Capítulo 34: La verdad

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Oswald gritó y corrió como pudo hacia Pepper, la recostó en el suelo y cubrió la herida, aunque ya había perdido mucha sangre, pero tenía esperanza de salvarla; Jerome sólo desapareció y su risa se quedó con ellos. Oswald no sabía qué hacer, todo se sentía real, por más extraño que fuera su alrededor.
Después, al ver el rostro entristecido de su amiga, empezó a llorar y la tomó de la mejilla, manchándole de sangre por accidente y creando una media sonrisa algo curiosa.

—Por favor, Pepper, no... —sollozó.

—Oss... s...

Era obvio que Pepper ya no podía hablar. Oswald sintió un vacío en el corazón y una ira inimaginable; había presenciado el asesinato de su amiga en cada espejo del lugar, y en los cuales se empezó a repetir el momento exacto en que Jerome la asesinó. Una y otra vez.

Él sabía que ya no podía salvarla, por eso se decidió a sólo estar con ella en sus últimos minutos y la tomó de la mano para inspirarle la confianza que cualquier amigo daría en un momento como ese. Y cuando Oswald empezaba a creer que esa tortura no podía ser peor, sintió la mano de su amiga deslizarse por la suya y vio sus ojos nublarse.

Luego, despertó.

Se levantó de golpe, con la respiración agitada y pequeñas lágrimas a los lados de sus ojos, intentó reubicarse a la realidad, pero aún así había algo que lo desconcertaba. Lo último que recordaba haber hecho era ir a visitar a Pepper por su cumpleaños, pero no que hubiera vuelto a la mansión. Notó que la luz del comedor estaba encendida, así que se levantó lentamente y fue a revisar, pero no sin antes tomar el abrecartas de arriba de la chimenea; alguien tarareaba una canción. Oswald se sintió confundido al no ver a nadie en el comedor y mucho menos en la cocina, pero el tarareo estaba ahí, siendo el único ruido en la mansión.

Cuando iba a volver por el pasillo, notó que había un plato algo curioso en la mesa: un pescado blanco, con las escamas de color verde y la boca de rojo; como un payaso. Se acercó para verlo más de cerca, lástima que no se dio cuenta de quién estaba con él. Pepper llegó por detrás y le golpeó la cabeza con una taza de café vacía —ya que anteriormente estaba escondida en la cocina—, pero casi no usó su fuerza para que Oswald no se desmayara otra vez y sólo estuviera lo suficientemente débil para poder atarlo a la silla. Así que, lo tomó de los brazos, lo sentó y lo ató.

Pepper sabía que su amigo tardaría unos minutos en recuperarse, así que sólo se sentó a un lado, subiendo sus botas a la mesa, y esperó a que se recuperara.

—Espero que Layla no me odie porque me comí todo lo que estaba en el refrigerador —dijo Pepper para sí misma.

Eso explicaba por qué estaba en la cocina, no había comido en casi dos días y, a pesar de que sí había dormido la noche anterior, fueron pocas horas y necesitaba el café. De ahí que tuviera una taza vacía.

Cuando Oswald reaccionó, Pepper se sobresaltó y notó que la vista de su amigo comenzó a aclararse hasta distinguirla, y eso hizo sentir feliz a ambos. Él sabía que su muerte había sido un sueño; pero, por otro lado, aún temía que pudiera pasar a la realidad. Ella estaba feliz porque no tuvo que perder tiempo en esperar.

—¡Pepper! —exclamó Oswald, y sonrió.

Además, notó que ya no tenía puesto el uniforme de Arkham, sino un suéter rojo y un pantalón negro, lo que le dio a entender que ya tenía bastante tiempo en casa. Por otro lado, Pepper se sintió algo confundida por su estado de ánimo, pensó que estaría molesto por haberle rociado la toxina.

—¿Qué? —preguntó Oswald.

—Oh, nada, nada. Sólo... estaba pensando —Pepper se levantó—. Así que... ¿qué soñabas? —le preguntó, mientras se colocaba detrás de la silla en la que estaba sentado—. Una... ¿pesadilla? —lo tomó por los hombros.

ᴬ ᵁ ┇𝑺𝒎𝒊𝒍𝒆┇Jᴇʀᴏᴍᴇ VᴀʟᴇsᴋᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora