Capítulo 16. «Kookie»

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No sé en qué momento exacto empecé a ver mi nuevo "hogar" como una auténtica prisión a pesar de los intentos que mi madre hizo para que aquella casa se pareciera mínimamente a nuestra antigua vivienda. Contrató pintores que cambiaron el bonito color gris que adornaba las paredes por el amarillo sucio que tanto detestaba, no compró nuevos muebles -tampoco teníamos dinero para hacerlo después de mis tantos tratamientos- y reformó por completo la gran escalera que daba al primer piso, colocando una máquina que me ayudaría a subir y bajar mientras siguiera con la pierna rota. Mi habitación era prácticamente la misma que la de siempre, salvo por aquella gran ventana que daba a la calle y que me regalaba los secretos de mis vecinos. Bueno, más que secretos... las palabras que chillaban a la una de la madrugada.

Sabía que su intención era la mejor pero... llevaba sin salir de aquel lugar algo más de tres meses, salvo por las visitas semanales que hacíamos al hospital y al Sr. Park, mi neurólogo. Me prometió que me ayudaría a recordar todo lo que un día olvidé, aunque yo estaba segura de que era pura palabrería. ¿Recordar tantos años de mi vida?

Supongo que soy bastante pesimista.

Aquella tarde estaba sola en casa. Mi madre había salido a la universidad de Daegu para buscar una manera en la que el año siguiente me pudieran dar una plaza en alguna carrera y mientras, mi padre seguía en Seúl. No le cambiarían el destino hasta pasado unos meses más. Realmente lo echaba de menos pero no tanto como mi madre lo hacía.

Mi hermano... no sabía dónde se encontraba. Antes de irse me dijo que iría a buscar trabajo pero sabía que era una excusa para dejarme sola. Mamá no le daría el permiso de dejarme sin vigilancia a no ser que fuera de vital importancia. Ella... siempre tan confiada.

De repente, mi barriga rugió como un león, tan fuerte que me asustó un poco. Aquel día no había almorzado y los estragos del hambre se estaban apoderando de mi estómago. Con torpeza, agarré mis muletas y fui en busca de algo de chocolate a la cocina. Mi periodo estaba por comenzar así que tenía que calmar aquellos antojos de alguna manera.

Entonces... una atrevida idea surgió en mi mente.

Podría salir a comprar algo a aquel pequeño supermercado de la esquina. Tan solo serían unos escasos cinco minutos y mi madre no llegaría hasta haber pasado una hora. Además, estaba harta de ver aquella patética serie en la televisión. Necesitaba salir, necesitaba que me diera la luz del sol directamente sobre mi piel y no tener ese moreno horrible a causa de los focos de examinación del hospital.

Suspiré profundamente cuando crucé el umbral de la puerta de aquella casa y con algo de dificultad, la cerré con llave, agarrándome fuerte a las muletas.

Con paso lento, llegué a mi destino. La verdad, me tomó algo más de cinco minutos... Y eso que era en cuesta baja.

Mis galas no eran las mejores. Llevaba unos pantalones anchos que dejaban ver la gran escayola que cubría toda la parte inferior de mi pierna. Por arriba, vestía mi pijama de gatitos grises. No recordaba si aquella mañana me había peinado o si la última vez que pasé un cepillo por mi melena encrespada fue dos días atrás. Por supuesto... mi cara parecía la de un caído de la Primera Guerra Mundial pero aquello no frenaría la misión de esta soldado de conseguir unos Donuts recubiertos de glaseado y chocolate.

Por fin ya en la caja, le entregué al vendedor mi dinero, recibiendo por su parte una mirada mezcla de asco y pena. Yo no soy ninguna estúpida y me percaté perfectamente, así que le quité de sus asquerosas manos mi merienda como pude.

El camino hacia la salida se me hizo difícil. No podía agarrar la muleta y la caja de Donuts a la vez. Temía tropezarme en aquellos pasos torpes y, en efecto...

FIRST LOVE ; bts TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora