Laberinto

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Aquel dolor tan agudo que sentía en todo su cuerpo desapareció de pronto, y en ella fue como si nunca hubiese existido.

Estaba de pie en un sitio muy extraño. Era un pasillo de unos cuatro metros de ancho, cuyo suelo y paredes eran de un color ocre, liso completamente, por el cual se veían huecos o puertas abiertas, no estaba muy segura ya que su visión estaba algo empañada; no había seña alguna de pegaduras en el suelo como cuando pones los mosaicos en el suelo, como si todo el lugar fuese hecho en una sola pieza. Al alzar los ojos ámbar, contempló que no había techo, sino un negro profundo, además de que, aunque no pudo ver luces, el lugar estaba muy iluminado, tanto al grado de no crear sombra alguna.

-¿Estoy muerta? -Cuestionó en voz alta.

-¡Espero que no! Si es así, significaría que también lo estoy.

Bajó de nuevo la mirada, asustada. Frente a ella estaba un hombre que, momentos antes, no estaba allí; se veía de no más treinta años, cabello rubio oscuro crespo, ojos azules, una curiosa sonrisa en los finos labios. Llevaba puesto una especie de uniforme negro, guantes, chaleco antibalas, botas gruesas...

-¿Eres un soldado? -Cuestionó, olvidando el susto.

-Peor, un policía.

-¿Dónde estamos? ¿Quién eres?

-Soy Clint, y no estoy seguro, o lo he olvidado, no sé. -Hizo una curiosa mueca. -Solo puedo hablar de lo recorrido. ¿Recuerdas algo antes de estar aquí?

-Bueno... me apuñalaron. -Se tocó el abdomen. Notó que llevaba puesto su uniforme de profesora en color beige el pantalón y blanca la blusa. -Que extraño.

-¿Malas amistades?

-Ataque a traición. -Resopló. -¿También te pasó algo?

Hizo un ademán de disparo contra la sien como si fuese algo de lo más normal.

-Un adolescente creyó que era una idea grandiosa el llevar un arma a una manifestación.

-Moriste haciendo tu deber. -Torció los labios, abatida.

-Pues... para serte honesto, no creo que esté muerto. Me da escalofrío el hecho de que te estés dando por muerta también. -Notó su gesto de terror, y se apresuró a hablarle para evitar que se pusiera histérica. -Por cierto, no me has dicho tu nombre.

-Soy Teresa. ¿Por qué... crees que no lo estamos? -Se abrazó, rozándose los brazos con ambas manos.

-Porque a veces siento, y escucho cosas del exterior.

-.-.-.-.-.-

Había acabado caminando junto a aquél sujeto, Clint, notando que en realidad aquel lugar parecía un laberinto de idénticos pasillos, haciéndola sentir que solamente daban vueltas en círculos. Sin embargo, su compañía le parecía grata, su carácter era bastante suave y pasivo, quizá un poco como...

-De pronto... la escucho hablar. -Susurraba aquel hombre con aire soñador. -A ella. Hay más voces, pero solo la de ella es tan nítida.

-¿Ella? ¿Quién?

-Yo... no lo recuerdo, ¿sabes? Sé que es importante para mí. He notado que, entre más tiempo pase en este lugar, más olvido cosas de allá.

Tuvo un punzar de temor que se vio reflejado en el rostro, y fue evidente para Clint.

-No quiero olvidarlo. -Pronunció.

-Si es en lo primero que pensaste, debe ser realmente importante. -Le dio una suave palmada en la espalda, dejando ver que era solamente un poco más alto que ella. -Calma, aun no sabemos cuánto tiempo más estarás aquí.

No pudo evitar sollozar, aterrada. Acabó siendo abrazada por él, consolándola.

-.-.-.-.-.-

-¿Qué crees que sea este lugar, Clint?

-Creo que es una especie de purgatorio, o algo así.

Acabaron recostados en el suelo de uno de los tantos pasillos idénticos, uno al lado del otro, mirando aquél cielo completamente negro como si en él pudiesen encontrar una respuesta.

-Bueno, no te juzgo, Teresa... pero yo no fui una buena persona.

-¿Eras corrupto?

-No. -Se vio algo dudoso de seguir hablando. -Pero hay cosas que...

-No tienes por qué contarme si no quieres.

-Creo que debe ser así, quizá es el motivo por el que te encuentras aquí.

-Entiendo. -Sonrió de medio labio. -Sin embargo, noto que te cuesta hablar de ello.

-Es más complicado de lo que me gustaría.

-Si quieres puedo comenzar yo, aunque... no estoy segura si... vayas a creerlo.

-Porque... es irreal. -Suspiró, entrecerrando la mirada. -Pero, a decir verdad, mi vida era muy aburrida e infantil, tenía un novio que me controlaba demasiado porque creí que a mi edad ya no encontraría a nadie más.

-No era aburrimiento, eras infeliz.

-Eso... eso creo. Pero él era absorbente, me limitaba mucho, me sentía reprimida pero todo el mundo parecía contento con ello. Lo dejé de una manera muy fría cuando... tuve mi revelación, a causa de un vestido. -Rio un poco.

-Hiciste bien, Teresa. Eres una mujer muy bella, tu edad jamás sería un impedimento para que alguien se fije en ti.

-Lo entendí cuando él...

¿Él? ¿Quién? Tuvo un punzar de temor en el pecho. Raziel. Él. "No lo olvides, Tessa. Raziel te espera."

-¿Él?

-Bueno, nuestra diferencia de edad es muy grande, pero con él me siento... completa.

-Entiendo eso. Ella y yo también tenemos una brecha muy grande de edad, pero de todas las mujeres que conocí fue la única que me hizo sentir feliz de manera genuina.

-¿La voz que te habla?

-Quiero creer que es así. -Cerró los ojos. -Ella no es más que una niña, no culpo a nadie si creen que soy mala persona por haber estado con ella, más con mi poco despreciable récord.

-¿Divorciado?

-Y dormía con la esposa de mi mejor amigo.

-Por Dios...

-Quizá me merezco más que solo estar aquí, no soy una buena persona.

-Creo que la hiciste feliz aun con tu pasado, ¿sabes? Por eso ella viene a hablarte, por eso es tan nítida para ti. -Cerró los ojos también, sonriendo con calma. -Quisiera tener a alguien que me amara tanto como ella a ti.

-¿Amara? -Se escuchó sobresaltado.

-¿No es amor?

Hubo silencio, en el cual ella se comenzó a sentir muy adormecida. Cansada. ¿De qué? Sin embargo se sentía muy en paz, puesto que tenía la certeza de que, si volvía, estaría Raziel para ella como aquella chica para Clint. Que romántico. Qué dulce, como miel y...

-Gracias, Teresa.

Cuentos de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora