MIND

l l o r a r

VI. Llorar

-Venga ¿De qué te sirve llorar? - Eso fue lo que me dijiste aquella vez que fui en busca de tu amor, de que me lo demostraras sin más; pero no hubo nada, ni palabras de consolación, ni un abrazo, mucho menos un beso dulce que apaciguara mi corazón; sólo palabras frías que desquebrajaron mi corazón aún más, más de lo que ya estaba. Por ello, solté lágrimas mientras te decía lo mucho que te necesitaba, mientras imploraba, rogaba por algo que sabía que de tu parte nunca llegaría a pasar.

Lloré, lloré tanto, como nunca lo había hecho; lloré demasiado, que te puedo asegurar que pude haber llenado una alberca olímpica. Lloré porque te amaba - y por desventura mía, aún lo hago, con locura- lloré tal cual niño sabiendo que su padre le ha dejado y se ha ido a la guerra.

-Venga ¿De qué te sirve llorar? - Claro, no me esperaba más de ti, y ahora mismo me burlo de mi propia estupidez, de la idiotez tan grande que vive en mí; es que tu no entiendes los sentimientos, tú lo ves todo literal; te importa un carajo si lloro, porque según tú y tu estúpida ideología debería reír ante algo triste, porque "Tenemos sentimientos impuestos".

Pero es que tú no entiendes, no entiendes nada; y es mi culpa, yo soy quien sigue aferrándose a un amor tan estúpido como este lo es, yo tengo la culpa, yo soy quien provoca mis propias lágrimas. ¿Sabes? Se llora por algo triste porque solo así es posible desahogarnos; porque llorar vacía tu cuerpo y tu alma al mismo tiempo, te cansa al punto de hacerte quedar dormido entre lágrimas; nos ayuda a reflexionar todo, a pensar mientras descansamos. Pero. . . Llorar es una acción tan inocente que incluso los bebés lo hacen, llorar es hermoso y lo peor es que se suele hacer en las situaciones más horribles.

-Venga ¿De qué te sirve llorar? - Fue lo que dijiste la noche que fui a buscar tu amor, lo que soltaste la vez que fui a por ti, con el corazón en mano; Lo dijiste de la manera más seca posible, sin sentirte agobiado por lo que sentía, sin ser humano conmigo y contigo mismo. Me sentí la persona más imbécil del mundo; llevaba contigo tanto tiempo y aun así me era imposible entender todo aquello; no podía ni puedo comprender tu forma de pensar y eso, me hace sentir el corazón pesado, que se caerá y se quebrará contra el frío suelo en cualquier momento mientras estoy contigo.

Basta.

-De nada- dije en respuesta -Contigo. . . No me sirve de nada- suspiré aquella vez, sosteniendo todas las lágrimas que me quedaban dentro de mis parpados ya rojos por todas las demás que ya se habían escapado de mi intento en falso de dejar de hacerlo. -Adiós- susurré después, sintiendo mi voz quebrarse ante la repentina despedida que ni yo me esperaba, era increíble, no podía creerlo ni yo misma; al fin me había despedido, pero en el interior sabía que no era cierto, no estaba diciéndolo verdaderamente, no era permanente.

Y salí, salí de ahí intentando aguantar, salí de ahí casi corriendo con el corazón en la boca y con los pulmones amarrados tan fuerte que no pude seguir respirando, así que comencé a sólo caminar, caminé hasta casa. . . Llorando.