XXVI.-Despedida.
Si, a lo mejor el dejarte era la opción más factible; pero hace unos meses no me imaginaba el verte despidiéndome ni mucho menos diciéndome que te dejara en paz.
— ¿Ya has acabado? — el rostro de tu madre me paró, miró mis ojos rojizos y algo llorosos, entonces, de la nada le nació abrazarme; era un abrazo tan honesto, se sentía cálido, no tanto como los tuyos, pero eran demasiado parecidos — pero claro, porque es tu madre — te parecías tanto a ella y a su esencia.
— ¿Qué pasó? — negué con la cabeza, mientras hundía mi rostro más dentro de su cuello, el abrazo se tornó algo recíproco que parecía nunca acabar, pero no me importó mucho, eso era lo último que me iba a quedar de parte tuya y ni siquiera eras tú quien me abrazaba, sólo una extensión de ti. Apreté demasiado su espalda, pegando mi pecho al suyo que estaba tan suave, como si se tratara de ti — bueno — susurré, aun queriendo estar ahí, deseaba seguir sintiendo ese afecto que sabía se acabaría pronto. — Debo irme — me resigné a que, si renunciabas a mí, yo de igual forma debía renunciar — Luego nos vemos ¿Sí? — me solté del agarre de la mujer a la que te le parecías en humor y apariencia física, siendo esto la despedida definitiva de tu vida.
— Hasta luego — gesticuló tu padre con una sonrisa amarga entre dientes; luego con mi rostro casi muerte le miré y asentí haciendo una media sonrisa.
Terminé caminando muy callado, mientras acomodaba mi chaleco y después me hacía el cabello hacia atrás, estando así, sin saber lo que me esperaba allá afuera sin ti. Llevaba diez u once años sin darme cuenta o siquiera percatarme a medias de que eras tú; tú definitivamente eras con quien quería estar y aunque en ese entonces aún éramos poco más que unos niños y que yo sentía la necesidad de estar junto a ti, sin embargo, ahora estaba desesperado de besarte y quedarme pegado a tus labios; tus labios de niña, tan hinchados y suaves, quedarme inmóvil mientras acariciaba tu cuerpo sin dañar siquiera un cabello, sin lastimarlo de forma lasciva, sólo tenía ganas de admirar tu belleza y la suavidad con la que tus curvas estaban creadas.
Me había quedado sin eso.
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MIND
Short StoryLa reflexión, el dolor, los trastornos, los sentimientos, la falta de... ¿Falta de qué? Todo pasa en un solo lugar. Tu mente. MIND. Código de registro: 1610169466266 ❤