"Tú jamás estarás solo. Estaré contigo desde la noche hasta el amanecer. Cariño, estoy aquí"
—¿Cómo está el chico más lindo? —gritó Erick olvidando la regla de medianoche ser silencioso. Joel se sobresaltó y miró a Erick con una sonrisa tímida.
—Uh, no lo sé, ¿Cómo estás tú?
—... Bien. Sólo venía a decirte que hoy me tendrás horas aquí y quizá duerma en el armario del conserje.
—¿Y eso por qué?
—Richard hizo una fiesta en mi casa.
—Deberías estar.
—¿Qué?
—Deberías estar allí.
—Oh, no, no.
—¿Por qué?
—Porque tú no estás allí.
—Erick...
—Tampoco me gustan mucho las fiestas —se encogió de hombros —, así que me tendrás que soportar más horas.
—Podría hacerlo —sonrió haciéndole un lado a Erick para que se acostara junto a él.
Erick con cuidado se acomodó y se acurruco en su pecho. Mantuvieron el silencio y sus manos entrelazadas. No fue hasta que en alguna parte de la noche las nubes se despejaron y las estrellas centelleaban en el cielo; y Joel finalmente habló.
—¿En qué nos convertiremos?
Erick inclinó su cabeza —¿Qué dices?
—¿En qué nos convertiremos después de morir? ¿Estrellas, hebras del universo?
Su garganta se tensó —Quizá ambos.
—Quizá...
Erick sabía que Joel no estaba bien, sabía que estaba entrando en aquella fase del cáncer donde solo piensas en que es mejor estar muerto, que eres una carga. Le dolía verlo así, entonces una rápida alucinación paso por su mente.
—Yo... Tampoco quise ir a la fiesta porque —se levantó dejando a Joel con el ceño fruncido —, porque no podía estar sin mi príncipe —estiro su mano, Joel la aceptó y con cuidado se levantó quedando pegado al cuerpo de su novio.
Erick hizo que Joel tomara su cintura mientras él rodeaba con sus brazos el cuello del más alto. Comenzó a tararear cualquier canción que conocía.
—Gracias, Erick.
—Haría cualquier cosa por ti Joel.
Se balancearon en silencio, sin tener que decir ni una palabra para comunicarse.
—¿Erick?
—¿Sí?
Soltó un suspiró tembloroso descansando su barbilla en la cabeza del menor —Que llegaras a mi vida fue lo mejor que me paso. Lamento ser un veneno en tu vida —tenía sus ojos brillantes y sus mejillas manchadas de lágrimas —. Quizá suene patético, pero siento la necesidad de decirte todo lo que siento por ti. Tengo miedo, ¿Sabes?... De que algún día Christopher entre por esa puerta y me diga que te fuiste. Que te aburriste de mí...
—No quiero nunca más oírte decir eso —advirtió —. No me gusta escuchar que eso sale de tu boca.
—Pero...
—No eres un veneno, en realidad eres una bendición. No me voy a ir nunca, Joel. Aunque tenga que parecer un psicópata a tu lado, lo seré. Porque yo lo siento, siento que eres la persona correcta.
El guerrero lloró en silencio.
Miró sus ojos esmeraldas batallas entre no llorar se desataban entre el verde que amaba ver todos los días. Tan puro y joven; Erick no merecía estar amarrado a alguien como él.
Pero era egoísta, necesita a Erick a su lado; cuando el menor correspondió sus sentimientos se sintió bonito.
El amor de aquellos jóvenes podría ser eterno, pero sus vidas no lo son.