ser eso —dijo Laito comiendo con macarrón.

—Tengo hambre, ¿Reiji podrías hacerme un pastel?—dijo Kanato.

—Guarda silencio Kanato, le había dicho al mayordomo la hora en la que nos veríamos.

Entre con la bandeja y la vajilla ya hecha nuevamente, sin rastro de rasgadura. Levante el rostro y sonreí.

—¿Donde está el mayordomo?—contestó Reiji.

Baje la mirada y sonreí.

no podías tonterías —dije soberbiamente. —No te dejaré morir, te haré sentirte la peor basura, serás mi muñeco te haré sufrir cuantas veces yo quiera —susurre.

Por favor, sácame de este sentimiento que no me ha dejado ser feliz, yo sé que si muero tú estarías feliz —me acerco a su rostro.

Mis ojos se abrieron de par en par al sentir sus labios pegados a los míos, esos labios que alguna vez probé, esos labios que alguna vez amé, esos labios que alguna vez fueron míos.

Por favor, nunca me dejes solo, nunca me alejes de ti, puedes comer mi alma y seré solo tuyo, come mi alma... ¿si?—susurró en mis labios.

Cerré los ojos y rápidamente comencé a apuñalar su pecho con lágrimas de odio, tristeza, alegría, con tantos sentimientos revueltos.

Así serás.. eternamente mío, mayordomo —sonreí sádicamente.

—Lo hice eternamente mío —sonreí.

Ellos tenían sus rostros sorprendidos, verme llena de sangre, quién creería que sería capaz de matar a alguien a quien ame, nadie lo creería, pero nosotros las criaturas extrañas nunca podemos morir, y una prueba de amor, es ser asesinado por la persona a la que aman.

Los Hijos de Cordelia; Diabolik LoversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora