Capítulo VIII

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Durante toda la noche no pudo conseguir el sueño, no por miedo sino por qué en cualquier momento podrían aparecer, así fue como el surgimiento de un nuevo día acompañado de tres poderosas presencias.

Al sentir las presencias la chica se levantó de inmediato sin hacer mucho ruido salió de la casa dirigiéndose al bosque para esperarlos. Igualmente en el santuario se pido percibir la energía de aquellos sujetos pero la plática que tuvieron con Athena en la noche, sabían que ellos no debían interferir.

En un claro, una joven azabache qué se encontraba sentada en las raíces de un árbol esperaba a su padre, pero sintió que alguien se acercaba a ella, así que levantándose de donde estaba caminó para ver al intruso.

–Eh... chicos–viendo quienes eran–Ya saben no necesito su ayuda en caso de ...– comentó molesta

–En caso las cosas se salgan de control–interrumpiendo a la chica–además estoy aquí para crear esa pared y no lleguen al pueblo...aunque lo dudo estamos muy lejos como...–pero no pudo continuar Shion ya que tres personas aparecieron de la nada a unos metros detrás de Lilith quien al ver las miradas de sus amigos comprendió que había llegado el momento de enfrentarse.

–Vaya, vaya...al fin te encuentro cariño–un joven de largos cabellos castaños caminó unos pasos hacia ella, quien ha su vez le desafiaba con la mirada –Sabes ese cambio se te ve bien el otro te hacia ver adorable y débil ahora te ves mucho más segura y astuta...ya hay que irnos despídete de tus amigos– dando una mirada de desprecio a los dorados mientras daba la vuelta y comenzaba a caminar hacia los otros pero algo lo detuvo.

–Crees que iré contigo después de saber lo que tienen planeado para mí cada uno de ustedes...padre– ganándose la atención de todos en especial la del castaño quien giró sobre sus talones para verla con furia.

–Maldita después de todo lo que he hecho por ti así es como me lo agradeces, ellos o más bien él– dirigiéndose a Taro– Es nuestro regreso a ser los poderosos soberanos aquellos que tenían el poder de hacer lo que quieran–dijo Daichi en ese momento de histeria.

–Sabes que a mí no me importa...todos ustedes solo quieres esas tierras que alguna vez fueron el imperio del sur pero ahora son tierras muertas todo por una estúpida guerra, ¡De que sirven si no tienes a tus seres queridos contigo para gobernar como solía hacerlo mi madre!– aguantando las ganas de llorar ya que recordó los sucesos en esa guerra. –Pero total sólo piensan en usar personas para luego deshacerse de ellas o me equivoco, pero ya que no quiero cumplir propósitos egoístas y tampoco casarme tan joven lo único que queda aquí es negociar–le habló a su padre de manera fría, lo que hacía notar que hablaba enserio y sin ninguna pizca de duda.

–Habla–de igual modo le contestó.

–Si yo te gano me dejarás ser libre pero si me vences me iré contigo y te obedeceré sin replicar, obviamente no uses tus trucos sucios de capturar rehenes o pedir ayuda para que me ganes.– con esa condición Daichi aceptó, a lo que los demás espectadores dieron un espacio considerable para presenciar la pelea.

Así ambos peleadores revelaron sus apariencias verdaderas, en Daichi sus cabellos seguían siendo largos pero ahora eran rubios, su vestimenta cambió, le aparecieron orejas y un par de  colas (multimedia).

Una vez listos comenzaron a pelear usando sus garras, dándose patadas, puñetazos, era un combate cuerpo a cuerpo, él cual estaba muy parejo, sabiendo esto Daichi decidió usar sus poderes demoníacos, primero lanzando bolas de fuego, para que ella se distrajera en esquivarlos y así ganarle, pero su plan no salió como esperaba ya que Lilith esquivaba el fuego y los golpes del él, causándole una  furia intensa.

Las notas del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora