Capitulo 2

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A veces el ser un sobre valorado conejito tiene sus malos ratos; como el desde la escuela se metan conmigo por el aroma a presa fácil que emito, pero ahora en el mundo de los adultos continuo siendo invisible hasta que llega el momento de la confidencialidad, ¿A quién le confías tus armas y tu dinero, a un poderoso cocodrilo o a un sencillo conejito?

—Su mercancía es todo un éxito, no se preocupe por detalles como eso recuerde que tengo a mi socio y el cuidara sus vienes o su cheque llegara en cero—una estruendosa risa me hace alejarme del teléfono—Claro que si, no me extraña usted sabe como son los depredadores a la hora de los secretos, si, también.

Quien tengo al teléfono es un famoso camaleón proveedor de las mejores armas ya sea de forma legal o ilegal, pero no sos sus armas de alto calibre lo que quiero, a mi solo me interesan sus cuchillos, aquellos que no importa la empuñadura o la curva de la navaja, siempre sabes que cortara y de forma limpia.

—Quisiera pedirle una de sus especiales, no esa obra de arte no es digna de ver el mundo aun—busco un papel donde anotar—Me refiero a Rebeca, si no hay duda de que sus curvas tienen cautivados a todos. Claro, la estaré esperando, que pase una buena noche.

Nunca se donde se encuentra,  solo se que él me llama a mi por teléfonos privados, jamas acepta interrogatorios y es muy fácil de hablar ya que solo soy un pequeño conejo contra un maestro del disfraz. Una vez acabado mi trabajo comienzo a preparar mi desayuno  supongo que debo preparar algo para mi "invitado".

Recuerdo tener algo de pasta; fideos con papa y zanahoria suena bien, agregaré algo de pan con ajo. Me frotó el estomago al sentir como se anima de solo pensar en comida caliente, un jugo de manzana estaría perfecto. Una vez reunidos los ingredientes me pierdo en cerciorarme de que la comida quede lo mejor posible, papá dice que es un mal habitó querer que todo sea perfecto.

—Sino hiciera un clima tan atroz podría salir por flores—digo algo decepcionado al ver la mesa puesta,  pero sin duda le falta algo al centro de mesa para que vea perfecto—Supongo que mi tiempo como enfermera comienza ahora.

Llevo un baso de agua templada a mi habitación, tal y como lo deje hace casi una hora, el nendertal sigue roncando y acaparando todo lo que puede de la cama, en algún momento en la noche él se quito los suéteres y pateo el edredón. Debería sentirme frustrado por todo esto, se que debería,  pero él es el primer extraño con el que voy a intercambiar mas de tres diálogos y no sera por trabajó.

—Hola... Oye, despierta—lo muevo un poco pero sigue roncando—Despierta, vamos arriba,  tienes que tomar tu medicina—le regaño usando el tono de voz de su madre.

—Mmm... —se rueda y me da la espalda—Sabe feo.

—¡Claro que no,  son pastillas,  no tiene sabor! ¡Levantate Thor! —le jalo con más fuerza y le quito la sabana.

—Cinco minutos más—se estira como un gran gato, por lo menos su voz volvió—Prometo lavar los trastes.

—Esta bien—me retiró, ¿para que molestarse con ese peso muerto?—Si no bajas después de darte un baño no habra comida para ti, jovencito—sigo en mi plan de madre.

—No... —entierra su cabeza entre las almohadas.

Como mi invitado seguirá durmiendo yo aprovecharé para desayunar con toda la calma del mundo, bajo y admiro mi perfecta mesa sin flores, debo comprar flores artificiales.

Reviso mis redes sociales, me relajo con mi primer café cargado en la mañana, amo esa cafetera, siento que podría tener un orgasmo con solo tomar mi primera taza. Biel me manda un mensaje diciendo que ya esta en la tienda,  y como es domingo yo no necesito estar presente hasta el medio día, el día de hoy solo tengo que recibir las nuevas tiendas de campaña y revisar el inventario de ayer.

Problemas con OrejasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora