| Venganza |

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Enamorada del profesor

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Hoy la juguetona venganza viene pintada de amarillo
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...

Es gay, repetí, parpadeando varias veces seguidas mientras esperaba a que Miki encontrara su libro de química.

Después de aquella sorprendente confesión se formó un intenso silencio, roto poco después por la temblorosa voz de esa mocosa. Takeda parecía un tomate en llamas y Miku estaba igual de impactada que yo. Mayu e Iku se vieron obligadas a llevarse a rastras a su líder cuando ésta comenzó a gritar que si se trataba de otra mentira y que no podía ser real. Después de eso, nuestro presidente enseguida nos pidió perdón tras perdón hasta que pudimos detenerle y, tras por fin digerir aquella noticia bomba, hacerle saber con una sonrisa que no había ningún problema y contaba con nuestro absoluto apoyo. El pobre retuvo enormemente sus ganas de llorar antes de envolvernos entre sus brazos y abrazarnos con fuerza.

Jesús, demasiada emoción por hoy.

— ¡Oi, Rin!

— ¡Waa! —Grité cuando sentí un fuerte golpe en la espalda y volteé mi rostro de inmediato hacia la culpable de ello, sobándome mi zona dañada—. ¡Qué bruta eres, Miki, eso duele! —Puse un mohín y ella se encogió de hombros.

— Te decía que ya podíamos irnos, pero como no me hacías caso, he tenido que recurrir a una mejor y efectiva solución. —Sonrió abiertamente, sacando músculo de su brazo.

— Esto me dejará marca. —Murmuré, sobándome la espalda antes de suspirar y bajar las escaleras junto a ella.

Tras limpiar por fin la cafetería en otro día de castigo, Miki y yo habíamos tenido que volver a nuestro salón porque cierta pelirroja idiota se había olvidado los libros de química en la caja de su mesa. Con ello, también habíamos convencido a los primos incestuosos para que se adelantaran a la vuelta a casa. Sabíamos que nada iba a ocurrir, mas por intentar provocar esas situaciones no perdíamos nada.

— Por cierto, ¿qué tal con el anime que te recomendé?

— ¿Gakuen Babysitter? —Ella asintió con una divertida sonrisa mientras bajábamos las escaleras—. Acabo con el azúcar por las nubes con cada capítulo, así que imagina.

Mi mejor amiga rio.

— Pero te está gustando, ¿cierto? A lo mejor logras incluso que los niños pequeños dejen de asustarte.

Me sonrojé avergonzada cuando sacó el tema y desvié la mirada.

— Sabes que no me asustan. Solo que... bueno, son una bomba de relojería, nunca sabes cuándo van a explotar, ya sea haciendo una rabieta, gritando o llorando. —Puse una mueca, casi notando el escalofrío de solo imaginarme rodeada de eso críos, con sus sonrisas traviesas mientras me observan como si fuera una diana donde debían de lanzar sus juguetes—. Si solo fueran como Kotaro... —Suspiré, recordando lo tranquilo y sereno que era el pequeño protagonista, por no hablar de lo adorable que se volvía cuando se preocupaba por su hermano.

— Pft, eso es imposible. Mejor sigue adoptando gatos callejeros, parece que se te da de maravilla.

— ¡Ey! —Reí con ella, golpeando suavemente su hombro con mi puño antes de salir finalmente del edificio.

Sin embargo, me detuve en seco cuando vi esa cabellera rubia parada junto a la puerta, sonriendo coqueto mientras hablaba con algunas chicas que volvían a casa tras sus actividades del club.

... im po si ble.

— ¿Ah? ¿Acaso ese de ahí no es Rint¡Waaa! —Miki entrecerró sus ojos para visualizarlo mejor, pero enseguida tomé su brazo y la empujé tras uno de los pilares para escondernos—. ¿Qué diablos...?

Enamorada del profesor | RiLenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora