Capitulo Doce

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Al pronunciar la mujer esas palabras, Guan Yin bajó el arma y la dejó en el suelo. No estaba enterada de como era que esa extraña conocía su nombre (aunque lo intuía), ni que hacía allí, pero era una inmune y seguramente alguien (o algo) la estaba buscando para matarla. Aunque tenía muchas cosas que decir, Guan Yin no podía abrir la boca, así que la inmune habló primero.

—No te voy a hacer nada. Vengo de Bi Fang —Guan Yin se tensó al oír eso. Esta mujer podría ser todas las respuestas que buscaba.

—Baja la voz —susurró la muchacha mientras se levantaba y agarraba la linterna del suelo— Si se despiertan podría haber algo caótico. Vamos un poco más allá.

Se metieron entre una hilera de estantes, alejadas de donde estaban Milos y Wilma que ignoraban lo que estaba pasando.

Guan Yin dejó a un lado su cobardía y comenzó a interrogar con mirada amenazante a la mujer.

—¿Cómo sabes mi nombre?

—Primero, sales en todos los canales de televisión, noticias y periódicos electrónicos en Jukopolis —respondió la mujer sin ninguna expresión de miedo respecto a la mirada de Guan Yin que intentaba verse lo más amenazadora posible, pero no lo estaba consiguiendo— Segundo, conozco a una amiga tuya. Vive con nosotros en Bi Fang.

—¿Una amiga mia? —Guan Yin parecía desconcertada.

—Sí, a quien le arruinaste la vida después de un pequeño incidente en el laboratorio...

—Eloisa —A la muchacha le comenzó a faltar el aire y le costaba tragar. No entendía como Eloisa podía estar allí si cuando fue a verla a su departamento dio por hecho que había muerto, con toda esa sangre derramada...

—Si, esa misma.

—Pero... ¿no estaba muerta?

—Vaya, niña, ¿tiendes a pensar siempre lo peor de la gente? —bromeó la mujer pero a la china no le causó gracia— Y, sí, está viva. Su inteligencia e ingenio al llegar fue más valorada por los inmunes en Bi Fang que lo que nunca fue en Juko durante todos esos años en que trabajó allá. 

—¿Cómo te llamas? —inquirió Guan Yin, ignorando el comentario anterior de la mujer de cabello vinotinto.

—Andrómeda.

—Está bien, Andrómeda, necesito que me lleves a Bi Fang.

—Oh sí, eso supuse. Claro, te llevaré, un pequeño por favor no importa, que nos acabamos de conocer no importa... Pero si a Eloisa cuando te vea le dan ganas de ahorcarte, me libero de toda culpa. —Andrómeda se llevó una de sus manos morenas a la cintura con un deje de indiferencia. La mirada de terror que tenía al entrar a la biblioteca ya no estaba.

Guan Yin asintió y tragó saliva. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que vio a su amiga del laboratorio, no era capaz de imaginar que podría pasar si Eloisa ve delante de ella a la estúpida niña que arruinó su brillante futuro en Juko. Habían pasado años y Guan Yin, cada vez que recordaba el momento en que había dejado caer las lentillas, sentía una vergüenza arrasadora.

Kòngzhì (Control)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora