Capítulo XXIV

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En otro lugar, ignorando lo que ocurría cerca del santuario, el ejército de Athena había llegado al castillo de Hades, sólo esperaban atentos a que la misión de Hakurei se llevara a cabo. Pero no todos estaban tranquilos, Kardia por su parte estaba desesperado por no pelear. Al verlo así, Kumiko trató de tranquilizarlo.

–Relájate cariño– posando su mano en el hombro de él, algo que no pasó desapercibido por Manigoldo.

–Acaso también es tu cariño– habló con celos en su voz, ocasionando que Kumiko por primera vez se sintiera nerviosa y sin saber que hacer.

–Bueno, ambos lo son– ante tal confesión ambos hombres abrieron sus ojos a la par, pero cuando reaccionaron de su sorpresa, ella ya no estaba, por lo que sólo pudieron desafiarse con la mirada, para luego, ambos retirarse, el de Cáncer se fue a donde estaban Sisyfo, Regulus y el Cid junto a los demás caballeros de plata y bronce, mientras Kardia fue a donde se encontraba Dégel quién leía un libro para distraerse y dejar de tener aquella extraña sensación.

Por otro lado Akemi intentaba que Asmita abriera sus ojos, algo que causaba molestia por su insistencia.

–¿Por qué te empeñas a qué abra mis ojos?– tratando de no molestarse más, ya que era la décima vez que le insistía en apenas 5 minutos.

–Quiero verlos– haciendo un puchero, para luego desviar su mirada –Para mí tus ojos son lo más hermoso que he visto– pero luego se calló al saber que lo dijo en voz alta –Pe...pero si no quieres com...comprendo– algo sonrojada y tratando de irse de ahí.

–No te vayas– sorprendiendola para mirarlo atentamente –Solo contigo usaré mis ojos para verte– dijo mientras al mismo tiempo mostraba sus ojos azules claros causando que el corazón de Akemi latiera rápidamente.

Mientras eso pasaba Kumiko, se encontraba sentada en una roca, con la mirada perdida ya que trataba de analizar lo que había sucedido hace poco y lo que sucedería a un futuro, hasta que sintió que alguien se acercaba.

–¿Preocupado por algo Albafica?– sin mirarlo y al no escuchar una respuesta suspiró para proseguir –Sabes qué para estar con alguna de mis sobrinas o a quién considero mi hija, tú, Asmita y Dégel tuvieron que hacer una prueba impuesta por mí– dirigiendo su mirada hacia donde estaba el peliceleste –Ya qué bueno ustedes por voluntad propia decidieron estar juntos, por lo que para ser considerados dignos para ellas– riéndose al verlo algo nervioso –Tranquilo la prueba es sencilla pero a la vez difícil, sólo quiero que la hagan felices, es lo único que pido– levantándose dónde estaba.

–Cuente con ello– sonriendo.

–Eso lo sé... ahora debo hablar con los otros de lo mismo, ¿Puedo pedirte un favor?– a lo que él asintió –Podrias vigilar a Kokkuri, está muy pensativo demasiado para él– dando una mirada al joven kitsune que estaba a unos metros más adelante.

En eso un estruendo proveniente del castillo se escuchó. Sin más el peliceleste, decidió ver lo que le sucedía al yōkai, el cuál estaba sobre un montículo de ruinas, dibujando algunos trazos indefinidos en el suelo con una rama seca, qué al sentirse observado, detuvo lo que hacía para ver quién estaba detrás de él.

–Ah eres tú– volviendo a lo suyo–Kumiko te mandó a vigilarme– sonriendo sarcásticamente.

–Solo se preocupa por tí– poniéndose a un lado de él.

–Quiere saber por qué estoy así– suspirando pesadamente –Ni yo mismo lo sé siento cómo si algo importante está pasando en otro lugar, es cómo...–

–Está en peligro– interrumpiendo al peliplata y sorprendiendo al santo de oro.

–¿Qué hace un espectro de Hades aquí?– en pose de pelea le dijo Albafica, pero el kitsune se atrevió a preguntar.

–¿A qué refieres con está en peligro?– algo preocupado Kokkuri.

–Sólo les aviso Lilith está en peligro...salvenla– algo agitado les dijo esperando que le creyeran –Ya que yo no puedo– susurrando eso para marcharse a gran velocidad.

Al mismo tiempo cerca del santuario Yuki, Kaori y Lilith se encontraban rodeadas por copias de Daichi.

–¿Cómo se hizo tan poderoso?– cuestionó algo agitada Lilith.

–Ni idea– le respondió a su hermana mientras recordaba la pelaeanterior consulta hermana.

–Parece que nos quiere distraer– habló Kaori para salir a atacar a una copia.

–Lilith protege a Athena ese debe su objetivo– golpeando a una copia la cuál se desvaneció en el aire.

Sin más Lilith se dirigió a donde estaba Athena usando su técnica de teletransportación. Athena en esos momentos se encontraba distraída por lo que sucedía en esos momentos en el castillo de Hades, reaccionando tarde al ataque de Daichi, aunque con ayuda de Aimi pudo desviarlo, quién furioso iba a atacar, pero ahora Athena y Aimi estaban preparadas para el ataque pero Lilith apareció en medio de ellos frenando a Daichi.

–Tu pelea conmigo aún no ha terminado– preparando sus garras y saliendo a su encuentro.

Con Yuki y Kaori intentaban detener a las demás copias de Daichi.

–¡Son demasiados!–

–Si combinamos nuestros ataques en uno tendremos la posibilidad de ganar– con una afirmación de Kaori ambas unieron sus poderes en uno solo.

–¡Rayo infernal/Gritó mortal!– gritaron al unísono, creando un rayo y una ráfaga de viento que al mezclarse destruyeron todo a su paso.

–Vayamos a ayudarla– una vez recuperada Kaori.

Lilith quién tenía una dura batalla, en su cuerpo se podía ver ligeras cortadas, en cuanto a su oponente quien sólo tenías unos cuantos rasguños.

–¿Cómo te hiciste más fuerte?– cansada y con algunas gotas de sudor en su frente muestra de que le era difícil derrotarlo.

–No sé– jugando con ella causando enojo al fingir ignorancia, sonriendo maliciosamente le respondió –Solo digamos que antes de morir en la pelea anterior, una voz me dijo que a cambio de mi venganza yo tenía que deshacerme de Athena o de un tal Pegaso– atacandola nuevamente pero esta vez logró cogerla del cuello y ejerciendo la fuerza suficiente para hacer que poco a poco se fuera quedando sin aire.

–Sabes siempre te me hiciste muy hermosa– acercándola lo suficientemente para oler su cuello –Pero al parecerte a Kenshi no pude hacerte mía, aunque Yuki se ve muy apetitosa, lástima qué no estarás para verlo– relamiéndose los labios, con furia Lilith atinó a darle un rodillazo en el rostro logrando zafarse de su agarre y propiciarle   una patada directo en su espalda, sacándole aire.

–¡Eres de lo más despreciable!– le gritó con furia mientras él solo se relamía la sangre de su labio causado por el golpe anterior.

–Lo sé– hablándole burlonamente. En eso Yuki y Kaori aparecieron, observando a su alrededor donde vieron que había tenido una cansada carrera.

–Perdón por llegar tarde– le dijo la pelinaranja.

–Descuida– sonriendole a su hermana.

–Y ¿creen que uniéndose las tres me ganarán?– Las tres se dieron una mirada de complicidad y concentraron su poder al máximo –Qué ilusas–  en ese instante lanzaron el ataque y un grito de dolor se escuchó, pareció que todo había terminado.

Las notas del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora