Capitulo 12

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Paso mis dedos entre su áspera melena café con mechones rubios, su gran nariz fría husmea detrás de mis oídos y en mi cuello dejando marcas de humedad con su lengua cada vez que salen sus alaridos, intento alejarlo pero su enorme cabeza apenas y se gira una fracción para evitar besar sus bigotes.

—¡Thor muevete! —forcejeo con el gran felino, un par de golpecitos en mi vientre me hacen bajar la mirada—¡Mueve tú enorme trasero peludo, vas a aplastar a mis bebés!

Un gran alarido es su única respuesta pero acepta ceder y se echa sobre mis piernas, su ronroneo sale mientras lame mi gran estómago, su lengua como lija hace que sienta cosquillas con cada lamida y el que se frote constantemente contra mí también es divertido. Rasco detrás de sus grandes orejas mientras contemplo el basto campo a nuestro alrededor y la hermosa laguna de aguas cristalinas a nuestra orilla, este lugar en un sueño.

¿Thor amaras a nuestros hijos, aún cuando ninguno de ellos sea un cambiaforma león? —sus lamidas se detienen, y su gran pata me golpea como intentando decir que le ofende mi pregunta—Comprende, soy la mamá y si alguno de mis hijos no es bien recibido no dudes en que me los llevare a todos ellos—golpeo su oreja.

En vez de más agresiones el gran león opta por acurrucarse más cerca de mí y aumentar su ronroneo, me recuesto contra su vientre peludo y observo como lentamente el azul del cielo va cambiando de claro a oscuro hasta que se mancha con hermosas estrellas.

—Realmente me gustaría poder darte un cachorro—acaricio el contorno de sus ojos.

Cierro los ojos y me dejo seducir por el arrullo del agua, la constante sinfonía de los grillos, algún lejano búho y la cálida protección que me brinda la cercanía de Thor, nuestro calor combinado evita que nuestros preciados bebés pasen malos ratos en sus sueños. Pero mi paz solo dura un momento ya que el inconfundible ruido de un plato rompiéndose, seguido por otro y las risas de niños hacen que me despierte en una pesadilla; dos pares de rubias cabelleras corren a esconderse bajo mi cama perseguidos por dos cabelleras negras, el niño de ojos azul océano sostiene una figura de cristal que mi padre me regaló cuando me mude a mi departamento, y se rompe en mil pedazos cuando esos ojos azules observan fijamente a los míos.

—¡Mamá! —alarga la ultima bocal y sale corriendo—¡Mamá despertó, corran por sus vidas!

Un par de voces gritan tan fuertes como él antes de salir corriendo de debajo de mi cama, ambos se giran para verme y noto que sus ojos son verdes como los míos, el último pícaro endemoniado se acerca a mi cama y con una gran sonrisa en sus labios me da un beso en la mejilla.

—Buenos días, mami—coloca sus manos detrás de su espalda con total despreocupación—Papá esta haciendo el desayunó.

—¿Porque no corres?—su sonrisa traviesa me recuerda a la mía cuándo estoy con Thor.

—Porque eres mi mami favorita—sonrie y me da un beso en la nariz—Te quiero mami.

Es todo un manipulador, y lo sabe, por lo que manipula descaradamente bien para su temprana edad, unos cuantos besos dulces más del pequeño pícaro y decido regresar a la cama, con solo oír el desastre que están haciendo no me dan ganas de levantarme para limpiar.

—Quiero que los llames—le digo al niño.

—¿Seguro? —sus ojos me observan como si hubiera perdido la cabeza.

Problemas con OrejasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora