Enamorada del profesor
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La suerte es para los más débiles
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Aquella tormenta por fin abandonó la ciudad tras su particular visita, dejando como recuerdo su aroma y sus marcas de agua en cada rincón. Con una melodía de fondo pegadiza de Imagine Dragons me entretuve mirando el paisaje al que estaba acostumbrada a través del cristal del todoterreno mientras la velocidad del vehículo fue disminuyendo hasta detenerse por completo frente a mi casa. Sonreí, volteándome hacia mi profesor de matemáticas.
— Muchas gracias por todo, sensei.
— No es nada. —Me devolvió la sonrisa, apoyando su cabeza en el reposacabezas del asiento—. Cuando te pongas enferma otra vez ya sabes a dónde acudir. —Bromeó y reí con él, bajando mi mirada a Hayato, quién jugaba con una de mis manos.
Parecía haberse recuperado milagrosamente de la noche a la mañana y afortunadamente, en el chequeo de aquél medio día afirmaba su buen estado de salud.
— ¿Ya le has avisado a tu madre sobre que vuelves con una mascota de más?
— Nah, las aventuras son más divertidas si huelen a peligro. —Me limité a responder, deleitándome con su carcajada.
Sí, Hayato sería una gran sorpresa para mamá. Sin embargo, ya no podía hacer nada. Lo adopté legalmente en la veterinaria aprovechando su programa piloto y ahora era la tutora legal del minino, aunque también le debía agradecer a Len por firmar un consentimiento debido a que yo todavía no había cumplido la mayoría de edad. Fue arriesgando firmas los papeles sin decirles nada a mis padres, pero así podría tener una excusa y evitar que mamá me obligara a meterlo en una casa de acogida.
No es que ella tuviera nada en contra de los animales, pero desde la experiencia con Copito, una gata de la cual fui familia de acogida temporal, al parecer le cogió cierta manía a los gatos. Aunque conservaba la esperanza de que Hayato le cambiara de opinión.
— Le haré alguna visita al pequeño Hayato pronto. —Anunció, alzando su mano para acariciar con suavidad la cabeza del minino. Éste al notar las caricias, alzó su cabecita, ronroneando. Sonreí con diversión, contenta por haberle encontrado.
— Creo que es hora de bajar. —Dije, alzando mi mirada a Len, quién también me miró y amplió su sonrisa, asintiendo antes de acercar su mano a mi cabeza y revolver mi cabello con suavidad.
Creo que le estaba cogiendo costumbre a eso de despeinarme, pero no podía negar que me gustaba.
— Nos vemos en clase, Rin.
Abrí la puerta y, con Hayato en mis brazos y una bolsa con mi jersey, camisa y chaqueta en la otra, bajé del todoterreno antes de acercarme a la puerta trasera y hacer lo mismo. Momo bajó y ladró varias veces, moviendo su cola con energía. Le sonreí antes de cerrar la puerta y acercarme a la mía, todavía abierta.
— También dale las gracias a Meiko de mi parte. —Le recordé y él asintió, guiñándome el ojo antes de que yo cerrara la puerta y me despidiera con un ademán—. Vamos, bonita. —Miré a Momo y encaminamos hacia la puerta de casa.
Al tener todas las manos ocupadas, decidí golpearla con la pierna y, disimuladamente, giré mi rostro para ver cómo el todoterreno volvía a ponerse en marcha para después perderse calle arriba. No evité sonreír tal como una idiota y esconder mi cabeza entre mis hombros, aspirando el olor que todavía tenía aquella sudadera azul. Sí, Len había acabado dándome su sudadera pese a que me había negado incontables veces. Según él, mi camisa todavía seguía húmeda y la sudadera le quedaba pequeña y le daba lástima tirarla.
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Enamorada del profesor | RiLen
फैनफिक्शन| Hiatus indefinido | Quien me diría a mi, Rin Kagamine de casi 18 años e hija insectofóbica de un exterminador, que lidiaría con tantísimos problemas. Que sería la novia de mentira de mi mejor amigo, Mikuo, enamorado de su prima Miku, que también e...