Capítulo 15: Cuando un monstruo llora

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Maratón 2/3
Cuando Jerome me llamó "monstruo", sentí algo en el pecho, un vacío en el corazón. Sentía que todo era falso, debía ser falso, él no podría haberme llamado así ni estar enojado. No, él no. No hablaría así de mí. ¿Eso de verdad estaba pasando?
Mi cuerpo me tomó desprevenida y dejó salir lágrimas de sólo dolor, por esa vez, no las retuve; me coloqué de costado en el suelo con las piernas encogidas y comencé a llorar. Estuve muy mal emocionalmente por los siguientes tres días.

Mientras el tiempo pasaba, Oswald se encargó de alimentar a Lou y de encerrar a Jerome en alguna habitación como castigo, pero sin preguntarme. No toqué un plato de comida jamás, sólo vasos de agua. También, algunas veces, me preguntaba cómo estaba desde el otro lado de la puerta, pero simplemente seguía llorando y no respondía. Hasta que al tercer día, lo dejé pasar. 

Estaba recostada en mi cama, mirando al techo, pensando en lo felices que hubiéramos sido si Penélope nunca hubiera aparecido.
Oswald tocó la puerta y pidió permiso para pasar, a lo que yo acepté porque no me importaba ni mi orgullo en ese momento. Cuando volteé, elevó un ramo de flores y sonrió de lado, rodé los ojos y me dejé caer de nuevo a la cama.

—Son tus flores favoritas, pensé que te agradaría tenerlas cerca dada la situación en la que... —miró alrededor—...estás.

Mi habitación estaba hecha un desastre, al igual que yo: no me había bañado en esos días y me había lastimado los brazos, los codos y las piernas, los muebles estaban rotos, mi ropa por todo el suelo, las cortinas desgarradas, restos de papeles por el suelo y mi cama, la ropa que le habían conseguido a Jerome estaba detrás de un mueble, incluso la almohada que él tocó.

—Déjalas por ahí.

Mi voz estaba ronca. 

—Escucha, Pepp. Sabes que siempre podré ser el hombro en el que puedas llorar y te apoyaré en todo porque eres mi amiga, pero debes salir de esta depresión y olvidar a Jerome —dijo Oswlad, y después se acercó. Bufó—. ¿Quién dijo que lo necesitabas? Sabías que era un capricho, te advertí que el amor no es para nosotros y te arriesgaste a que te rompieran lo poco que tenías de corazón.

Te está chantajeando...

Bufé y me senté en la cama, colocando una almohada en mi regazo, ya que tenía rasgados los codos y necesitaba dónde apoyarlos para no estirar los brazos.

Lo sé, lo sé... —tenía la mirada decaída. Hasta que me levanté de golpe y mis ojos se expandieron—. Espera, sí lo sé.

—¿Qué?

—Sé quién me dijo que lo quería, mi mente —volví a él—. Yo, Oswald —sonreí—. No por nada me enamoré, él me daba justo lo que me faltaba cuando pensé que lo tenía todo. ¡Eso es! ¡Gracias! 

Lo abracé unos escasos segundos y salí de la habitación para buscar una toalla para secarme después del baño, y para eso tenía que cruzar la otra sala de estar donde Oswald tiene otra radio y unas cuantas pertenencias de su padre.

—¡¿Qué?! —me persiguió—. ¡No, debes...!

De pronto, la radio sonó y le puse atención al mencionar le incendio que había hecho, en vez de  a los sermones de Oswald.

—...el Departamento de Bomberos finalmente encontró  a los sobrevivientes de los fuegos artificiales de hace tres días, destacándose la propietaria de la casa en la que se originaron, la joven está registrada como "Penélope Tills Werth", de 21 años de edad. Infortunadamente, aún siguen los disturbios por el culto en toda la ciudad...

ᴬ ᵁ ┇𝑺𝒎𝒊𝒍𝒆┇Jᴇʀᴏᴍᴇ VᴀʟᴇsᴋᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora