El reloj marcaba las 07:00 am.
Mis manos viajaron sin que yo ordenara nada desde el botón que ponía fin al molesto sonido del despertador del teléfono móvil a mis ojos entrecerrados. Seguía aún acostada bajo las sábanas de franela color azul mientras una grandiosa e invisible fuerza me invitaba a seguir bajo los brazos de Morfeo.
— No puede ser... —Dije con peso en mis palabras.— ¿Ya es otra vez Lunes?
Sabía perfectamente que de nada servía quejarse. Un minuto más tarde salté de la cama y me dirigí hacia el lavabo con pasos torpes. Cualquier persona habría gastado media mañana en mentalizarse y prepararse para otro día más de universidad. Pero para mí era diferente, yo tenía una razón por la que saltar de la cama con una gran sonrisa, asearme y peinar con gusto mi cabello enredado hasta quedar totalmente perfecta. Una razón por la que salir con tiempo de sobra de mi casa para dirigirme a la otra punta de la ciudad.
Aquella mañana de febrero hacía especialmente frío. Ni si quiera mi gran abrigo ni la larga bufanda gris pudieron hacer bien el trabajo de mantenerme caliente. Pero no me importaba lo más mínimo, a pesar de tener la punta de la nariz color carmesí. Tras media hora andando a paso rápido, mi índice tocó el timbre de una casa.
— ¡Ya bajo! —Gritó desde el otro lado del telefonillo una dulce voz masculina tras unos segundos.
Saqué las manos los bolsillos de mi abrigo y las llevé a las puntas de mis cabellos, haciendo funcionar los dedos como un peine por si algún mechón se había despeinado.
— Ya estoy aquí. —Esbozó una sonrisa tras aquella frase el dueño de esa voz, mientras cerraba la puerta a sus espaldas.— ¿Llevas mucho tiempo esperando?
— Ehm... —Carraspeé antes de hablar.— Sí, demasiado. Casi me quedo dormida en el asfalto. La próxima vez no te esperaré ni un segundo más. —Mentí, perfectamente podría esperarle por horas.
Nada más mis labios se cerraron el chico se abalanzó sobre mí, con la intención de robar el gorro negro que llevaba puesto y alzándolo a un lugar en donde era incapaz de llegar.
— Vamos... ¡no te hagas la digna! Me dices lo mismo todas las mañanas, ya no te creo.
Gracias a los Dioses, fui capaz de recuperar la prenda al tercer salto, pero fue después de que el muchacho de cabellos marrones hubiera revoloteado toda mi cabellera, la cuál había tardado tanto tiempo en peinar.
— Además... ¿hasta cuándo piensas en venir a recogerme? No sé a qué hora te has de levantar para llegar a tiempo, Marmota.
— No te gusta andar solo para ir a clase, te aburre. Así que hasta que no te saques el carné de conducir para que me lleves a la universidad no dejaré de venir aquí. Estás en deuda conmigo, Kookie.
Ambos nos pusimos nuevamente en camino a nuestro destino. El chico colocó amistosamente su brazo derecho alrededor de mi cuello. Esto provocó que irremediablemente mis mejillas se tornaran en un color rojizo que intenté ocultar bajo mi bufanda. Por primera vez en la mañana, yo ya no sentía frío.
(...)
El reloj marcaba las 09:30 am.Una vez llegamos a clase, la falta de sueño en la mañana comenzaba a surtir efecto. Reposada en el pupitre y con los ojos medio cerrados observaba a todos mis compañeros entrar en clase. Ninguno de gran interés.
Antes de que el profesor entrara en la sala, el moreno se acercó a mi oído, alzando levemente su voz. Lo suficientemente fuerte como para que yo brincara del susto.
— ¡Despierta, Marmota!
— Joder, ¡Jungkook! —Grité del susto.
Mientras el chico reía a carcajadas posicionándose en su lugar, yo froté mis ojos para eliminar cualquier rastro de sueño. Por fuera, una cara de malestar... por dentro, una felicidad desbordante por haberle tenido tan cerca de mi rostro aunque hubiera sido por tan poco tiempo.
El profesor hizo su entrada, provocando que todos los alumnos guardaran silencio en señal de respeto. Bueno, no todos, siempre quedaban algunos al final de la sala que más que jóvenes adultos parecían cerdos en granjas intensivas. Aquello hacía que me cuestionara el por qué seguía ahí con semejantes paletos. Yo debería estar en una clase dos niveles superior, con la gente de mi edad.
— Siéntate por ahí, Kim. —Se pudo escuchar. El profesor señalaba unos asientos por la primera fila a un chico alto y delgado con el pelo teñido de un color rubio grisáceo. Este llevaba una bandana roja atada alrededor de su muñeca. Su sonrisa mostraba mucha simpatía y dulzura. No era de aquí.— Puedes pedirle los apuntes de lo que llevamos dado a tus compañeros. Deberás ponerte al día.
Observé aquella escena con detenimiento. No conocía en absoluto al chico pero de una manera u otra, mi corazón pareció contraerse fuertemente, provocando que mi diestra fuera llevada con rapidez a dicho sitio.
— ¿Q-Qué...? —Me quejé del dolor en un susurro, bajando la mirada del chico a mi pupitre.
Una vez mis latidos y respiración se hubieron calmado, volví mi vista nuevamente al de cabellos tan extraños, el cual me mostraba una sonrisa más amplia que antes. Hasta se pudieron divisar unos brillantes incisivos. Yo le miré extrañada antes de bajar mi cabeza. ¿Me estaba sonriendo... a mí?
(...)
El reloj marcaba las 11:30 am.
Receso. Con impaciencia, fui a buscar a mi amigo. Llevaba mi almuerzo en la diestra, una manzana. En la zurda llevaba una caja de cartón con pasteles de arroz, pero no eran para mí.
— ¡Kookie! —Le llamé un poco más alejada del pupitre.— ¿Vamos a comer? Te he traído esto así que pensé que...
— Hmm... Lo siento Marmota, hoy había quedado en ir a comer con Hyungsik. Creí habértelo comentado...
— N-No... Lo olvidaste. —Contesté en un inaudible susurro bajando la mirada a la caja de dulces. La estaba apretando más de la cuenta. Antes de devolverle la mirada de nuevo respiré hondo, no quería mostrarle mi amargura.— ... ¡N-No te preocupes! Ve con él, yo me quedaré mientras a estudiar un poco. Te veo luego, ¿no?
Tras decir aquello, salí con paso acelerado por la puerta, sin dejarle tiempo al azabache para que contestara. Mi espalda encontró la fría pared del pasillo, la cual utilicé como apoyo. Después de dar una bocanada de aire para deshacerme de aquella rabia contenida, miré a aquellos pasteles de arroz. Con asco, los tiré al cubo de la basura, junto a mi manzana.
— Hoy tampoco... Si no puedo comer con Jungkook, hoy tampoco almorzaré.
Instantáneamente me arrepentí. No podía quedarme sin comer por un maldito enamoramiento. Más que una adulta, en esos momentos parecía una niña caprichosa. Estaba dispuesta a abandonar el pasillo para regresar a la clase cuando de repente un brazo me cortó el camino, haciendo que quedara atrapada entre la pared y un musculoso pero pequeño cuerpo.
— Hola preciosa. ¿Me has echado de menos este fin de semana?
[ EDITADO ]
🌸 🌸 🌸
¡Hola, soy la autora!
Sólo quiero aclarar que la historia es una especie de "BTS y Tú", es decir... tú eres la protagonista. Pero como utilizar la famosa rayita o poner TN queda a mi parecer un poco feo... simplemente la protagonista no tendrá nombre ni apariencia física propuesta en la historia, para que sea más fácil imaginar que eres tú la heroína.
Sin más, me encantaría que si te gusta la historia me lo hicieras saber dándome una estrellita y comentando qué te pareció. Así tendré más motivación para continuarla.
¡Mil gracias por leer! :D
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FIRST LOVE ; bts TERMINADA
Fanfiction" - Odio que acaben las vacaciones de verano... - Tranqui, ya sólo faltan unos doscientos días para que volvamos a vernos. - ... ¿Me recordarás? - Jamás podría olvidarte, V. (...) - ¿Q-Quién... eres tú?" [ Obra de BTS y "tú" de una manera especial...