Más tarde, ese mismo día, caminamos por la costanera hasta chocarnos con un escenario que habían armado hacía un par de días. Era raro, porque no solían haber eventos por aquí, pero ahora se podía escuchar música proveniente esa zona. Cuando estábamos por llegar, mi celular sonó y me llegó una foto de mis padres, que estaban sonriendo a la cámara.
―Me encantan tus padres―dijo Trevor pasándome un brazo por los hombros, mirando mi celular de reojo—. Ojalá los míos fueran igual―suspiró.
Los padres de Trevor se habían divorciado hacía seis meses. Trevor sufrió un montón, no porque quería que siguieran juntos, sino porque lo metieron en el medio de la pelea y entre los dos le llenaban la cabeza de cosas malas sobre el otro. La relación entre los tres había mejorado considerablemente tras el divorcio, pero igualmente había demasiados cruces; por eso, al no aguantar más, Trevor se fue a vivir con su hermano, Dustin, de 25 años. Vivía aquí, en Mine Concect, a dos cuadras del Instituto. La razón por la que se había quedado aquí era muy simple: era maestro de nivel primario y amaba el pueblo.
Si había algo que yo admiraba de los míos, era que las cosas que tenían que decir las decían tranquilamente. Siempre prevaleció el respecto de ambas partes, y creo que nunca los vi pelear. Lo cual era muy extraño, pero hacía que tenga fe en el amor.
Claro, si alguna vez algún chico quisiera estar conmigo.
Le di un apretón suave en el brazo y caminamos hasta estar en frente al escenario. Había una banda tocando. Eran tres jóvenes: uno cantaba, el otro tocaba la guitarra eléctrica y el último la batería.
El que más llamó mi atención fue el que cantaba. Era alto, llevaba una musculosa blanca que dejaba al aire sus brazos y tenía los ojos cerrados. Parecía estar sumergido en la canción; se movía de manera intensa al ritmo de la música y sus manos sostenían fuertemente el micrófono.
—No me molestaría ser ese micrófono—dijo Emma mirando fijo al mismo chico que yo.—Nop. Para nada.
Trevor y yo reímos.
—Agh—suspiró Trevor y puso los ojos en blanco—. A las chicas les gusta cualquier cosa que toque algún instrumento. Es casi insoportable.
—No es verdad—dijimos Emma y yo al unísono, en un tono defensivo.
Nos miramos con los ojos abiertos, y reímos, ya que algo de razón tenía. No sabía por qué, pero casi todos los músicos desprendían una energía que te atrapaba y hacía que los vieras súper atractivos.
—Igual tú no te quedas atrás—contraatacó Emma—. ¿No sales con la mayoría de las chicas que juegan al hockey?
Trevor la fulminó con la mirada.
—Sí, pero...
—¿Y no consideras atractivas a las chicas que juegan al vóley, solo por el hecho de que juegan a ese deporte?—Lo interrumpió Emma.
—Sí, igualmente...
—¿Y qué me dices de las tenistas?
Trevor gruñó.
—Tú ganas—respondió, irritado
Emma sonrió triunfante.
—A nosotras nos gustan los músicos, pero a ustedes las deportistas.
Trevor puso los ojos en blanco y fue a comprarse un helado, aunque tenía una leve sonrisa en la cara.
El escenario estaba rodeado de personas. Todos estaban sacándole fotos y filmando a los músicos, y hasta incluso les gritaban... obscenidades.
—Volviendo al tema de ese cantante quita ropa, ¿de dónde habrá salido?—preguntó Emma, con la vista todavía en el show.
Negué con la cabeza.
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Horus
Aventura¿Y si toda tu vida es una mentira? No todos los días te cruzabas con alguien como él: alto, musculoso, pelo negro, ojos de distinto color, uno azul y otro gris, labios perfectamente besables...y un total desconocido. -- Iris Deleed tiene una gen...