Enamorada del profesor
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Creí que la sangre que brotaba de mis manos era el precio de hacer justicia, sin saber que tenía un concepto de justicia bastante estúpido
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— Mierda, ¿por qué ahora? —Maldije tras salir del baño, apoyándome contra la puerta unos segundos, con mis manos en ambos costados de mi cadera.
Pese a que se habían suavizado en ese momento, el punzante dolor persistía, fatigándome. Que me viniera la menstruación era lo único que me faltaba, ahora estaba más irritable y solo quería que ese asqueroso día acabara para ir a casa, comer y dormir. O, bueno, eso era lo que deseaba hacer de no ser porque a la sensei de química le pareció una estupenda idea hacer un pequeño examen para comprobar el nivel de la clase antes de pasar al siguiente tema.
Bufé antes de erguirme y arrastrar mis pies de nuevo hacia el salón, algo revoltoso por el poco tiempo que quedaba para finalizar la hora de tutoría. Me adentré, caminando hacia mi asiento entre las voces de mis compañeras y compañeros, aunque cuando llegué a mi mesa, me extrañé al ver un folio sobre ésta y lo tomé, frunciendo un poco el ceño.
— ¿Orientación universitaria? —Leí en alto, mas cuando le quise preguntar a Miki el por qué nos habían repartido esto, la voz de nuestra tutora se adelantó.
— ¡Vale, chicas y chicos, silencio, por favor! ¡El timbre está a punto de sonar y quiero explicaros esto! —Pidió, apaciguando casi de inmediato el jaleo—. El impreso que se os acaba de pasar es importante que lo rellenéis para finales de este mes. Como veis, trata sobre vuestro futuro y esto nos ayudará a conocer vuestras orientaciones universitarias y qué planes tenéis cada uno tras la preparatoria.
¿Planes de futuro? Fruncí un poco el ceño, bajando mis ojos al cuestionario mientras la sensei continuaba hablando. Sin embargo, no me molesté en leerlo; lo doblé y guardé en mi mochila antes de cruzar mis brazos sobre la mesa y dejar caer mi cabeza en ellas, tratando de pensar en todo menos en el dichoso dolor menstrual.
Mierda, ¿por qué los chicos no sufren también cada mes?
Pocos minutos después, el timbre sonó, dando por terminada la clase y el comienzo del receso. Todos se alzaron, revolucionando el salón con sus voces y el arrastre de mesas y sillas. Yo bufé, alzando mi cabeza con pesadez para luego recoger mi mochila del suelo y buscar en el bolsillo pequeño una caja de pastillas y un par de monedas.
Me levanté de mi asiento y después de avisar a Miki que iría a las máquinas expendedoras, salí del salón, poniendo una mueca y con una de mis manos de nuevo al costado de mis caderas. Lo peor de todo esto es que no era tiempo para que me viniera, ¡se suponía que me bajaría a finales de la semana siguiente!
Infiernos, hubiera pasado el primer y más doloroso día en casa, siendo mimada por mamá y papá, no aquí, farfullé mentalmente.
Llegué a las máquinas expendedoras y enseguida me detuve en seco, agrandando mis ojos al ver un cuerpo sentado en el suelo entre máquina y máquina y casi podía decirse incluso, que estaba envuelto en una oscura aura.
— ¿Mi... kuo? —Pregunté aun anonadada cuando me acerqué más, reconociendo esa cabellera inconfundible.
Él alzó su rostro, mostrando unas notables ojeras bajo sus apagados ojos que se clavaron en mí y sonrió con cierto esfuerzo.
— Ey. —Saludó y yo junté mis cejas con preocupación.
— ¿Qué diablos haces ahí? No te ves para nada bien.
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Enamorada del profesor | RiLen
Fanfiction| Hiatus indefinido | Quien me diría a mi, Rin Kagamine de casi 18 años e hija insectofóbica de un exterminador, que lidiaría con tantísimos problemas. Que sería la novia de mentira de mi mejor amigo, Mikuo, enamorado de su prima Miku, que también e...