Capítulo 10: Guiston

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Los días pasaron y ya era viernes. Habíamos hecho todos los preparativos para ir a Guiston. Trevor era mayor de edad, por lo cual no hubo ningún problema para registrarnos en el hotel ni para tener acceso a las entradas para el parque de atracciones. Mis padres confiaban en mí y en mis amigos, así que no pusieron ninguna objeción. Y aparte, en algunos meses me iría a vivir allí, sola, así que era mejor ir entrando en tema desde ahora.

Eran las cinco de la tarde, el día estaba lluvioso y me encontraba sentada en los escalones de la entrada de mi casa, resguardada por el techo, esperando a que Trevor me pasara a buscar. Estaba bastante entusiasmada con la idea de pasar dos días en Guiston, hacía mucho tiempo que no compartíamos un viaje los tres.

Me apoyé contra la puerta y mi mente fue hacia Horus y su extraño comentario antes de irse prácticamente corriendo. No lo vi de nuevo en toda la semana, y la verdad es que se me hizo bastante largo. No volví a ir a su trabajo, porque no quería quedar en serio como una acosadora, así que me limité a hacer la vida que llevaba antes: instituto-baile-instituto. Aburrido.

Trevor llegó a los pocos minutos. Cubriéndome con un paraguas enorme, corrí bajo la lluvia y me lancé directo hacia la parte de atrás, porque sabía que Emma iba a estar adelante. Me sacudí un poco y ambos me recibieron con una gran sonrisa.

El trayecto a la gran ciudad transcurrió deprisa. Trevor nos contó que un cazador de talentos iba a ir dentro de algunas semanas para ver jugar al equipo, y que tenía muchísima fe en que lo escogieran.

Cuando llegamos al hotel era de noche y la lluvia había parado del todo. Me moría de hambre, así que fuimos a cenar a un restaurante. Estaba construido todo de madera y en la parte de adentro unas lámparas enormes colgaban del techo, decorando toda la habitación. Las mesas y sillas también eran de madera. Decidimos sentarnos fuera, porque el clima seguía siendo cálido.

Pedimos la comida y luego de media hora, nos trajeron nuestros platos calientes. Unos ricos penne regatti me estaban llamando para que los devore, y eso es lo que hice.

—¿Iris?¿Pero qué...?

Levanté la cabeza bruscamente de mi plato y observé cómo Ian, Max y Alex nos miraban desconcertadamente.

Le devolvimos la misma expresión.

—¿Ian?—pregunté con la boca medio llena.

Sonrió e hizo un gesto con las manos.

—No sabía que venían por aquí—dijo sorprendido.—Oigan, esta noche vamos a tocar en un bar que queda cerca, deberían venir. El lugar se llama GuisTown.

Me encogí y miré a mi plato. Ya bastante tenía con haber salido a cenar afuera, no quería imaginarme yendo a un bar con mucha gente. Mis ojos no eran conocidos por aquí, y no tenía ninguna intención de presentarlos.

—Iris, ¿me acompañas al baño?—preguntó Emma y se puso de pie, sin dejarme opción. Miró a Ian con ojos de disculpa—. Emergencia femenina. Mientras pueden sentarse, ¡ya volvemos y respondemos!

Me paré rápidamente y seguí a Emma al baño. Entramos y puso el cerrojo. Cuando me miró, sus ojos reflejaban compasión.

—Si vamos, va a ser una especie de nuevo comienzo, Iris. Piensa que en menos de seis meses estaremos...estarás viviendo aquí—carraspeó, dándose cuenta de su error, y siguió hablando—: Eres hermosa, nadie puede hacerte sentir mal por eso.

La miré y la abracé muy fuerte. Emma y Trevor me conocían de pies a cabeza y aunque a veces me jugaba en contra, la mayoría de las veces era asombroso. Nos entendíamos con una sola mirada, un simple gesto o como en este caso, sin nada, simplemente con la presencia de la otra.

HorusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora