Cuando crees que sabías todo sobre tu vida, así como a la persona que creíste te protegería era realmente el asesino de tu felicidad.
Lilith es una joven que aparenta ser frágil y débil pero no todo es lo que parece. Una noche huye de casa al saber...
La luz cesó dejando visualizar a una hermosa yōkai, que observaba sus manos, cabellos, cola así como también tocaba su rostro (multimedia).
–Soy libre...¡Estoy libre!– saltando de alegría hasta que vió a su hermana y sin ninguna pizca de duda ambas corrieron a refugiarse en los brazos de la otra.
–Me da gusto de verte hermana– habló Lilith derramando lágrimas de felicidad así como Yuki quién volvía a abrazar a su hermana menor, que al notarlo Aimi juntó en frascos sus lágrimas haciendo reír a todas, hasta que una especie de gruñido arruinó el momento pero al ver quién era la culpable se rieron avergonzandola.
–Tengo hambre–musitó Yuki para luego las tres partir hacia la casa de la niña usando la técnica de Aimi.
Cuando llegaron les aclararon las dudas, mientras Yuki devoraba la comida que le ofrecieron, Agasha por su parte estaba feliz por tener otra hermana y una amiga.
–Hermanas las dejo..."solo espero que no te acabes la comida"– pensó al notar como su hermana mayor comía. –Tengo que regresar al santuario Aimi–la nombrada quién comía una manzana dirigió su vista a ella –Te quedas a cargo...de que no se coma todo– para pronto desaparecer, haciendo reír a los presentes y dejando a una molesta yōkai atrás.
Cuando llegó con Dégel, éste se sorprendió por su manera de aparecer.
–¡Hola!– saludo muy alegre.
–¡Hola Lilith!–sonriéndole –¿Por qué de tan buen humor?–
–Es que mi hermana y mi amiga están vivas y conmigo y muy pronto estarán los demás– contestó muy alegre mientras él se acercaba a ella con un libro en las manos.
–Encontré algo sobre tus padres– mostrándole unas páginas del libro, viendo una imagen de su madre.
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(Así es Miu)
Para darle vuelta a la página viendo a un yōkai parecido a ella.
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(Él es Kenshi)
–Él se parece a mí...veo que fue líder de las tropas del sur antes de que mi madre fuera la reina del imperio.– dijo con los ojos cristalizados. –Gracias Dégel– abrazando el libro contra su pecho, a lo que él acercó su mano acariciándole una de sus mejillas.
