Enfrentamiento.

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I

Estaba bastante relajada ese día, leyendo un libro de misterio semi recostada en su cama individual rodeada de colchas y mantas multicolores, pues no tenía siquiera trabajo qué hacer u horas pendientes en el hospital; trataba de distraer su mente de su trabajo como enfermera, de sus estudios como Wicca, y, sobre todas las cosas, de Logan. Sería en corto las once de la noche, ya pensaría en dormir un poco más tarde cuando acabara el capítulo que leía.

-Toc, toc. -Saludó una muy sana y contenta Carol desde la parcialmente abierta puerta color ocre, ya con el pijama de dos piezas puesta, en un color guinda bastante inusual en ella. -Adivina adivinanza.

-¿Galán en curso? -Cuestionó Selina sin despegar los ojos oscuros de su lectura.

-¡No! No tengo mucho tiempo para galanes ahora, aunque... ese no es el punto. -Abrió la puerta y se dejó caer sentada en la cama de su amiga, finalmente distrayéndola. -Mira, ha llegado la invitación de Elena.

Observó lo que le extendía la pelirroja con la blanca y fina mano, de pronto prestando demasiada atención a sus uñas pulcramente pintadas en un rosa muy claro, planteándose la posibilidad de quizá hacerse algo parecido; era una típica invitación de boda con las plateadas letras estéticas formando el nombre de los novios sobre el grueso papel color beige, nacarado: Elena y Ramsés. Elena era una Wicca del pueblo, que vivía en la ciudad desde que comenzó a estudiar la carrera hasta ahora que trabajaba en algún estudio gráfico, y Carol la conocía, aunque no por el aspecto místico (era una de esas personas que son completamente ajenas a ese mundo al tener nula capacidad sensitiva), sino por el lado extremadamente social de ella. Tras abrirla de su envoltura de celofán transparente, se dio cuenta que la ceremonia sería en el pueblo, dándole a entender que sería una ceremonia blanca a pesar de que el tal Ramsés no era un Priest ni nada parecido.

-Será en Los Ángeles. -Susurró.

-¡Genial! Una fiesta típica, los eventos de tu familia siempre me han parecido maravillosos, con sus bailes místicos, sus cantos y alegría... qué gusto volver a verlo. -Se llevó las manos al pecho, complacida. -Creo que invitaré a un amigo para que nos acompañe.

-¿Quién? -Sintió una punzada en el pecho.

-No lo conoces, se llama Armand. Trabaja en la biblioteca Oriental durante el turno nocturno, hemos hecho muy buena amistad.

-¿Es en serio? ¿Vas a la biblioteca? ¿De noche?

-Bueno, tenía que hacer una investigación que ameritaba ir a la biblioteca.

-Vaya... ¿cuánto tienes de conocerlo?

-Un mes y medio, más o menos.

No supo qué decirle, no podía simplemente soltarle un "él es muy peligroso, es lo que conoces como vampiro", la tacharía de loca y reiría en su cara; no supo entonces qué contestarle, y antes de soltar cualquier tontería el zumbido de su teléfono celular la distrajo, debiendo revolotear entre sus colchas para tomar el aparato. La pantalla marcó el nombre "Logan", pegándoselo al pecho de manera nerviosa y bastante obvia para su amiga, que atinó a reírse por su precipitada reacción.

-Debo contestar. -Susurró, avergonzada. No quería que ella viera lo estúpida que se ponía cuando hablaba con él.

-Claro, no te preocupes. -Se levantó de la cama con bastante ánimo, andando hacia la puerta. -Espero poder conocerlo pronto, Lina. Buenas noches.

No quiso decirle nada, contestando el teléfono hasta el momento que ella salió de la habitación entre pequeños saltos.

-¿Hola?

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