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Estrategias del violento verbal

La persona violenta siempre te hará sentir que eres parte de la guerra que él ha comenzado, y, por sobre todas las cosas, hará lo posible para llevarte a su campo de batalla.

Sabe qué decirte, cómo y cuándo, conoce muy bien tu talón de Aquiles. De una u otra forma, su intención es salirse con la suya, inspirarte temor, desarticularte y obtener lo que él quiere por sobre todas las cosas.

Sus métodos:

Una de sus estrategias es tener a flor de piel una sola palabra: «no».
A todo dirá que « no» , logrando así mostrar su peor cara, intimidando y estableciendo a través de este simple monosílabo el control. Es el tipo de persona a la que le preguntas:

• ¿Te puedo ayudar?, y responde «no».
• ¿Necesitas algo?, y su respuesta es «no».
• ¿Te gustó como quedó el trabajo?, y otra vez dirá «no» .

Todo es un «no» ; su primera palabra es «no» , lo cual lo convierte en una persona incompetente e incapaz de establecer vínculos interpersonales. Sin darse cuenta, la persona negativa y violenta se va encerrando en un círculo que él mismo crea, espacio en el cual nadie quiere entrar ni participar. Lo peor es que esta misma situación termina haciendo que el violento verbal se sienta solo y rechazado, con lo cual el circuito vuelve a comenzar y su ira aumenta cada vez más.

Las personas negativas tienen como finalidad desmoralizar y paralizar cualquier proyecto o idea que pueda surgir, por eso, cuando estés frente a ellas, aléjate lo más rápido que puedas.

El tono de voz.
Otra de las formas que tienen de demarcar su territorialidad es usar un tono de voz que intimide y frene cualquier respuesta contraria a la que está esperando. El tono de voz, su gesticulación y la postura corporal que utiliza constituyen una demostración clara de lo que está esperando de nosotros y de lo que desea que entendamos. Lo que no sabe es que ese permanente tono de voz genera en los otros un constante rechazo y falta de interés hacia todo lo que venga de su parte. Nadie puede querer satisfacer ni agradar a una persona cuy o objetivo es intimidar. Los seres humanos disponemos del instinto de preservación, que es el que nos dice que debemos alejamos rápidamente de este estilo de personas.

¿Quién querrá elegir libremente trabajar o establecer un vínculo con el que nos ofende, nos manipula, nos degrada, nos menosprecia o nos subestima?

En cambio con aquellos que nos proporcionan seguridad, estímulo y energía, la colaboración es mucho más fácil, y el acuerdo y la cooperación mutua, más sencillos de alcanzar.

El violento verbal elegirá con anterioridad y cautela el tono de voz que usará para cada una de sus palabras. el conoce muy bien lo que necesita recibir de ti: respeto, sumisión, y miedo.

¿Cuántas cosas podemos querer insinuar o decir con un determinado tono de voz? Los seres humanos somos capaces de producir, con una misma palabra, diferentes significados: podemos decir «hijita» con la finalidad de demostrar todo el amor que sentimos y podemos decir «hi-ji-ta» demostrando que ya la paciencia está llegando al límite.

¿Cuántas discusiones o malos entendidos se hubieran evitado si lo mismo que dijimos en algún momento de mala manera lo hubiésemos dicho en un tono más conciliador? Por cierto, muchas rupturas y relaciones interpersonales podría haber sido óptimas si hubiésemos elegido en su momento el tono de voz conveniente.

El modo de hablar denunciará si el comunicador quiere llegar a un acuerdo o si, desde el comienzo de la conversación, intenta comenzar un debate o una guerra.

La ironía y el sarcasmo son ingredientes fundamentales que acompañarán al tono de voz que elegiremos si pretendemos iniciar una larga tiranía. Si optamos por esto, lo que conseguiremos es que el receptor se enfoque en el tono y en el modo en que le transmitimos el mensaje, obviando así el contenido central de la conversación. Ten en cuenta que efusividad, energía, entusiasmo, ira, enojo, contienda, bronca, odio, amor son emociones que podemos no sólo sentir, sino también verbalizar.

Es por eso que cuando somos capaces de transmitir el mensaje verbal quitándole la carga emocional que tiene y enfocándonos sólo en el resultado que queremos obtener, podemos establecer vínculos y conversaciones claras y sanas.

Nuestro tono de voz es un disparador de emociones y, como tal, de respuestas.

En las comunicaciones que establezcamos lo central es poder tener en claro aquello que queremos transmitir y lo que buscamos lograr, para que, de acuerdo a ello; elijamos el tono de voz más conveniente. ¿Qué es lo que quiero obtener con estas palabras que voy a emitir? ¿Cuáles son las respuestas que estoy esperando?

De acuerdo a ellas el receptor podrá entender y decodificar la clase de mensaje que está recibiendo: si es prioritario o no, si lo acepta o no y si se trata de un mensaje que le transmite fuerza y energía o que, por el contrario, sólo busca la confrontación.

Teniendo en cuenta esta información, tus conductas se volverán más precisas, tratando de hacer todo de la mejor forma posible para alcanzar así el aprecio y la aceptación del otro.

La postura física y los gestos.
El violento verbal no sólo manifestará su agresión y su ironía a través de su voz y de sus palabras, sino a partir de su postura física y sus gesticulaciones. Todo su cuerpo estará al servicio de su torbellino verbal. Del mismo modo, observará meticulosamente los gestos y las expresiones de sus interlocutores para aumentar
o disminuir su violencia de acuerdo a cómo él evalúa la respuesta que está recibiendo.

Para evitar la confrontación, cuando estés frente a un violento verbal, puedes utilizar la táctica de expresarle que compartes lo que está diciendo, aunque no estés de acuerdo en absoluto con sus declaraciones. También podrás retroceder o volver atrás unos segundos en la conversación y darle a entender con palabras más sutiles lo que él mismo te quiso decir, para que sienta que estás entendiendo su pedido y su discurso. De esta forma, le harás comprender que con un tono de voz suave la comunicación también es posible y que el mensaje puede ser recibido sin violencia.

Por ejemplo, puedes volver unos instantes atrás y decirle frases como:

• «Lo que me estás diciendo es que...».
• « Entonces, lo que necesitas de mí es que...».

De esta forma, la persona sabrá que su mensaje fue recibido y que tu intención es satisfacer su demanda. Si tus gestos y tus expresiones denotan interés en su pedido, su ira será reducida; de lo contrario, si decides contraatacar, podrá desatarse una guerra.

La persona violenta querrá por todos los medios demostrar quién es el que tiene el poder y el control de la situación, y ese, por cierto, no puedes ser tú. Sin embargo, si aprendes a tratar con gente difícil y complicada, te aseguro que el que tendrá el control y el dominio de la situación serás tú. Cuando lo logres, el agresor verbal estará en condiciones de razonar tu pedido, y te encontrarás mucho más cerca de poder acordar con él. Si permites que el violento se descargue verbalmente sin interferir en su discurso para a posteriori brindar tus sugerencias, serás capaz de reanudar la conversación en un tono de voz y desde una postura mucho más apacible.

Nuestras expresiones gestuales son una forma de comunicación sumamente importante y relevante en los resultados de la comunicación que obtendremos con estas personas; de ellas dependerá una mayor ira o una mejora en el desarrollo del vínculo interpersonal.

Recuerda que si comienzas la charla con agresión, la respuesta inminente de un ser emocional será también agresiva; en cambio, si te detienes a pensar la mejor forma de tratar con esta persona, es mucho más factible que puedas llegar a un acuerdo sin que nadie salga lastimado.

En resumen: antes de hablar tengamos tacto y elijamos la clase de emisores que seremos.

Gente tóxica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora