Capítulo 11: Guiston Park

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La última vez que había venido a Gusiton Park fue para el cumpleaños número 10 de Trevor. Recordaba poco y nada de ese día, solo que la había pasado bien, y debido a eso, mis ojos estaban abiertos como platos en este momento. El parque era descomunalmente enorme y había una cantidad impresionante de todo tipo de montañas rusas: las que van al revés, las que giran, las que vas boca abajo, etc., y no pude evitar mirarlas con recelo y un poco de temor. La última vez que me había subido a una tenía 9 años y fue de las simples, esas que giran casi a la misma altura que el suelo; pero no me había dejado un muy buen recuerdo.

—¡Vamos, Iris! Deja de mirar así a las atracciones, que van a salir corriendo del susto—bromeó Emma y me pasó un brazo por los hombros.

—Es que son muy grandes—dije, todavía mirándolas de mala manera.

Emma rio.

—No hace falta que te subas si no quieres, pero...se de alguien que estaría encantado de protegerte.—Me empujó con la cadera e hizo un gesto con la cabeza al frente, en donde Ian estaba caminando tranquilamente al lado de los chicos.

—Emma...no empieces, por favor.

Frunció el ceño.

—¿Cómo te resistes a semejante bombón? ¿Es que necesitas gafas? Creo que en mi vida había visto a alguien tan perfecto, es como si sus ojos te penetraran...

—¡Emma!—grité, y comencé a reírme por el estratégico uso de palabras que hizo. Ella rio conmigo.— Sé que es... raramente perfecto, pero no se...No me atrae de esa manera.

Ian era hermoso, sí, pero cada vez que mi mente pensaba en él de esa manera, otra persona inundaba mis pensamientos: Horus. Él era el que me parecía realmente perfecto, aunque Ian se le acercaba bastante.

—No te creo—dijo Emma, y me sacudió con el brazo que tenía en mis hombros—. Sé que no gustas de nadie hace siglos, pero Ian es diferente. Si hasta dijo que tenías unos ojos preciosos.

Me sonrojé y nos reprendí mentalmente a Emma y a mí. A ella por ser tan insistente en los temas y por haberme sacado casi a la fuerza toda la conversación que tuve con Ian en la fiesta, y a mí por haber sido tan débil.

—Ya sé, no es por mi físico.

No gustaba de ningún chico hacía mucho tiempo, por mi genética. Si iba a enamorarme de alguien que solo iba a rechazarme o a burlarse de mí y así romper mi corazón, prefería estar tranquila lejos del sexo masculino y ser feliz sola.

No era difícil, la verdad. Conocía a casi todos los habitantes de mi pueblo y no había ni uno que valiera la pena, salvo Trevor, que bueno, era mi mejor amigo y ni loca lo veía de esa manera, así que no era un trabajo arduo. Pero entendía a Emma. Yo tampoco le creería si me dijese que no le gustaba Ian, porque aparte de parecer un semidiós, era muy amable y divertido.

—¿Y entonces por qué es?

Suspiré y recosté mi cabeza en su hombro.

—No lo sé, Ems...solo...solo no me gusta.

Asintió con la cabeza, me dio un beso en la frente y seguimos caminando. No podía decirle que antes de gustar de Ian prefería a Horus, porque mi mente todavía no estaba del todo conforme con esa idea. Al pasar años sin gustar ni tener interés por algún hombre, mi cuerpo se desacostumbró a ese sentimiento, y ahora no entendía nada.

Trevor lanzó una carcajada y en seguida fuimos hacia donde estaban él y los chicos. El parque estaba medio vacío, porque era muy temprano. Habíamos decidido venir a esta hora para poder recorrer tranquilos y no tener que hacer colas infinitas cada vez que queríamos subir a algún juego.

HorusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora