Raziel.
"Saldré a una cena con el decano Ramsey y su señora, ya sabes, cosas del oficio. ¿Quieres venir?
Miró el teléfono celular detenidamente durante unos minutos, luego su reflejo en el espejo del pequeño baño; dio un sutil resoplido de incomodidad, se humedeció el platinado cabello para comenzar a peinarlo como era usual en él. Era, o eso asumió, a esa clase de eventos al que normalmente su hermano asistía (en este momento Jaziel se encontraba en una condición extraña, tras su encuentro fortuito con un Sabio), pero ella había extendido la invitación directamente a él... torció los labios y sintió un misterioso e inusual hormigueo en el estómago.
-No es correcto. –Pronunció con su usual tono serio, dominante, mirando de nueva cuenta su reflejo en el espejo. No sonaba convincente.
Lo peor de todo es que su hermano lo supo desde el inicio, aquella noche cuando la vio subir la escalinata y la miró fijamente; se había perdido en ella al grado de pasar por alto que era una Lican durante unos instantes, volviéndose completamente vulnerable (algo inusual en él). Pensó en su madre, una humana que ya estaba muy anciana por decisión propia, y el Militante Nataniel, su padre, tan distintos el uno del otro. Realmente quería volver a verla quizá en un aspecto más íntimo que simples rondas nocturnas controlando Licanos, pero...
"Suena interesante, pero tengo un compromiso que debo resolver primero," contestó. No era una mentira.
"¿Terminarás tan tarde? En tu concepto de tarde, claro. El evento comienza a las siete y acaba cuando el decano se quede dormido."
Sintió un extraño escalofrío mientras se colocaba la blanca camisa con su usual pulcritud interrumpida por intensos escalofríos que le hacía desatinar a la hora de pasar los botones por sus respectivos ojales; le resultó muy obvio que ella quería verlo, y él no podía ocultar el hecho de que también quería verla. Al borde de un ataque de nerviosismo, se vio a la necesidad de hacer una llamada que probablemente ni siquiera sabría cómo comenzar.
"Te enviaré un mensaje cuando termine."
Marcó en su teléfono celular, comenzando a atarse la corbata guinda frente al mismo espejo con destreza adquirida por el tiempo, dejando el aparato entre el oído y el hombro derecho torciendo sutilmente la cabeza; hubo cuatro tonos, y Raziel temió que no fuese a contestar ya que ella no estaba muy al...
-Contesté... si, contesté, gracias. –Dijo una longeva voz femenina, como respondiendo a otra persona que se encontraba con ella en ese momento.
-Mamá. –Dijo con firmeza, queriendo llamar su atención.
-Raziel, hola, me da mucho gusto escucharte. –Se notaba bastante animada. –Me parece extraño que me llames cuando normalmente vienen a visitarme, ¿estás bien?
-Estoy... estoy bien, creo.
-¿Qué es lo que pasa, hijo? Te escuchas extraño.
-Mamá. –Caminó hacia su habitación mientras apagaba la luz del baño, para contemplar el saco color café oscuro que había colocado sobre el colchón de la cama. –Me siento extraño.
-Es una persona, ¿cierto? –Su voz anciana se entusiasmó. –Dime, ¿es una mujer o un hombre?
Se sintió incómodo, quizá hasta acalorado, torciendo levemente los finos labios. ¿Cómo lo supo? ¿Jaziel le había dicho algo, acaso?
-Una mujer. –Terminó contestando.
-¡Eso! ¿Es la dama abogada con la que saldrás hoy?
-No, mamá. Ella es diferente. –Pronunció de forma cuidadosa, sin saber exactamente cómo contarle lo que le estaba sucediendo. –Me inquieta, pero sé que es ella... no sé cómo ocurrió, tampoco sé si es correcto.
ESTÁS LEYENDO
Cuentos de la luna
Ficción General[Completa.] Una serie de cuentos entrelazados acerca de los personajes que habitan entre la oscuridad y la luz, que caminan entre nosotros como una persona más e influyen mucho más en nuestras vidas más de lo que creemos.