Capítulo 19. «Efímera»

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La segunda bola de mi turno viajó con lentitud por la pista, en un recorrido que se me hizo jodidamente eterno. Cuando por fin chocó con el único bolo que alcanzó, el ruido que se creó al caer retumbó dentro de mis oídos, tanto que tuve que taparme las orejas con cuidado de no llamar la atención de las demás personas del salón.

Aún no podía creer la mirada que aquel chico me había dedicado. Taehyung era conocido por mí como la persona de las sonrisas. Eran sonrisas un tanto raritas y solían estar fuera de tono, pero, al fin y al cabo, eran muestras de aprecio. Solo un par de veces el rubio había cambiado su expresión alegre por la tristeza, como aquella vez en la fiesta de la prima de Jin. Incluso con Jungkook, que era evidente que le sacaba de sus casillas con sus infantiles actos, Tae mantenía en su rostro una hermosísima y educada mueca de felicidad.

¿Por qué entonces tuve que ser yo la primera persona en tener que experimentar esa maldita muestra de odio? ¿¡Y hacia qué era!? ¿No le gustaba mi vestido acaso?

Pero, ¿eso importaba? Es decir... aquel vestido estaba pensado para quitarle el aliento a mi mejor amigo, cosa que había conseguido realizar con creces hacía menos de dos minutos. Pero ahí seguía yo, parada en frente de la pista ahora vacía, con el corazón en un puño. Mi mente echa un lío, sin olvidar esos ojos carbón fijados en mi persona que me miraban recelosos.

— Eh.

Mi mente se desbloqueó con el contacto de una gigantesca mano sobre mi hombro. Me apretaba con cuidado, zarandeándome de un lado a otro. La intención del dueño de esa mano era obvia. ¿Cuánto tiempo llevaba embobada?

— Te dije que ese vestido te molestaría para jugar, ¡mira que pésimas tiradas has hecho, Marmota! —Solo alguien como Jungkook podía burlarse de mí de esa manera y yo sentir tanta alegría en mis adentros. No es que fuera masoquista y amara sentir la burla en mis propias carnes, sino que todo lo que provenía de sus dulces labios sonaba como el cantar de un coro de ángeles en mis oídos. De hecho, fueron sus palabras lo que silenciaron aquel espantoso sonido que anteriormente me aturdió.

— Y-Ya... Lo siento. —Dije llevándome una mano a los ojos. Los froté con un par de dedos para de esa manera conseguir espabilarme.— No debería habérmelo puesto.

— ¿Por qué lo sientes, tonta? —Sus cejas bajaron hasta que alcanzaron la cuenca de sus ojos y su índice tocó gentilmente una de mis mejillas.— Estás preciosa.

Dejé de frotarme en un santiamén y subí mi rostro rápidamente, quedándome estática tras eso. Como una piedra esperando a ser esculpida por aquellos orbes que parecían luciérnagas. Gracias a mis mejillas encendidas y mi corazón por fin latiendo me di cuenta de que aquella visión de asco de Taehyung no me había matado. O que si lo había hecho, Jungkook me había devuelto a la vida.

Y que bonito era vivir teniéndolo a él a mi lado.

— ¡Q-QUIERO DECIR...! T-Tú siempre estás guapa... —alzó la voz nervioso, apartando su mirada hacia el techo de la bolera— pero es que... hoy estás radiante. —Colocó durante tres segundos su diestra ahí donde el encaje traspasaba mi piel cuando por fin tuvo el valor de mirarme, luego pareció arrepentido y la apartó con rapidez, provocándome un espantoso frío.

— Supongo —sin apartar la mirada, tomé valor para pronunciar las siguientes palabras— que tendré que llevar más veces este vestido.

Soné más pícara de lo que había pretendido, y fue grandioso, pues la reacción que se adueñó de mi mejor amigo podía considerarse como la novena maravilla del mundo. Su sonrisa era la octava.

— No es el vestido. Eres tú.

Verdaderamente fue él el que tuvo valor de pronunciar aquello. Se refería... ¿a yo... yo? ¿Yo entera?

FIRST LOVE ; bts TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora