Capitulo Cuatro

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Guan Yin abrió bruscamente la puerta de la oficina de Michael Li Wang, provocando que el anciano se sobresaltara y brincara de su asiento

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Guan Yin abrió bruscamente la puerta de la oficina de Michael Li Wang, provocando que el anciano se sobresaltara y brincara de su asiento. La muchacha llevaba unos jeans negros y una camisa de pana amarilla, que hacía que su corto cabello se viera aún más negro que siempre.

—¡Señorita! —Exclamó el jefe de Juko en chino. La iba a reprochar pero Guan Yin lo interrumpió, apuntándolo acusadoramente.

—¡Usted! ¿Dónde está mi padre?

—No me grite señorita, recuerde con quien está usted hablando. No tengo ni la menor idea de donde esta su progenitor. Ahora, retirese de mi oficina. Hoy está usted muy impertinente...

—Me mintió. Usted me mintió, Michael Li Wang —escupió su nombre como si fuera veneno en su boca— Con razón mi padre decidió burlar sus estúpidas reglas en su juventud. Su estúpida empresa no sirve para nada, es usted un desgraciado —Guan Yin se volvió hacia la puerta— Hannah, ven aquí.

La Y.S entró a la oficina con grandes zancadas y se detuvo al lado de la muchacha, que tenía el ceño fruncido, lo que suscitaba que sus ojos achinados se vieran aún más pequeños.

—Le devuelvo su robot, que pena que no pudo "prepararla" antes que me la llevara, que pena que su maldito robot no pudo dejar disfuncional a Wilma y yo logré ver el contenido del disco duro. Que pena por usted, porque no lo ayudaré más en esta empresa. ¡Usted me drogó cuando yo solo tenía ocho años! El infierno lo está esperando señor, vaya preparando su ataúd porque ya no le queda tanto tiempo y su empresa irá a la quiebra.

Michael Li Wang se levantó bruscamente de su silla y caminó hacia la muchacha lo más rápido que sus ancianas piernas le permitían. Se paró frente a ella y la agarró con fuerza de la mandíbula para que lo mirara a los ojos directamente. Guan Yin le lanzó una mirada desafiante, casi ni parpadeó.

—Tengo mucho poder, Guan Yin. Tengo un poder que tú, ni siquiera con tu súper inteligencia, podrías arrebatarme. Tengo a todos en la palma de mi mano —Guan Yin tuvo que aguantar la respiración para no respirar el aliento podrido de Michael—. Piensa bien lo que haces. Tu padre también está bajo mi poder, y cualquier mal movimiento tuyo, podría arruinarlos a los dos. Recuerden que ustedes no son inmunes.

—Usted tampoco es inmune. Tiene los días contados —El anciano soltó una carcajada carente de humor.

—¿Tú? ¿Tú, una niña de dieciséis años va a matarme a mí? Tus conocimientos de lucha son casi nulos. Y aunque tuvieras, nunca podrías vencer a los Y.S que me escoltan. Eres tan menudita...

Guan Yin le zampó un manotazo en la muñeca al viejo y este la soltó, pero mirándola con unos ojos que parecían escupir ácido radioactivo.

—Esto no se acaba aquí, Michael Li Wang. Cuide sus espaldas y disfrute sus últimos días de poder. No dude con que se lo arrebataré todo.

Guan Yin salió de la oficina dando un portazo que resonó por todo el edificio por la enormidad de las puertas, dejando a Hannah adentro. Se dirigió a su habitación para recoger sus cosas e irse de esa ciudad de una vez por todas. Ya vería más adelante como se las arreglaría fuera de la comodidad de Juko.

Kòngzhì (Control)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora