Estoy en la cocina de mi casa, Dorothea está durmiendo.
No he visto a Samantha desde aquella vez en el carnaval, los días avanzan y cada vez falta menos para su matrimonio. Miro mi reloj y son cerca de las 5 de la mañana, sonrío hoy era su cumpleaños. Siempre lo recordaba, muchas veces durante todos estos años quise llamarla, marcaba su número y luego... nada. Nunca la llamaba. Abro el refrigerador y busco el helado de chocolate.
Flash Back
-¿qué haces? – pregunto al verla sentada sobre la mesa de la cocina mientras come su helado.
Ella sonríe – no podía dormir – contesta mientras me acerco y beso su frente.
Esta ocupando una de mis camisetas, siempre le han quedado mejor a ella que a mí.
-¡Hey! – reclama cuando he sacado de su helado.
-no seas egoísta, Samantha – digo apretándola contra mí.
Ella sonríe. Amaba esa sonrisa.
-es mío – contesta con su entrecejo fruncido.
Sonrío pasando mi mano por su frente arrugada. – Te arrugaras más rápido si haces eso. Más aún cuando cumples años – sonrío acercándome a sus labios. Ella hace lo mismo – Feliz cumpleaños, Samantha de Bongiovi – digo sobre sus labios para luego besarla
Ella sonríe sin quejarse por llamarla "de Bongiovi" sólo sonríe sobre mis labios y susurra un pequeño gracias
-ahora dame helado – digo separándome un poco luego de besarla.
-okey, pero yo te doy – responde mirándome seria mientras saca una cucharada de helado. –ups, lo siento, no era mi intención – dice con fingida inocencia cuando el helado está corriendo por mi cuello para abajo.
Sonrío mordiendo mi labio al saber cuál era su juego.
-déjame limpiarte – dice acercándose mientras pasa su lengua por mi cuello lentamente.
-Sa...Sa...Samantha – articulo difícilmente cuando sus manos heladas bajan hasta el borde mi pantalón, y su boca limpia el chocolate que ahora recorre mi pecho.
-¿Desde cuándo eres tartamudo, Jon? – pregunta burlesca cuando vuelve a subir a lamer mi cuello. – Después de todo es mi regalo de cumpleaños – sonríe para seguir lamiendo mi cuello lentamente.
Fin Flash Back.
Muevo mi cabeza ante aquel recuerdo y me siento a comer algo de helado.
-Jon ¿qué haces?
Su cabello negro y ondulado van desordenadas mientras camina hacia mí, sus ojos brillan como los de un gato en la noche, camina lentamente. Me volvía loco cada vez que la seducción se apoderaba de ella. Lleva una de mis camisas, se acerca y toma mi cuchara para sacar helado.
-¿de chocolate? ¡Jon! – muevo mi cabeza rápidamente. No era Samantha, era Dorothea. ¡Estoy volviéndome loco! Su cabello no es ondulado, es liso. Sus ojos no son como los de un gato en la noche. No lleva ninguna camisa mía, lleva su pijama.
-lo... lo siento, preciosa. Pero no preguntaste antes de sacar – respondo intentando sonar normal y que mi cabeza no me ha traicionando pensando en que era Samantha.
-¿qué haces despierto a esta hora? – pregunta tapando mi helado.
-no... no tenía sueño – respondo.
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Una historia, muchas canciones
RandomJon y Samantha se conocieron cuando ambos tenían 19 años. Él con el sueño de ser cantante, ella con la idea de recorrer cada rincón del mundo. Samantha estuvo con él hasta que lanzo su primera canción, ya se había quedado demasiado tiempo junto a é...