Capítulo 38: Abrir los regalos

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—Se acabó, Pepper... —sollozó.

—No me hagas esto —negó con la cabeza—, eres mi única...

Disparó al suelo.

—¡Ya basta! —le exigió—. ¡Sólo dices eso cuando tienes que salvarte! ¡Usas a las personas!

—¡¿Te parece que lo hago?! ¡Si lo hiciera, tú hubieras muerto desde hace meses!

Entonces, Brissa disparó a su brazo y Pepper gritó tan fuerte, que Daisy pudo escucharla desde la furgoneta donde estaba ayudando a curar a Alexander. Pepper presionó su herida y se retorció en el suelo mientras su mano se teñía de un rojo carmesí, tensó la mandíbula, dijo maldiciones en voz baja y lloró, pero no de dolor físico, sino emocional. Que Brissa le disparara era todo lo que necesitaba para ya no confiar en nadie más que no fuera Jerome, para ya no tener fe en lo amigos; porque todos la habían traicionado justo el día de su cumpleaños.

—Brissa... —sollozó.

—No quiero hacerlo... —murmuró para sí misma—, pero yo... no, no quiero. ¡Deja de hablarme!

«¿También escucha voces?», se preguntó Pepper, ante su comportamiento tan extraño de golpearse la cabeza y gritarse a sí misma.

—¡No lo haré! ¡No! —golpeó su cabeza de nuevo.

—¡Brissa, mírame! —le gritó Pepper, pues ella sabía lo que era lidiar con algo así y tal vez esas voces eran nuevas en su cabeza, sabía que estaba asustada y necesitaba darle el control de nuevo.

La susodicha también quería llorar, no quería dispararle, pero estaba tan cegada por la ira y la tristeza de la horrible muerte de Phillip que cualquier tontería parecía correcta.
Brissa le apuntó a la cabeza a Pepper y cerró los ojos, al mismo tiempo que miraba a otro lado; las voces la forzaron. Pero al tirar del gatillo, Daisy se lanzó contra Pepper y la bala apenas rozó su cabello; obviamente se quejó por el dolor en su brazo, pero valió más a que muriera otra vez. Rápidamente la ayudó a levantarse y luego tomó su pollo de hule para golpear a Brissa en la cara, haciendo que soltara el arma y se tambaleara hasta topar en la orilla del puente, pero no cayó.

Daisy se acercó y levantó su pollo de hule en el aire para golpearla y hacer que cayera, pero Brissa actuó rápido y se agachó, para luego tomar su tobillo. La peliazul cayó al suelo e inmediatamente lanzó una patada hacia la nariz de Brissa, haciendo que sangrara y cayera también en vez de estar de rodillas sobre ella. Luego, Daisy se colocó sobre ella y trató de golpearle el rostro de nuevo —ahora sólo con su puño—, pero Brissa logró hacer su cabeza a un lado a tiempo y ella fue quien la golpeó e hizo que retrocediera.
Mientras todo esto pasaba, Pepper seguía corriendo, y un par de veces lo hizo de reversa para asegurarse de que ninguna estaba muerta.

Al pasar al lado del chico alto y de cabello rizado, Pepper le gritó:

—¡Donovan, deja de lanzar cuchillas y cámbialos por tranquilizantes! ¡No quiero más heridos! —siguió corriendo.

Donovan asintió y sacó de la furgoneta los tranquilizantes para empezar a lanzarlos a distancia, igual que con las cuchillas. Pero no crean que Pepper se ablandó; a los únicos que no quería heridos era a Edward, Brissa y Daisy, los demás serían explotados junto con el puente luego. Sí, también Phillip.

Al subir a la furgoneta, Pepper dio un último vistazo y vio que todos cayeron inconscientes, excepto Daisy, ya que ella no era parte del objetivo. Los seguidores de Pepper comenzaron a subir a Edward y Brissa, pero el cuerpo de Phillip lo dejaron ahí para que Jerome no lo viera. No quería herirlo de esa forma. Daisy caminó a zancadas y con los brazos cruzados hacia la furgoneta, estaba haciendo berrinche porque la habían vencido.

ᴬ ᵁ ┇𝑺𝒎𝒊𝒍𝒆┇Jᴇʀᴏᴍᴇ VᴀʟᴇsᴋᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora