FIRST LOVE ; bts TERMINADA

Capítulo 25. «El amor de mi vida» Primera parte.

Los momentos en los que mi casa se quedaba totalmente sola eran los más felices para mí, y no por el simple hecho de poder andar desnuda y comer los dulces de mi hermano sin tener a nadie al lado para juzgarme. En aquellos benditos momentos podía sentirme en paz, con la tranquilidad necesaria para hacer los ejercicios de memoria esos que poco servían. Al menos me mantenían ocupada.

Y tanto que me mantenía ocupada, pues toda la tarde se me había pasado en un segundo ahí sentada en el suelo. La música clásica que sonaba a través de mis altavoces eran la guinda del pastel a una tarde de relax en la que no pensé en nada más que en mí misma. En mis memorias olvidadas. Con suerte, pude recordar un par de situaciones que por desgracia no fueron borradas a causa del accidente. Aún así, me llenaba de orgullo haber realizado el ejercicio con creces.

El reloj marcaba las siete menos cuarto de la tarde. Apenas quedaban unos veinte minutos para que mis padres regresaran. Namjoon estaba perdido, como siempre, aunque no se me hizo difícil imaginar que estuviera con Jin, ya que en aquella mañana Taehyung me comentó que pasaría la tarde fuera cuando le pregunté sobre el trabajo que teníamos pendiente. La verdad, me apenó bastante su respuesta negativa pero, instantáneamente me sacó una sonrisa cuando me ofreció la tarde del viernes para continuar el proyecto.

Maldición, deseaba verle de nuevo...

Sí, me había mantenido distraída, pero no por el sentido de la responsabilidad sobre la promesa que le realicé a mi madre y el Sr. Park. Simplemente, quería quitarme de la cabeza la imagen desagradable de Lisa demacrada. La pobre chica se veía realmente mal y la curiosidad por conocer qué le ocurría me picaba como abejas protegiendo a su miel.

No era solo aquella pelirroja quien me robaba la atención. También Jungkook. La diferencia entre un día normal y este era el simple hecho de que solo sentía preocupación por conocer su paradero. El muy imbécil no respondió ni a mis mensajes y ni a las cuatro llamadas que le realicé al salir de las clases. Pensé en ir a su casa pero la vergüenza de mirarle a la cara volvió a surgir. Lamentablemente, la única solución que tuve para quitármelo de la cabeza fue la estúpida meditación que, sorprendentemente, había funcionado.

Sin embargo, poco duró la tranquilidad.

Fue cortada por un incesante e intermitente ruido proveniente de la puerta principal. Con las manos en los oídos, bajé hasta la entrada, dando pisotones sonoros para mostrar mi incomodidad ante el molesto timbre. La rabia ardía en mis adentros al pensar que ya toda la tranquilidad se había disipado con la llegada de algún miembro de mi familia.

— ¿Acaso no sabes que existen las llaves de casa? —Pregunté en un grito mientras abría la puerta, a sabiendas de que alguien que llamara así a la puerta no podría ser otro que Namjoon.

Pero por suerte o desgracia... me había equivocado.

Me encontré de frente con Jungkook, que se encontraba con el brazo ligeramente flexionado, listo para volver a pulsar el botón de la campanilla. No hizo falta al fin y al cabo, pero quizás un ruido tan alto y pesado me habría ayudado a reaccionar ante su figura.

Estaba totalmente congelada. ¿Qué hacía Jungkook en la puerta de mi casa en aquellas horas? Era un chico responsable y no solía hacerme visitas entre semana para poder así quedarse estudiando en su habitación. ¿A qué venía esta sorpresa, que más que grata se veía como terrorífica?

Pasó a mi lado, chocándose con mi hombro. Supuse que su intención era la de hacerme girar pero estaba tan rígida que si hubiera usado un poco más su fuerza, me habría roto en pedazos. Como cuando le das un manotazo a una copa de cristal por accidente. Cerró la puerta en su camino y me dio la espalda. Se le veía nervioso, con ansias de algo. Jugaba con los mechones de pelo de su nuca, utilizando algo de rudeza en sus movimientos. Ahí se mantuvo, dando varias vueltas por el pasillo y cocina de la vivienda. Mientras, yo intentaba reaccionar de la manera más rápida posible, aunque acabó siendo la más torpe.