| Llorona |

1K 131 24
                                    

Enamorada del profesor
.
Soltaríamos el mundo para agarrar tu mano
.
.

..

El silencio continuaba incomodándome y mis ojos no podía mantenerse en un punto fijo. Tía Luka, como yo, estaba en ese momento sentada en el suelo, tras la mesa baja de madera que nos separaba y sobre la cual, descansaban sus cascos.

Después de haberla encontrado en esa inesperada postura, ambas habíamos pretendido no haber visto nada y ella me invitó enseguida a pasar y sentarme. Aunque, de momento, ninguna de las dos habíamos abierto la boca y yo estaba demasiado nerviosa para empezar. De hecho, no sabía ni qué decir primero.

— Eh… —Alcé mi mirada hacia mi tía cuando la oí carraspear. Ella tenía sus ojos puestos en mí y sus cejas juntas—. ¿Cómo va tu mano? —Preguntó con cierta preocupación y yo agrandé un poco mis ojos, mirando el vendaje.

Por poco y me olvido.

— Bueno… bien, no me duele.

— Ya veo. —Suspiró levemente, desviando la mirada.

— Lo siento. —Antes de que siquiera pudiera pensar, las palabras fluyeron de mi boca, sorprendiendo a mi tía, que volvió enseguida su mirada hacia mí. El corazón me latía con fuerza y tragué saliva—. Siento mucho lo que pasó antes. —Junté mis cejas, arrepentida, y bajé la mirada al sentirme incapaz de aguantarla más—. No debí comportarme de esa manera, ni mucho menos haberte gritado como lo hice. Perdón.

El silencio volvió a llenar el ambiente durante lo que me parecieron minutos hasta que escuché a tía Luka levantarse para luego sentarse a mi lado. Levanté mis ojos, viéndola sonreír levemente.

— La que debe disculparse soy yo, Rin. No hice más que presionarte, sin detenerme a pensar en lo agobiada que estarías. Lamento mucho haberte hecho pasar por eso e insistir tanto. Además, yo… —desvió la mirada algo apenada— estuve realmente preocupada porque nuestra relación hubiera cambiado, Rin. —Confesó con un tono de voz baja, sorprendiéndome enormemente.

— ¿Eh? ¿Cómo podría nuestra relación haber cambiado?

Mi tía pareció respirar profundamente antes de alzar su mirada hacia mí, juntando sus cejas sobre sus mejillas levemente enrojecidas, y durante un instante, esa esencia que envolvía a los adultos pareció esfumarse para dejarme ver esa debilidad.

— … Aunque los dos años y ocho meses que hemos estado separadas suenen poco, para mí fue la separación más dolorosa que tuve que afrontar. Las personas no dejan de cambiar, Rin, mírate. Eras una preadolescente de secundaria con aparato cuando te dejé y ahora, una inquieta joven en su último curso de preparatoria. Me perdí todo eso y la primera vez que nos vimos después de ese tiempo, aparte de la enorme felicidad que sentí, también tenía algo de miedo de que algo hubiera cambiado entre nosotras y no mantuviéramos la misma confianza que antes.

Mierda, tantas emociones en ese día y yo tan sensible por la dichosa menstruación.

Con los ojos lagrimosos, me abalancé sobre mi tía inmediatamente después de que hablara, abrazándola con toda la fuerza que me quedaba. Noté su cuerpo tensarse de la sorpresa antes de relajarse.

— Nada ha cambiado, tía Luka, nada. —Aseguré con la voz más firme que pude, y pronto sentí sus brazos rodeándome para estrecharme contra ella con la misma intensidad—. Te quiero y que no te cuente todo lo que me pase, no significa que te quiera menos. Solo que, para mí, contar estos problemas no es… nada sencillo; después de todo, pienso que son tonterías y que puedo manejarlo yo sola. —Me sinceré por completo, sin imaginarme que el peso del que me libraría entonces iba a ser tanto.

Enamorada del profesor | RiLenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora