Capitulo Dieciséis

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Un incesante pitido hizo que Guan Yin abriera los ojos por tercera vez

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Un incesante pitido hizo que Guan Yin abriera los ojos por tercera vez. Ya se había despertado antes, pero la falta de fuerza la había hecho desmayarse de nuevo. Intentó mantenerse alerta el mayor tiempo posible para poder reconocer el entorno en el que estaba.

Se encontraba acostada en una camilla, con una fina almohada bajo su cabeza. La habitación era como un cubículo médico; con cielo raso, una luz circular en el centro del techo y una cortina azul que separaba ese box de todos los demás. La piel de Guan Yin estaba llena de unos cuadrados pegajosos que le estaban succionando la sangre, y una aguja conectada a la intravenosa que llevaba un suero. Un medidor de latidos estaba junto a ella, ese dispositivo fue el que la despertó con su constante pitido intermitente. Le habían sacado su suéter rojo y sus pantalones, cambiandolo por una horrenda bata de hospital blanca con tan solo la ropa interior abajo.

Cuando estuvo lo suficientemente estable y conciente de donde estaba y qué tenía en la piel, se arrancó los cuadrados con fuerza y la aguja también. Hizo caso omiso del dolor que eso le produció y del punto de sangre que le comenzó a salir de donde se había arrancado la agua. Se sacó el aparato que la conectaba con la máquina que medía sus latidos, que por suerte no emitió ningún sonido, solo mostró la palabra "Error" de forma intermitente en la pantalla.

Se levantó tambaleándose. Lo último que recordaba era que todos habían escapado de la bomba de Bi Fang excepto Eloisa, y luego unos Y.S comenzaron a atacar a todos los inmunes, inyectandoles un suero. A ella la habían agarrado, pero no le inyectaron aquel suero, si no que un Y.S con un golpe certero en el cuello la había dejado inconsciente. No tenía idea de donde podrían estar ni su madre, Milos, Noé o Andrómeda. Absolutamente nadie, en realidad.

Abrió un poco la cortina para revisar si había alguien afuera, pero el pasillo estaba completamente desierto. Salió del cubículo, aún inestable y parpadeando constantemente para adaptarse a la luz blanquecina de aquel sitio. Divisó dos cámaras de seguridad que apuntaban hacia ella, pero no había nada que pudiera hacer en ese instante para apagarlas o evitarlas, así que simplemente siguió adelante.

Sus pies descalzos sonaban contra el frío suelo de manera escandalosa por más que intentaba caminar silenciosamente. Se sentía como si muchos aires acondicionados estuvieran funcionando al mismo tiempo en una pequeña habitación, el frío era impresionante.

Caminó por un pasillo de baldosas blancas y muy oscuro, sin ninguna luz encendida en el techo. Al parecer su cubículo era el único cerca de ahí, lo demás era simplemente pared blanca y baldosas. Al menos, pensó Guan Yin, no era como el complicado pasillo de Bi Fang, este era recto y sin desviaciones, por lo que si en algún instante necesitaba volver, sería algo sencillo.

Un largo rato después, la china ya estaba cansada de tanto caminar y tenía los pies entumecidos, pero logró divisar a unos cuantos pasos más un gran ventanal del que salía una luz mañanera que iluminó a medias el lugar. Seguía todo totalmente desierto, ni un solo ruido se percibía, a excepción de los emitidos por las pisadas de Guan Yin.

Kòngzhì (Control)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora