Capítulo 4: Ahora o nunca

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━× 𝐄𝐯𝐞𝐥𝐲𝐧 ×━

Martes 15 de diciembre, 1987.

Después de 21 largos días, me encontraba en mi celda nueva: no había humedad ni manchas de procedencia dudosa en las esquinas, la cama era menos dura y tenía una almohada rellena, no como la anterior, que estaba tan aplastada como un ciervo sobre la carretera. Seguía estando en el tercer piso, pero mi número de cuarto pasó de 31 a 47; tal parece que las instalaciones con números superiores a 40 eran mejor cuidadas y limpias. Nunca supe por qué. El día transcurrió normalmente, sólo que sin mis ansiadas terapias.

—¿Sabes? —habló Oswald de pronto, desde el otro lado de la celda—. Todo fue más tranquilo en el comedor mientras no estabas.

—Seguro alguien extrañó limpiar mis destrozos —sonreí.

Para esa hora de la noche, charlaba con Oswald a través de un agujero —entre la pared y la línea del suelo— que hice con una cuchara a golpes; parecía un mito, ¿eh? Pues no, son más efectivas que el jodido taladro. No es cierto, eso último sí es broma. Siempre tuve curiosidad por saber si hacer agujeros con cucharas era cierto. Aunque era algo inusual la que usé, la conseguí gracias a una enfermera distraída; por cuestiones de seguridad, a los pacientes no nos daban la comida con más de dos cubiertos y mucho menos si no eran de plástico.

Volviendo con el asunto del Pingüino, fue una suerte que pudiéramos reencontrarnos para contarle mi plan sin apuro, no podría resumirlo todo en la media hora que teníamos de almuerzo. Sin embargo, con el nuevo jefe en el manicomio muchas cosas cambiaron, una de ellas se trataba de ordenar a los reclusos por orden alfabético, según su apellido paterno: él era Cobblepot y yo... Crewell. Deshacerme de mis apellidos falsos no fue tan simple, el registro estaba bajo llave, pero me las arreglé.

—¿Cómo te sientes ahora que estoy de regreso?

Siento que ni siquiera podré descansar en mi propia celda, ya que estarás hablándome de cosas absurdas —suspiró—. Esos doctores me arrebatan el sueño con sus estúpidos medicamentos. Ni siquiera los necesito.

—Creí que eran los supervisores. Aunque no entiendo tu queja, es más sencillo ocultar las pastillas que antes.

Pero no los medicamentos líquidos, y no quiero vomitar cada vez que me los dan, o escupirlos como haces tú.

—Bueno, tienes un punto, es tedioso —admití—. Pero veamos el lado bueno, nuestras celdas no son sucias, la seguridad en esta zona es baja, los guardias no merodean por aquí más de tres veces al día.

¿Qué te tiene tan optimista? Desde que volviste de la enfermería, noto tu actitud un poco distinta.

—No soy muy pesimista, tampoco —señalé—. Siempre depende. Aunque, ahora que lo mencionas, no sé si es el nuevo ambiente o el hecho de saber que pronto saldremos —reí por lo bajo.

Cambiando un poco de tema, escuché que tu príncipe pelirrojo fue ascendido después de lo que pasó con Strange.

Al escucharlo decir simplemente "pelirrojo", sonreí aún más y pude sentir que mis mejillas se pusieron coloradas; Jerome debía estar muy feliz.

Pero...

Borré mi sonrisa.

—...ahora se encuentra ejerciendo en otra área. No volverás a verlo, lo sabes, ¿verdad?

—¡¿Cómo dices?! —me incliné hacia el agujero—. No, no, no, no, no... Harvey Bullock dijo que era mentira —me levanté—. ¡No voy a dejar que eso pase!

ᴬ ᵁ ┇𝑺𝒎𝒊𝒍𝒆┇Jᴇʀᴏᴍᴇ VᴀʟᴇsᴋᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora