Calíope y Guan Yin lograron esconderse de los Y.S en una habitación de servicio. Allí solo había un dispositivo de inteligencia artificial, uno que Guan Yin conocía muy bien porque era el que se encargaba de limpiar el edificio desde el piso trece al treinta, donde estaba su habitación. Aquel robot tendía a interrumpir en los momentos más inoportunos del día.
—¿Cómo los sacamos a todos de ahí? —preguntó Calíope en un susurro. Guan Yin lo pensó un momento, buscando todas las posibles soluciones, pero todas opciones parecían terminar en la muerte de ella y su amiga. Guan Yin se abrumó de tal manera que tuvo un momento de desestabilización y calló sobre el robot de limpieza, que al sentir el contacto con la piel de Guan Yin, se encendió.
—Iniciando. Seleccione modo de limpieza. —Guan Yin apretó los labios al darse cuenta de que había metido la pata. Calíope soltó una palabrota. La china esperó que la máquina se callara pero repetía una y otra vez que seleccionara el modo de limpieza. Yin le pegó una patada que no hizo más que hacer más ruido.
—Tenemos que salir de aquí —dijo Calíope— Esta cosa no tiene intención de callarse y los Y.S llegarán en cualquier momento.
—Creo que puede llevarnos a mi habitación. Tengo algo ahí que podría ayudarnos. —La mujer asintió ante la idea y Guan Yin se apoyó en la puerta y la abrió un poco para chequear el perimetro. Vacío. Escuchaba pisadas a lo lejos pero era seguro salir.
De manera sigilosa, salieron de la habitación de servicio. Yin hizo una seña para indicar el camino y llegaron hasta la hilera de ascensores. Eran cuatro en total, se necesitaban varios para la cantidad de gente que circulaba por los pisos del gran edificio de Juko, en especial los científicos que estaban en algún proceso de investigación, que tenían que subir y bajar a las distintas oficinas de especialistas en distintas áreas. Guan Yin recordó la vez en que Eloisa investigaba algunas reacciones humanas a distintos estímulos, y que ella la había acompañado durante uno de los días de su investigación a hablar con los neurocientíficos, sicólogos y otros científicos que estaban en la investigación con ella. En ese entonces, Guan Yin tenía la corta edad de once años, pero comprendía lo suficiente todo lo que explicaban los trabajadores de Juko (en su mayoría chinos), que en esa noche estuvo despierta hasta altas horas de la madrugada, especulando cuales serían los probables resultados a la hipótesis de Eloisa. Ese día la chica le había preguntado que por qué había decidido realizar esa investigación.
—En esta empresa constantemente hay que intentar probar algo y demostrar lo que vales, en especial si no eres de nacionalidad china, como yo —le había dicho ella— Tengo que ganarme el hueco porque este siempre fue el trabajo de mis sueños, con investigaciones a lo grande, para que sean un gran aporte para nuestra sociedad. Y quiero que tú puedas seguir mis pasos, pequeña, porque creo que tienes mucho potencial para estas cosas. Algún día, ayudarás a salvar a la humanidad.
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Kòngzhì (Control)
Science FictionYù, así se nombra al planeta Tierra hoy en día, donde la mayoría de los países se han vuelto casi inhóspitos después de la tercera guerra mundial. Un nuevo mundo regido por chinos; los ocho inmortales, los ocho presidentes de Juko. Juko colocó un c...