Capítulo XVI

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Un aroma agradable invadió si habitación despertandolo de su sueño, y buscando al responsable del aroma llegó a la cocina donde visualizó una figura conocida, quien al sentirse observada dio la vuelta para encontrarse con un joven de cabellos verdes algo alborotados dando señal que acababa de despertarse, caminó hacia él sonriendole, con una bandeja con galletas de mantequilla en sus manos.

–Buenos días– dándole un beso en la mejilla haciéndolo sonrojar ligeramente, para después caminar y depositar en la mesa las galletas.

–Buenos días– le dijo siguiéndola.

–Debes de tener hambre... ven preparé el desayuno– invitándolo a desayunar y tomándole la palabra fue a comer acompañado de ella. Lilith le sirvió una taza de té. –Ésto es mi forma de agradecimiento por dejarme dormir en tu casa– degustando el té que había preparado minutos antes.

–No tenías por qué hacerlo...–

–Pero lo hice además me encantó prepárate el desayuno– soltando una risita al recordar cuando no sabía que prepararle como desayuno.

–Éstas galletas son deliciosas– sonrojandola por su halago, a lo que sólo pudo musitar un sincero gracias.

Después de esa pequeña charla desayunaron disfrutando la compañía de otro. Cuando terminaron Dégel se disponía a retirar los platos pero una presencia interrumpió su acción.

–Hasta que te encuentro– dejando el libro que tenía Yuki el día anterior en la mesa, para luego cruzarse de brazos.

–Te dije que estaría con él, no tenías por que preocuparte– levantándose de su asiento y caminando hacia él de forma molesta.

–¿Pero toda la noche?– afilando su mirada hacia ella.

–¿Qué insinuas?– algo molesta

–Yo nada... sólo me preocupé por qué no llegaste– suavizando su mirada y abrazándola sorprendiendo no sólo a la yōkai sino también al guardián de esa casa. Kokkuri aprovechó para darle una mirada de superioridad a Dégel el cual se encontraba molesto por lo que veía, Lilith se separó de su amigo sabiendo lo que tramaba.

–¿Para qué me buscabas?– poniendo una de sus manos en su cadera.

–Kumiko me dijo citando sus palabras “nos presentarán ante sus caballeros dorados así que deben darse un baño, ponerse una ropa presentable para no dejar en vergüenza a nuestro clan”– intentando imitar también la voz de la yōkai mayor.

–Está bien sólo déjame ayudar a Dégel a...–dándose la vuelta con la intención de caminar pero una mano en su brazo la detuvo.

–No hay tiempo– apretando más su agarre con la intención de arrastrarla si es necesario, pero causó que ella hiciera una mueca de dolor por la presión que ejerció.

–Suéltala la lastimas– colocándose a un lado de ella y logrando que la soltara con pesar, creando así una atmósfera bastante tensa –Ve Lilith no quisiera saber que por mi culpa se enojaran contigo– dirigiendo su mirada al joven kitzune –Gracias por el desayuno fue realmente delicioso– dirigiendo su mirada a Lilith.

–Me alegro que te haya gustado– sonriendole pero antes de decir algo más fue arrastrada literalmente por su amigo a la salida no sin antes ver a aquél caballero con enojo.

–No tenías que ser tan sobreprotector, Dégel jamás me haría daño– habló Lilith cuando ingresaban por la casa de Piscis pero antes de que él le respondiera por qué se comportó así visualizó a Yuki hablando tranquilamente con Albafica así que con pasos apresurados ya se encontraba detrás de ellos.

–A tí también te buscaba– tomando la misma actitud que tuvo en la casa de Acuario.

–Te dije que quería saber cómo estaba– se defendió Yuki tranquilamente.

–Sabes qué por el brebaje que Aimi preparó se recuperó por completo– para luego sujetar a ambas hermanas de sus brazos y arrastrarlas a la salida, pero una voz detuvo su acción.

–No es para que te pongas tan molesto no hacíamos nada malo– habló Albafica.

–Mi deber es protegerlas de cualquier peligro hasta de gente como tú–dándole una mirada de desprecio haciendo enojar al caballero pero antes de que algo malo pasara Lilith y Yuki se pusieron delante de ellos a modo de detenerlos.

–Ya basta... no hagas una pelea innecesaria–regañó Yuki a su amigo.–Además ya sabríamos como saldrían las cosas– dirigiéndose al yōkai.

–Si y tú hubieras sido al que tendríamos que curar o enterrar– comentó Lilith haciendo que Kokkuri chasqueara la lengua y se retirara del lugar no si antes escuchar las risas de los demás.

Al cabo de unos minutos todos los dorados se encontraban reunidos ya que por órdenes de Athena y el patriarca fueron citados, aunque Athena no se encontraba ya que estaba levantando una barrera, el patriarca fue el encargado de llevar a cabo la reunión.

–Bien están aquí por qué necesitan saber que cuentan con unos aliados especiales para esta guerra, por órdenes de Athena tratenlos bien– dijo mientras los nombrados hacían acto de presencia pero antes de que él patriarca continuara algo sucedió.

–Pero miren que hombres...–caminando sensualmente hacia los caballeros sorprendiendo a sus sobrinas– Como me gustaría ser el agua con la que te bañas para apreciar y acariciar toda tu anatomía– pero antes de que siguera Kokkuri la arrastró hacia donde estaban las demás no sin antes disculparse por el comportamiento de Kumiko.

Una vez presentados cada una era turno de Kokkuri.

–Mi nombre no es importante pero pueden decirme Kokkuri, ya que ese es el nombre que ellas me dieron cuando era un cachorro de 50 años, por lo que desde ese momento me convertí en su guardián así que si alguien hace algo indebido lo asesinaré– mostrando sus garras pero el golpe de Akemi lo hizo quejarse –No debiste golpearme Akemi–

–No debiste por qué exagerar– mirándolo serenamente.

–No debiste por qué exagerar– mirándolo serenamente

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(Así es Akemi)

Después de esa pequeña reunión ya todos se retiraban pero Kumiko habló.

–Se lo que tienes en mente caballero de Virgo...– sorprendiendo al rubio –Lleva a Akemi que a pesar de ser un demonio posee energía pura lo que te será de utilidad en tu misión– para luego Akemi apareció a un lado de Asmita.

–Creo que somos compañeros– sonriendole y sin más ambos partieron.

Cuando ya estaban por irse Kumiko les mandó una mirada coqueta a Kardia y a Manigoldo, quienes de igual modo le respondieron.

Sin notar las miradas de miedo de Lilith, Yuki y Kokkuri tenían ya que nunca la habían visto así.

–Yo creo que sí se enamoró– susurró Yuki a lo que los otros afirmaron con su cabeza lentamente.

Continuará...



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