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Los otros y yo

¿Acaso alguna fuente vierte por una misma abertura agua dulce y amarga?, ¿puede la higuera producir aceitunas o la vía higos? La respuesta es " no ". Así también es como de una misma boca no pueden brotar palabras de amor y odio. Nuestra lengua es un miembro pequeño pero se jacta de grandes cosas. Enormes incendios son capaces de encender nuestras palabras.

Permanentemente los seres humanos necesitamos comunicarnos con los otros. A través del lenguaje, de la conversación y de las palabras, podemos dar a conocer cómo nos sentimos, qué es lo que nos está pasando, somos capaces de proyectar, soñar, acariciar, amar, festejar, bendecir, odiar y maldecir.

Muchos de los errores que hemos cometido se han debido a que no hemos sabido expresar ni comunicar lo que hemos querido decir. Tal vez no supimos elegir las palabras correctas, o perdimos el tiempo en enunciar cientos de ellas, sin darnos cuenta de que en el fondo no estibamos diciendo nada, con lo cual " el otro " no entendió en absoluto nuestro mensaje.

También puede ocurrir que el otro no registre lo que estamos diciendo por distracción, falta de interés, cansancio, aburrimiento, estrés o simplemente porque nuestras palabras sólo denotan bronca, ira, enojo, enfrentamiento o discusión. La mayor parte de nuestro tiempo no estamos escuchando a los otros, si no que estamos prestando atención a lo que le iremos a decir, aconsejar o contestar, otorgándole así mayor poder a nuestras palabras que a la escucha de las de los demás.

Todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar y tardo para airarse .
La Biblia

Sin embargo, saber escuchar resulta mucho más eficaz que verbalizar miles de vocablos sin parar.

Si pudiésemos prestar atención a lo que los otros intentan decirnos, no sólo logrartamos entenderlos sino que llegaríamos a comprender su interior y su accionar.

Todos hemos tomado malas decisiones alguna vez porque nos faltaron palabras de sabiduría. Muchas veces nos " fuimos de boca " , dijimos lo que no tentamos que decir por falta de reflexión, y otras tantas veces hicimos lo que no tendríamos que haber hecho. Sólo cuando alguien camina sabiendo qué decir y qué hacer se convierte en una persona sagaz. Sagacidad no implica hacer trampa, no es ser pícaro, no es abusar de la « viveza criolla» Y sino que es la
capacidad de ser conscientes de las oportunidades que tenemos alrededor nuestro para sacarle el máximo provecho. La sabiduría no se aprende, se entiende.

« Muchas palabras nunca indican sabiduría» .
Tales de Mileto

Necesitamos aprender a escucharnos primero a nosotros mismos, para así poder ser entendidos por los otros. De lo contrario, sólo viviremos haciendo monólogos que a nadie interesan.

La comunicación es esencial y primordial en el vínculo interpersonal que establecemos a diario. Comienza por cuidar lo que hablas contigo mismo.

« Es un necio quien pudiendo decir una cosa en diez palabras emplea veinte» .
Giosué Carducci

Podemos enunciar cientos de palabras y no decir absolutamente nada o podemos elegir lo que hemos de decir sabiendo qué es lo que esperamos que estas palabras produzcan en los otros. Comuniquémonos eficazmente.

A continuación, algunos ejemplos de comunicación breve y eficaz:

• El día que Nelson Mandela fue liberado tras 27 años de prisión en Sudáfrica, emitió la breve alocución que señaló el fin del apartheid. Sólo necesitó hablar durante cinco minutos.

• La oratoria de Winston Churchill ayudó a salvar a Inglaterra de ser vencida en la Segunda Guerra Mundial. La lectura del texto clave completo dura seis minutos.

Cuando hablemos no lo hagamos por emoción, ni por sentimiento, ni para expresar una opinión ligera, hablemos porque lo que hemos de decir será un canal de comunicación y resolución.

Hablar no significa imponer nuestra verdad « cueste lo que cueste» , sino expresar nuestra perspectiva y dar a conocer nuestro mensaje. Una vez dicho esto, los otros serán libres de aceptarlo o no.

No dejemos que nuestras palabras nos condenen ni condenen, nos juzguen o enjuicien. Llenémonos de palabras de vida, de pasión, de aliento, de estima, de motivación, de anhelos, de deseos y accionemos de acuerdo a ellas. Aprendamos a hablar en positivo y no en negativo.

Hablemos claro:

« Sujétate con fuerza» es mejor que « Ten cuidado de no caerte» . « Estos son los alimentos que puedes tomar» es más positivo que « Estos son tus alimentos prohibidos» . « Siéntate aquí» es mejor que « No te sientes tan cerca del televisor» . Nelson Mandela no llamó a sus memorias « Un largo camino para dejar el apartheid» , sino « Un largo camino hacia la libertad» . Su compromiso no era contra el apartheid, sino a favor de la libertad.

No hagamos politiquería con nuestras palabras, otorguémosle valor, convicción y firmeza a cada una de ellas. ¡Construyamos con ellas puentes, no los volemos!

Gente tóxica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora