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Dentro de tu oficina estaba alguien sentado mirando hacia la ventana, dándote la espalda, te asustaste por un segundo, parecían las manos de tu jefe que se veían salir de aquella silla. Calmaste tus nervios y decidiste hablar.

— ¿Jefe? Buenos días, que sorpresa... ¿qué lo trae a mi oficina?

Sin decir nada la silla comenzó a dar vuelta para quedar de frente y soltaste un gran suspiro de alivio. Lo miraste con ojos de odio y el chico frente a ti empezó a reír, sus ojos azules y su gran sonrisa te hizo reír y sonrojar. ¿Quién era este tipo y porqué estaba en tu silla y burlándose de ti?

— Yo creí que...

— Sí, creíste por un momento que era Jeffrey, ¿verdad? — Te interrumpió y aún así no dejaba de reír.

— Lo siento — Le dijiste ahora más calmada — ¿Quién eres y qué rayos haces en mi silla?

Su rostro ahora se mostraba ofendido y se levantó de tu silla sólo para indicarte que tomaras asiento en las sillas frente a tu escritorio. Así lo hiciste con tal de que se fuera.

— El viernes por la tarde Jeffrey llamó y finalmente me dijo lo que tanto quería escuchar: "hey, Ian, te he conseguido un compañero y es el mejor de lo mejor", resulta que yo me imaginaba otro tipo de compañero... tú sabes, hombre. — Lo que estaba hablando solo te llevaba a la conclusión que no querías escuchar, si él iba a ser tu compañero no podrías aguantarlo. Se notaba a millones de kilómetros el tipo de hombre que era, todo un mujeriego. Sus ojos celestes como el cielo no te quitaban la mirada de encima, de arriba a abajo, una y otra vez. Sólo querías que dejara de hacer eso para ponerte a trabajar. — Yo estoy dispuesto a dejarte trabajar conmigo si tú... ya sabes, trabajas conmigo — Ladeó su sonrisa y te guiñó el ojo lo cuál te hizo enojar de inmediato.

Rápidamente te levantaste de la silla y en un rápido movimiento tenías su rostro en el escritorio — Tú no me "vas a dejar trabajar", ¿quién te crees para decidir que hago y que no? Esto se llama compañerismo, ¿si entiendes? Dos o más personas que se llevan bien y trabajan por igual, no sé si has escuchado de eso alguna vez. Vuelves a insinuarte conmigo y este sucio rostro que mis pequeñas y delicadas manos tienen en mi escritorio terminará en un lugar mucho peor. — Terminado tú gran discurso dejaste que descansara y entonces volvió a sonreír lo cual te dio más coraje.

Se acomodó el traje y caminaste tranquila a la puerta, pero antes de abrirla volvió a hablar haciéndote rodar los ojos.

— Vaya ... — Rió y se tocó el rostro — Jeffrey mencionó que eras dura — Se levantó de su asiento y camino hasta quedar a unos centímetros de ti — Bienvenida al equipo, (t/n). Te espero en 20 minutos en el estacionamiento, tenemos trabajo que hacer.

Salió de tu oficina y te quedaste unos minutos extrañada, pensando en que había pasado hace unos segundos.

Tomaste tus cosas y saliste de ahí hacía el estacionamiento, él estaba en la salida del elevador esperando por ti para llevarte al vehículo en el que saldrían a la escena del crimen.

— Escucha, lo qué pasó ahí en la oficina es una completa farsa, lamento que hayas tenido una mala primera impresión mía y cuando me conozcas verás que no soy nada cómo creíste — Subieron al auto y te abrió la puerta del copiloto, sonriéndote gentilmente.

— Claro — Dijiste con sarcasmo. No te agradaban nada los hombres cómo él y dudabas que fuera diferente sólo porque te abrió la puerta y pidió disculpas. Tarde o temprano todos terminan igual.

Llegaron a la escena del crimen después de un rato y trabajaron de una manera muy fácil. Concordaban en todo y en lo que no se discutía cómo debía ser, te daba tu lugar, te respetaba y hacía que la gente a tu alrededor te respetará igual que a él, lo cuál te agradó porque, para ser sinceros, la bola de policías y otros detectives sólo creían que estabas de adorno.

El día se fue muy rápido y tranquilo, con mucho papeleo del nuevo caso y mucha convivencia con tu compañero Ian.

— ¿Sabes? Deberíamos ir a cenar — Mencionó escribiendo en la portátil frente a él. Tú solo lo miraste sin emoción alguna.

— ¿Ahorita? No creo que terminemos, deja de pensar en comida y ponte a trabajar — Le dijiste algo burlona, pues creías que ya se había creado un vínculo.

—No tontita, habló de otro día, salir tú y yo.. cómo en una cita, una real, ¿qué dices? — Te mira y hace pucheros. Quiere una cita y no llevan ni 24 horas juntos, había algo definitivamente.

— No tenemos ni un día de conocernos Ian, por favor — Estabas a punto de terminar tus últimos papeles cuando él se recargo en el escritorio al lado tuyo.

— Para eso es el tiempo, para conocernos. Sólo es una cita, no algo formal, pero con el tiempo veamos que pasa, ¿qué dices?

Terminaste tus papeles, guardaste tus documentos y cerraste sesión del computador, lo miraste sonriendo, tomaste tu bolso y te pusiste de pie. — Algún día quizá — Saliste de ahí casi corriendo en busca de oxígeno, habías rechazado a un ser guapísimo y necesitabas respirar.

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Hola preciosas, ya llegué yo después de un año de andar suelta. Las he extrañado, no prometo subir más seguido pero al menos trataré jaja, cuidense mucho, las amo.❤️

Ian Somerhalder One-ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora