Tessa

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I

-No entiendo... eso de los ciclos. ¿Quiere decir que resucitan o algo parecido?

-Resucitar es volver en cuerpo y espíritu a la vida. Nosotros volvemos en esencia a un cuerpo nuevo... con una personalidad distinta, única.

-Eres realmente Miguel, ese... ese Miguel. Suenas mucho más suave de lo que hubiese creído.

-¿A qué te refieres?

-Los... es decir, lo que aprendí en religión... el arcángel Miguel era un justiciero o algo así, no te disgustes por mis palabras tan poco precisas. Lo imaginaba recio, estricto, como una especie de caballero. En este momento suenas más como... una mujer.

-No tenemos un sexo definido hasta el momento en que se nos otorga un cuerpo, pero, si he de ser honesto, es la primera vez que soy un hombre. Siempre se ha considerado al género femenino lo suficientemente firme para ostentar tal responsabilidad, supongo que es por eso. Incluso es la primera vez que Rafael no es mi compañero de vida.

-Eso... ¿me convierte en una especie de lesbiana?

-No, claro que no. Tú eres un ser único solamente etiquetado para hacer más "fácil" su proceso de aceptación, pero para nosotros eso no tiene mayor importancia. Las etiquetas son solamente una banalidad humana para encasillarte en un grupo definido. No eres una identidad sexual o de género, eres tú simplemente, única, Teresa.

-No comprendo. Dices que somos únicos, pero al mismo tiempo también somos parte de Él, y que al final de camino volveremos a Él nuevamente, ¿cómo puede ser algo único si era parte de algo más?

-Imagina una masa de moldeo. De ella se toma un poco de materia para diseñar algo completamente nuevo. Si lo regresas, a pesar de ser del mismo material, ya no es algo amorfo sino una obra diferente.

-¿Sabes? Saberlo me hace muy feliz. Saber que soy única y que se tomó la molestia de diseñarme con todo lo compleja que soy, de hacer un camino único para mí y aun así darme la opción para seguirlo o no.

-Quisiera que todos pudiesen verlo tal como tú lo haces.

II

Abrió los ojos. De inmediato un extraño dolor de cuerpo la entumeció al grado de no poder moverse siquiera, como si hubiera hecho un extenuante ejercicio físico, claro que ese era un dolor completamente alarmante porque tenía ya mucho tiempo sin sentirlo. Finalmente levantó un poco la cabeza, notándose mareada, pero invadida por ese dulce perfume que quedaba siempre atrapado en su paladar, atenuado, mezclado con esa sutil loción masculina.

-Raziel. – Pronunció.

La luz del sol apenas pintaba en el cielo, entrando por el ventanal de la sala. Era el departamento de Raziel. Estaba recostada en el sofá largo, sobre su pecho; al parecer había llegado solamente hasta allí después de todo lo que había ocurrido la noche anterior... pero, ¿por qué había despertado antes que él? Trató de incorporarse de manera cuidadosa para no molestar su sueño, pero pronto sus ojos dorados cayeron en ella, soñolientos.

-Tessa. – Se frotó un poco el rostro con la mano diestra, tratando de incorporarse un poco. - ¿Estás bien?

-Estoy bien, dolorida solamente. – Sonrió con levedad, disfrutando de verlo desaliñado y desorientado. – Me preocupas más tú, ¿te encuentras bien? Estuve durmiendo encima de ti toda la noche.

-Sabes que eso no me hace daño. Anoche... ¿recuerdas algo de anoche? – Cuestionó, cerrándole el saco negro que él mismo le había colocado antes de caer inconsciente la noche anterior.

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