Sekiryuutei Supremo

Ogro VS Demonio

El lugar se venía abajo, todo el templo se estaba hundiendo...¿Cómo era posible que un simple humano haya llegado hasta aquí? No sólo eso, vino a retarlo para evitar que cumpla su ambición...¿Cómo puede existir un humano con tal poder? Los rumores hablaban de él pero...creyó que eran exageraciones.

Rahab estaba con lo poco que quedaba de su cuerpo en el suelo ensangrentado, estaba derrotado...lo sabía y eso le enfurecía. Ese humano lo mató varias veces, si no hubiera sido por el ritual que mataba a sus esposas en vez de él, hubiera muerto hace rato...

En el suelo del lugar, que cada vez se llenaba de agua ya que el lugar se hundía, habían varios cuerpos...mujeres, la mayoría, unos niños y otros seres ya adultos...todos murieron cada vez que Rahab era salvado de la muerte.

-Me enfurece...- Rahab alzó la vista, su destruido cuerpo estaba más allá de la salvación, miró al humano quien tenía dos espadas en mano, su armadura negra estaba dañada, más por el tiempo que tuvo que pelear que por la intensidad, su casco estaba destruido...no podía verlo bien pero lo único visible desde su ángulo eran el cabello castaño que tenía.- Me enfurece pensar que la familia Sitri haya aceptado esto...la vida de tantos...por tu protección.

Rahab iba a decir algo pero sintió que una de las espadas era clavada en su abdomen.

-Me das asco, tú y los que te apoyaron...eres un ser despreciable Rahab.- El humano sacó su arma del cuerpo de este para luego mirar como el lugar se venía abajo.- Matarte...era mi objetivo pero...ahora dejaré que mueras en la agonía, es mejor...un castigo justo por tu crueldad.

-H-Humano m-m-maldito...- Rahab vio que el humano se iba a paso lento, dejando que los escombros que caían hagan su trabajo.- ¿Qui-Quién te crees...?

-Nadie...- el humano se detuvo para luego ver al demonio, sus amarillos ojos solo mostraban odio y asco.- Ni mereces que te diga más, adiós Rahab...muere en vergüenza, la vergüenza de haber sido asesinado 100 veces por mi nunca desaparecerá.

El demonio trató de dar un grito de odio pero el techo y demás cayó sobre él...toda la ciudad se hundía, en las orillas del Mar Rojo...Haou miraba cansado todo, ya estaba...un poco más y...

-Sólo un poco más, ni se te ocurra morir aún Elohim...aguanta hasta que acabe con las amenazas que pueden surgir tras tu muerte...- El casco reapareció en la cabeza del humano mientras la armadura era reparada.- Estás débil por sellar a esa bestia y triste por la muerte de tu hijo pero...no te rindas, cuando el mundo esté libre de amenazas que peligren el desarrollo de los seres conscientes...ese será el momento en que moriremos y ese día mi amigo...está cerca.

Haou caminó hacia lo que era Egipto en ese entonces, tenía que hablar con Ra...

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En la actualidad, Rean, Tannin, Fie y todos los demás dragones vieron como de pronto todos los seres de sangre se disolvieron de repente.

-¿Qué ocurrió?- la mujer no sabía que pasó, estaban peleando y esto pasa.

-Los generales debieron sucumbir.- Tannin habló mientras todos tomaban aire.- Si bien los sirvientes de Rahab son numerosos, son débiles y frágiles...además que sino mal recuerdo...siempre habían esos líderes que eran el corazón de estos grupos...los derrotas y el resto muere.

-¿¡Por qué no dijiste eso antes!?- Rean gritó furioso, de haberlo sabido se habrían ahorrado problemas.

-Porque supuse que esos generales estarían dentro de la barrera, además...los chicos parecen haberse encargado de eso.- Rean suspiró ante las palabras del dragón, odiaba que diga esas cosas.- Pero...debemos hallar un modo de evitar que más aparezcan.