Capítulo 20. «Rota»

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¿Cómo que... Jungkook se iba? Estaba a punto de tomarse una cerveza con Taehyung. Estaban a punto de firmar ese "tratado de amistad" o simple "no a la guerra de hormonas furiosas". No podía irse ahora. No me había dado el tiempo suficiente de lucir mi maravilloso vestido delante de él. Ya lo tenía medio-embobado: no era difícil saber que cuando le daba la espalda en medio de la partida, él deslizaba sutilmente la mirada para observar mi cuerpo. ¡Sentía sus ojos sobre mí!

O eso me gustaba pensar.

Pero no podía irse. Necesitaba seguir con él. Acompañarle a casa y hablar de miles de cosas sin importancia en el marco de su puerta entreabierta, mientras su madre le regañaba vía mensajes de texto por no cerrar y dejar que entrara el frío a la vivienda. Quedarme a solas con él para que nadie pudiera robarme la atención de aquellos ojos dulces que me mirarían con ternura cuando yo le confesara que amaba aquellos ratos en donde solo éramos Kookie y Marmota. Celebrar juntos como cada viernes nuestro día de la semana, como llevábamos haciendo desde que nos conocíamos.

Él no debía irse.

Sin embargo y sin más revuelo, vi como Jungkook se separó del débil tacto que mi mano le brindaba, dejándola ahí paralizada. Fue en busca de aquella nueva chaqueta de cuero, dejando con tanta rapidez los zapatos de la bolera en la taquilla que estuvieron a punto de caer. Yo seguí sus pasos, olvidando a Taehyung atrás, que seguía esperando aquellas dichosas bebidas las cuales acabaría bebiendo él solo. Porque Jungkook no las probaría si yo no le retenía y por mi parte, había jurado no probar ni una sola mísera gota de alcohol. No hasta dentro de cincuenta años.

Sin despedirse, el castaño se precipitó a la puerta de salida. Yo con pasos torpes fui tras él, tropezándome con mis propios pies. Estaba aturdida y pronto, un gran mareo tomaría el control de mis sentidos. "No debes estar en situaciones de riesgo, tensión o que te causen agobio" las palabras de los miles de médicos que me vieron antes de abandonar el hospital resonaban en mi cabeza, al igual que aquella frase que Jungkook me había dicho esta mañana: "se lo debo a mi chica favorita".

¿Desde cuándo su chica favorita se había convertido en Lalisa Manoban?

— ¡Kookie!

Con un gran dolor que me desgarraba la garganta conseguí pronunciar su nombre mientras sujetaba la puerta que el mismo chico había cerrado un par de segundos antes tras de sí. La fuerza y rapidez que había ejercido se vieron forzadas contra mi brazo que con ira, cortó aquella acción.

Mi voz en un hilo consiguió detenerle. Jungkook se encontraba en medio de la acera, en dirección opuesta a su casa. No sabía donde vivía Lisa, pero por la decisión que el moreno mostraba, parecía que conocía muy bien el camino.

Ahí parado en medio de una pequeña llovizna que estaba empezando a aumentar con cada soplo de aire que levantaba sus hermosos cabellos, volvió a mostrarme un aura. Un aura muy diferente a las otras que ya había conocido. Esta no era de un color cálido como de costumbre aparecía cuando me mostraba aquella sonrisa que me alegraba los días. Tampoco era negra y seductora.

Esta no tenía color pero, me erizaba el vello como ninguna.

Siguió dándome la espalda por un minuto más, hasta que tomó el valor de voltear levemente su rostro —sin levantar su vista hacia mis ojos— y dejar su boca entrecerrada.

— Quédate dentro, Marmota... No quiero que cojas frío. —Dijo con la voz más rota que yo.

Al cuerno con el frío.

Sin esperar un segundo más, me separé de la puerta del local y corrí hacia él. Furia, miedo y preocupación eran las únicas emociones que sentía. Estaban hechas un lío y se convertían en una bola en mi garganta que me costaba tragar. Cada gota que caía sobre mi piel dolía como mil demonios, pero más me dolía a mí ver a mi mejor amigo de esa manera.

FIRST LOVE ; bts TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora