Capitulo Quince

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Fernanda le había propuesto a Milos visitar su estudio de tatuajes, y al final había acabado convenciéndolo de hacerse su primer tatuaje

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Fernanda le había propuesto a Milos visitar su estudio de tatuajes, y al final había acabado convenciéndolo de hacerse su primer tatuaje. Él, con dieciséis años, era aún bastante manipulable e ingenuo, por lo que a la primera proposición de aquella hermosa chica dos años mayor que él, Milos acabó accediendo con facilidad. Tardaron unos minutos en pensar el diseño, hasta que Milos decidió hacerse un dibujo de un pájaro con ojos naranjas y silbando en honor a su apellido Birdwhistle y al color inusual de sus ojos.

Fernanda se puso manos a la obra y comenzó a dibujar primero con un lápiz el diseño en un papel. Cuando terminó, se lo mostró al chico para saber que le parecía y Milos no pudo evitar sonreír al ver que esa hermosa obra de arte estaría pronto en su piel. Entonces Fer comenzó; se colocó una mascarilla en la cara y se ató el cabello en un alto moño, dejando a la vista el parche que le tapaba el ojo y la larga cicatriz que le cubría la mitad de la cara. Sin embargo, pensó Milos, seguía viéndose hermosa.

—Solo relajate —le sugirió Fernanda, él asintió con una tímida sonrisa.

La chica empezó a trazar el dibujo en el antebrazo izquierdo del chico. Los primeros pequeños pinchazos de la máquina le dolieron un poco e hicieron que Milos hiciera una mueca. Sabía que al elegir un diseño con colores le dolería más, pero estaba dispuesto a aguantar. Luego se fue acostumbrando hasta que ya no le dolía tanto como antes.

Conversaron de todo un poco durante las dos horas que estuvieron allí. Ya eran las diez y tanto de la noche cuando Fernanda terminó el tatuaje. Le lavo los últimos restos de sangre y tinta con una toalla húmeda y le enrolló la parte del tatuaje con plástico.

—Debes sacarte este plástico todas las noches y lavarlo con agua, como si te lavaras las manos —le indicó Fernanda mientras le entregaba una pequeña bolsa de tela con más plástico y un pequeño frasco de lata— en ese frasco hay una crema para que te la pongas después de lavarte, aunque no es tan necesario, siempre es bueno que lo hagas dos o tres veces por semana.

—Entendido —contestó él y agarró la bolsa. Admiró unos segundos el tatuaje. Era exactamente como lo había imaginado-. Gracias de verdad, Fer. Me gustó bastante.

—Me alegro —dijo ella. Se había sacado la mascarilla y mostraba una sonrisa radiante y sincera en el rostro. Se miraron unos segundos hasta que Milos interrumpió ese silencio.

—Yo... Debería irme a mi habitación.

—Ah, sí, claro. —La chica bajó la cabeza como escondiendo sus mejillas sonrojadas. Milos también se había ruborizado.

El muchacho se dio vuelta para caminar hacia la salida, pero justo antes de salir, sintió unos dedos delgados agarrándole la muñeca.

—Espera —musitó Fer a sus espaldas. Milos se giró para mirarla, pero ella ya había acortado el espacio entre ellos y había comenzado a besarlo.

Kòngzhì (Control)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora