Capítulo 45: baile celestial

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Los Lagos en multimedia

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Me tensé de pies a cabeza al escuchar esa voz, que provenía de la habitación en donde habíamos dormido. La puerta del baño estaba cerrada, pero podía escuchar con claridad lo que pasaba afuera.

― ¿Horus? ―siguió diciendo Kalth.

―Sí, Kalth, perdona―respondió Horus con voz neutra―. Estoy esperando a que Zhelig se termine de bañar así vamos a recorrer un poco más Khracira―se aclaró la garganta―. Y antes de que me preguntes por qué tengo tanta cara de dormido, déjame contarte que me acabo de despertar.

Alguien suspiró ruidosamente (suponía que Kalth).

―Bien. Si eso es lo que dices...

Se escucharon unos pasos y luego la puerta se cerró. Largué el aire que había estado conteniendo y me hundí un poco más en la piscina.

Al instante, sentí unos golpecitos en la puerta. Suponía que era Horus, así que le dije que pasara, no sin antes haber revisado que el agua celeste tapara todo mi cuerpo.

Horus asomó cuidadosamente la cabeza por la puerta, y luego entró y la cerró detrás de él, sin dejar de mirarme. Su mirada era tan intensa que suponía que todo mi cuerpo estaba sonrojado.

—Hey—lo saludé tímidamente, siendo consciente que nunca había estado tan vulnerable delante de él.

Solo un líquido teñido por algo que no sabía qué era separaba mi cuerpo de sus ojos.

Él tragó saliva.

—Camino despejado—dijo con una ligera sonrisa, y miró hacia debajo de mi cuello, justo en mi clavícula, en donde comenzaba a taparme el agua.—Esto no fue una buena idea.—Dio un paso hacia atrás. Sacó la vista de allí y miró el agua—. Has elegido la mezcla de baño relajante, buena opción. Es mi favorita junto con la de aroma a fresas.—Dio otro paso hacia atrás.

Fruncí el ceño ante su comportamiento raro. Iba a abrir la boca para hablar, pero vi que se había tensado de pies a cabeza.

Se pellizcó el puente de la nariz y se dio vuelta rápidamente, dándome la espalda. Tenía puesto uno de esos trajes espaciales, pero el de hoy era de color azul.

Y santo cielo, le quedaba hermoso.

—Sigo teniendo reacciones que uno podría considerarlas un poco terrícolas, Zhelig—me explicó, supongo que al ver mi cara de confusión—. Mi cuerpo reconoce el tuyo. Demasiado.

Sacudió la cabeza y salió de allí.

Yo me quedé con la boca abierta. Vaya. Vaya. Así que los extraterrestres podían...vaya.

Me hundí completamente en el agua, porque todo mi cuerpo comenzó a arder.

Luego de unos minutos ya me encontraba lista y vestida con ropa elegida de una extraña máquina. Con sigilosos pasos, salí del cuarto de baño y me quedé apoyada en la puerta mientras veía a Horus, que miraba a través del ventanal de la habitación que daba al jardín de afuera.

—¿Cómo le has mentido con tanta facilidad a Kalth?—le pregunté, porque recordaba que todos aquí podían leer mentes.

Hizo una mueca.

―Bueno, la tuya no fue la única que bloqueé. Aunque en mi mente solo bloqueé los pensamientos relacionados contigo, lo demás no. Sería muy sospechoso sino―. Se quedó callado mirando a un punto fijo pero, de repente, levantó la cabeza y me clavó la mirada en los ojos― ¿Estás preparada para salir? Porque lo que le dije a Kalth era cierto.

HorusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora