Tres es un número poderoso.
Él incluso son tres. Uno solo, en tres.
Así ellos eran tres, por siempre, desde siempre, con la vista de oro en las alturas contemplando siempre la belleza máxima. Pero Su amor era demasiado grande. Demasiado. Tanto que por amor los hizo a ellos, a los mal agradecidos que pisan su perfecta creación, e incluso les dio una parte de Él para enmendar los errores que ellos cometían. Error tras error que los mandaba a un castigo auto impuesto, pues jamás fue decisión de Él que así fuera, ¿por qué querría condenar a quien ama tan intensamente?
El primero en intentar averiguar lo que sucedía fue Samael, el ser más hermoso de todos los que habían sido creados, el más inteligente, aquél que Él hizo con tanta dedicación y afecto. ¿Libre albedrío? ¿Por qué Él les dio eso? No es que Samael fuera malo, buscaba la felicidad de aquellos que Él había creado,,, y pecó de ira.
-¡Ellos no entienden Tú amor! -Vociferaba, y todos podían escuchar su melódico tono. -Ellos no lo merecen. ¡No merecen Tu amor!
Él entonces quiso enseñarle lo que era ser ellos, lo que era el saber la distinción entre el bien y el mal, el tener la elección para obrar con el conocimiento de éste. Amor incondicional. Samael fue el primero en ser humano, en descubrir lo sencillo que era el corromper la carne, en saber que la felicidad real a veces requiere sacrificio, en probar lo que era el dolor genuino... pero, al nacer como el primer Militante, tomó una decisión que lo arrastró a la oscuridad lejana a lo que Él deseaba para él; comenzó a castigar a aquellos que no eran merecedores de Su amor, en su concepto. Las personas ingenuas dicen: si no te portas bien, Dios te castigará. Pero eso es una falacia. Él no quiere castigar, no fue su decisión que así ocurriera, sino el libre albedrío de Samael... así como el de otros tantos que decidieron seguirle.
Se habla de una guerra celestial en los libros humanos inspirados por Sus susurros en idiomas que ellos desconocían, donde el mayor de los arcángeles combatió contra Samael y sus rebeldes... pero no hubo tal cosa, fue una mala interpretación de Su palabra. Él lo sabe todo, jamás se equivoca. Miguel, el mas fuerte de todos, fue el encargado de contener a sus hermanos cuando su líder Samael se marchó por una senda incomprensible para ellos, y fue quien más sufrió en silencio tras esa pérdida, pues su amor eran tan puro como el de Él, y luchaba por comprender esos designios que seguía sin cuestionar. Por ese motivo Rafael siempre estuvo a su lado, tratando de sanar ese dolor tan íntimo e incomprensible que Miguel sentía, y por Su designio fue de esa manera, eternamente.
Así fue como Miguel tomó el lugar que Samael había tenido antes, como líder del ejército celestial.
Gabriel había visitado varias veces a los humanos, y le bastó poco para apreciar la belleza de su imperfección, aquella que a Él le encantaba contemplar, pues eran capaces de amar de manera incondicional a diferencia de ellos, que Lo amaban porque eran conscientes de que Él era su creador. Era maravilloso para Gabriel el comprender la verdadera perfección de Su creación, el máximo despliegue de amor era cuando nacía gradualmente en vez de solo poseerlo. Por eso bajaba a susurrar la buena nueva, siempre acompañando a lo que era Su luz, sin importarle si, de pronto, ellos lo podían ver. Había reprimendas de Miguel, y risas conciliadoras de Rafael.
Pero entonces llegó Dae Leviatán.
Hay una historia que circula entre los humanos de boca en boca, plasmada en lo que ellos llaman "literatura", siempre nacida de un dato real. Uno. Ese dato fue Lilith.
Ella no fue creada del barro, ni de la putrefacción o cosa parecida. Fue hecha con la noche, así como Adán con el día, entre la oscuridad donde Samael se había ocultado; por eso fue fácil para él atraerla de nueva cuenta hacia la oscuridad, atándola con sangre, trayendo al mundo por ella al Midas de Muerte. Ella le dio la espalda a Él, y se condenó a vagar durante la noche tras parir, sin comer, sin procrear más, sin latir ni respirar, olvidando su nombre y su divina procedencia. El primer Sabio, en una eterna soledad sin nada más que sus emociones revueltas, incontroladas, bebiendo sangre metalizada para no sufrir el dolor que significaba la sequedad de su cuerpo.
Fue entonces cuando Él decidió que ellos, sus arcángeles, apoyaran a sus creaciones en el sendero que debían recorrer bajo la misma presión de Miguel, preocupado en el querer evitar que la oscuridad provocada por el libre albedrío de Samael se extendiera por entre los humanos como si de una enfermedad se tratase. Fueron siete al inicio los que decidieron tomar las cualidades humanas.
Miguel, quien ostentaba la virtud de la Justicia, promotor de la Fe. Su primer nombre humano fue Marie, en honor a ella, la humana que entregó su vida por el Salvador, y a quién él admiraba con grandeza.
Gabriel, ostentando la virtud de la Esperanza, promotor de la buena nueva, de Su mensaje. Su primer nombre humano fue Vladimir.
Rafael, llevando la virtud de la Caridad, trayendo consigo la Sanación del alma, otorgando la Generosidad. Su primer nombre fue Pierre, y estuvo al lado de Marie todo el tiempo como su esposo humano.
Junto a ellos, Andrew (Uriel), Natalia (Zadquiel), José (Chamuel) y Andrea (Jofiel), armando el primer consejo de Militantes que hubo sobre la tierra.
Hablando de tierra... Hay un secreto del que los Militantes no hablan, no por malicia sino porque es algo tan obvio para ellos como que dos más dos son cuatro, y es que la tierra es un ser vivo, tiene nombre y esencia espiritual al ser una creación de Él tal como el universo mismo: Selene o Licana, y tiene un carácter bastante amargado.
Para empezar, ella no escogió ese nombre, sino que Samael se sentía todo un poeta aquella ocasión y le otorgó ese nombre gracias a esa Luna chismosa que la equilibraba en una danza sin fin que tenía con el astro rey, clara seña inequívoca de la elevada esteticidad que Él tenía. Se lo tragó solamente porque Él estuvo de acuerdo con la decisión, y a Él era al único que jamás se opondría porque, a diferencia de todas sus creaciones, comprendía perfectamente todos Sus designios.
Selene intentó hacer comprender, en una forma bastante simple en su concepto, que todos éramos partes de Él como entidades únicas en una perfecta simbiosis, tanto rocas, tierra, minerales, todo aquello que era "carente de vida", pero hasta los amados Militantes, en sus entidades humanas, eran muy cabezotas para entenderlo. ¿Servidor sin fundamento? Militante. ¿Fundamentalistas sin servidor? Patrañas. Ese fue el motivo por el cual Selene optó por ser un animal, una planta, una roca incluso, influyendo en los humanos e intentando educarlos en la vida eterna real desde el momento en el que Él decidió concederles un alma inmortal. Al menos hasta que llegó el tarugo más grande de todos.
Licaon era su nombre. Se decía ser hombre de bien, cuidador de la vida animal, pero el muy insensato sacrificaba humanos creyendo que ellos eran el problema, lo peor de todo es que lo molestaba a Él puesto que le ofrecía sus sacrificios creyendo que iba a tener así su gratitud o algo parecido. Fue Selene quien se encaró para castigarlo, a pesar de que Él no lo deseaba así, y ambos se condenaron a vivir en el cuerpo de un lobo, un ser bueno pero que deambulaba en la oscuridad de la noche. Todo porque nadie comprendía Sus designios, solamente ella, Selene, a quien comenzaron a llamar Licana para variar, cuando ella ostentaba el nombre más hermoso de todos: Amor.
Creemos que estamos perdidos, pero esto es porque nos hemos vuelto sordos y ciegos a nuestro alrededor, envueltos entre el pesimismo, la auto complacencia, el temor a la incertidumbre. Por eso ellos están aquí, Militantes, Sabios, Licanos... incluso el terrorífico Dae Leviatán, el primer Santo, que nació de la furia de un Arc frustrado de ver lo poco merecedores que somos de Su amor. De Él, que aun con nuestro deplorable camino de constante ofensa, sigue acunándonos con amor y esperanza que probablemente no merezcamos.

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Cuentos de la luna
Ficção Geral[Completa.] Una serie de cuentos entrelazados acerca de los personajes que habitan entre la oscuridad y la luz, que caminan entre nosotros como una persona más e influyen mucho más en nuestras vidas más de lo que creemos.