| Ángel |

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Enamorada del profesor

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El socorro tomó el sonido de un abandonado maullido
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...

Miku y yo habíamos decidido alargar aquél paseo comentando temas triviales. Ella no me quería contar lo que le ocurría todavía, y yo no podía obligarla; estaba segura de que me buscaría cuando estuviera lista y deseaba que no fuera demasiado tarde cuando lo hiciera.

Diez minutos después, decidimos volver a la heladería, donde todos estaban esperándonos sentados alrededor de una larga mesa. Miriam y Kaito nos explicaron que habían creado una lista con los postres que ofrecerían en la reapertura y nuevos sabores que querían experimentar y el resto del equipo resumió su exitoso reparto. Tras aquello, decidimos repasar los últimos detalles antes de la reapertura, que se haría en un par de días, y decidimos ayudarles siendo camareros extra en aquél importante momento. Si habíamos estado ahí desde el principio, lo haríamos hasta el final.

— Será un éxito y vendrá mucha gente. —Aseguré, alzando mi mentón orgullosa—. Tanto esfuerzo merecerá la pena.

Todos asintieron al unísono y noté aquél espíritu luchador en sus miradas, sobre todo en la de Miriam, antes de que se despidieran de ella y volvieran mientras yo decidí quedarme un ratito más. Aquella mujer se había convertido en mi inspiración en menos de una semana. En su mirada transmitía la paz necesaria que calmaba enseguida tu alma y sus sonrisas eran dibujadas en su rostro con ternura; su voz, melodiosa y aterciopelada, era la usó para llamarme cuando estábamos a punto de irnos tras pasar los últimos minutos contando anécdotas que prometimos que no saldrían de nuestro círculo.

— Rin, no soy capaz de agradecerte lo que estás haciendo. —Me dijo, mirándome con una delicadeza que me endulzó—. Este establecimiento ha sido desde siempre mi gran sueño —sus ojos azul cielo recorrieron el recinto antes de volver a mí—, y vosotros lo estáis haciendo realidad. —Su mano acarició suavemente mi mejilla y respondí a aquél gesto con mi mejor sonrisa—. Sois como unos ángeles de la guarda. —Susurró antes de envolverme con sus brazos y abrazarme con fuerza. Yo no supe cómo reaccionar ante las palabras que había oído. ¿Ángeles de la guarda? ¿De verdad ella nos consideraba tanto? Aspiré su aroma de jazmín y cerré mis ojos. Rodeé su cuerpo y correspondí a aquél abrazo.

— Cualquiera hubiera hecho lo imposible por recompensar su esfuerzo. —Le aseguré con firmeza. Nos separamos y vi su emoción reflejada en su rostro esperanzado.

— Dudo que lo hubieran hecho con la misma dedicación. —La voz de Lenka nos interrumpió. Ella apareció detrás de mí, con una amplia sonrisa y pasó un brazo por mis hombros—. Si esto es un éxito, prepárate para tu próxima misión: encontrarme un novio.

Solté una sonora carcajada. Lenka era igual de alta que el imbécil de su hermano.

— Si es para ti será misión imposible. —Bromeé, despidiéndome de ella con un abrazo y prometiéndole a Miriam que volvería antes de la reapertura.

Salí de la heladería y caminé a casa, con una sonrisa y los ojos puestos en mi móvil. Sin embargo, un silbido detuvo mis pasos. Volteé mi rostro y vi a Rinto apoyado en la pared de la tienda, con los brazos cruzados y una divertida mueca.

— ¿Pensabas irte y librarte de mí? —Amplié mi sonrisa y bloqueé mi IPhone antes de guardarlo en el bolsillo trasero de mi pantalón.

— Puede. —Canturreé, balanceándome sobre mis talones. Él soltó una leve carcajada y se acercó a mí. Alcé mis ojos hacia los suyos cuando acarició mi mejilla con cariño.

Enamorada del profesor | RiLenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora