Capítulo 22: Pelirrojo

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8:30 p.m
Se escucharon los pasos pesados de Pepper en el patio, pisando las secas hierbas y algunas hormigas, ella estaba enojada pero no conocía la verdadera razón, sólo sentía una especie de celos. Ella había ido a espiar a Brissa. Fue algo difícil seguirla, ya que no había llevado su auto, pero el restaurante seguía estando cerca.

Abrió la ventana con brusquedad y entró a la habitación, no importaba si hacía mucho ruido o no, de todas formas no se escuchaba nada por fuera. Luego, encendió la luz para buscar otros zapatos que no la delataran, pues los que traía puestos se ensuciaron de lodo; pero en cuanto se quitó el par, el sonido de la puerta de entrada abriéndose de golpe la hizo sobresaltar y apagó la luz, rápidamente.

¡Angelique! ¡Nygma! ¡Estuve llamando diez veces seguidas!

«Brissa», pensó Pepper.

Entonces, lanzó los zapatos hacia el armario y cerró la puerta, después brincó hacia la cama y fingió que estaba dormida aún. Al escuchar que los pasos se hacían más rápidos hacia su puerta, Pepper comenzó a concentrarse para no perder el control. De pronto, Brissa abrió la puerta y encendió la luz inmediatamente, se escuchó un suspiro de alivio su parte y volvió a apagar la luz; Pepper abrió lentamente uno de sus ojos y al notar que se había ido, ella también suspiró de alivio.

Por otro lado, estaba Brissa de brazos cruzados, observando muy enojada a Edward y Angelique estando abrazados, durmiendo en su cama. Luego, encendió la luz y ellos se despertaron de inmediato.

—Agh, apágala... —se quejó Angelique.

—Par de ninfómanos, se supone que debían...

Brissa iba a responder, pero luego miró alrededor de su habitación y quedó boquiabierta: su ropa estaba en el suelo, había golpes en las paredes hechos por la orilla de la cama, las sábanas estaban arrugadas y... y luego, miró algo blanco en ellas.

—¡¿Están locos o qué les pasa?! —les gritó, y se acercó hacia su cama—. ¡Angelique, dime que esto no es...!

La susodicha talló sus ojos, luego frunció el ceño y miró hacia donde apuntaba Brissa.

—¡Claro que no! No somos unos sucios, es yogur natural —explicó, señalando el bote medio vacío a un costado de la cama.

—Ay, gracias al cielo —suspiró Brissa—. Pero se suponía que debían cuidar a Pepper, ¡no estar revolcándose en mi cama como animales!

—¡Hey! —se quejaron al unísono.

—¡Largo! —gritó Brissa, señalando la puerta.

La pareja se levantó y recogió su ropa, luego se vistieron mientras Brissa estaba de espaldas y salieron de la habitación.

—Envíame la cuenta de las reparaciones —le dijo Angelique a Brissa, con un tono cansado, y ella tensó la mandíbula.

Al encontrarse afuera los tres, se disculparon y le dijeron a Brissa que, de todas formas, mantuvieron vigilada a Pepper. Pero luego, Edward recordó que tenía que hacer algo y regresó adentro.

—¿Pepper? —tocó la puerta, y la susodicha levantó la mirada, tallando sus ojos—. Perdón, no quería despertarte.

—No importa, pasa —dijo Pepper, y Edward dejó entreabierta la puerta—. ¿Sí?

—Necesito preguntarte algo... —se sentó a su lado—... sobre tu dibujo —dijo Ed, tomándolo de abajo del cojín donde estaba escondido. Pepper frunció el ceño—. Sabes quién soy yo, ¿verdad?

—Algo así —respondió—, recuerdo tu nombre y que te gustan los acertijos, pero no la forma en que te conocí. Sigo recordando.

—Okey, ahm... ¿y sabes quién es él? —le preguntó Nygma, mostrándole el dibujo. 

ᴬ ᵁ ┇𝑺𝒎𝒊𝒍𝒆┇Jᴇʀᴏᴍᴇ VᴀʟᴇsᴋᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora