Capítulo 9: estrella

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—¡Es en serio! No tengo porqué mentirles—dije por enésima vez.

Estábamos sentados en Venus, almorzando, y Trevor y Emma seguían molestándome con Ian desde que habíamos vuelto a mi casa la noche anterior. Se habían quedado a dormir los dos, y estábamos tan cansados que casi no llegamos a tiempo a clases. Por suerte, mi madre esa mañana no trabajaba y nos despertó en seguida.

—Vi cómo te miraba Ian, es obvio que pasó algo—insistió Emma, y le dio un mordisco a su tarta.

Trevor asintió.

—Un chico no mira a alguien así porque sí.

—Bueno, piensen lo que quieran, no pasó nada.

Soltaron una carcajada y Trevor me pasó el brazo por los hombros.

—Estábamos bromeando, obvio que te creemos. ¿Estás bien?

Suspiré.

Me consideraba a mí misma un libro abierto. Mis emociones se transparentaban demasiado, y para colmo mis mejores amigos me conocían mejor que nadie, entonces eran un poco difíciles de ocultar.

Fijé mi vista en ellos, que me miraban preocupados, y decidí decirles la verdad.

—Estoy preocupada.

—¿Por qué?—preguntó Emma, extrañada.

—Por el examen de ingreso a la carrera de baile. Es la semana que viene, y si no llego a entrar...

El silencio se instaló sobre nosotros, pero duró solo un segundo, porque Emma lo rompió en seguida.

—¡Pero qué pensamiento es ese! Más vale que vas a entrar. Si alguien se merece ser bailarina, esa eres tú.

—Es verdad. Beyoncé estaría celosa de ti—acotó Trevor.

Reí.

—No creo, pero gracias chicos, son los mejores.

El examen de ingreso era la semana próxima, es decir la primera semana de agosto, y se hacía con varios meses de anticipación al comienzo de la carrera, porque iba gente de todos lados. Guiston era una ciudad muy grande y popular, y el lugar en donde quería estudiar yo era muy reconocido, por lo cual se llenaba al tope.

—Tengo una idea—dijo Emma, y sus ojos brillaron del entusiasmo—. Este fin de semana es largo, así que podríamos ir a Guiston a pasar unos días, y de paso ir al parque de atracciones, Iris. Así el ánimo te sube y no tienes de qué preocuparte.

La idea me entusiasmó. Un fin de semana en Guiston parecía ser genial.

—Me parece una excelente idea—dije con el ánimo subido.

Trevor también se entusiasmó, y comenzamos a planear.


La tarde se pasó volando, y luego de baile, en vez de dirigirme a mi casa, me fui directo al centro.

No había visto a Horus desde el sábado, y mi mente no había parado de pensar en él. Por lo tanto, y en contra de todas las alarmas que se dispararon en mi cerebro, me dirigí hacia la heladería en donde trabajaba. Estaba ansiosa. No sabía qué le iba a decir, ni si quería volver a hablar conmigo, pero algo en mi interior simplemente me arrastraba hacia él.

Antes de salir de baile había pasado por el baño para asearme un poco, porque no quería ir toda sudada y roja, como la primera vez que lo vi.

Caminé las cuadras que nos separaban con un nudo en el estómago, y arrepintiéndome a cada paso. Cuando llegué a la puerta, me quedé quieta.

HorusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora